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El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza

Una multitud de hombres y mujeres han recibido una llamada de parte de Dios a ser cristianos. En los últimos 2 mil años de historia de la humanidad muchos han sido escogidos por Dios para seguirle en la persona de Cristo. ¿En qué consiste este seguimiento?

Todos tenemos proyectos personales. Hemos desarrollado en el transcurso de nuestra vida relaciones afectivas sobre las cuales basamos nuestra vida social. Nuestros compromisos familiares, laborales y afectivos son múltiples y determinan nuestra existencia. ¿Acaso todo esto es malo?

Dios nos llama a vivir la vida en un radicalismo evangélica. Esto no quiere decir que no le demos importancia a nuestros temas. Lo que sí quiere decir es que el gran tema, si realmente hemos sido llamados por Dios, es seguirle a Él y vivir la vida como otro Cristo aquí en la tierra.

El Señor nos llama a servir donde Dios nos ha puesto poniendo esta misión por encima de las demás cosas de la vida. Sólo así podemos amar a Dios y al prójimo en una dimensión nueva y profunda. Sólo así podemos ser verdaderamente LIBRES. Sigamos a Jesús y Él nos dará la verdadera felicidad.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 9,57-62): En aquel tiempo, mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro dijo: «Sígueme». El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios».

¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?

Tengo un amigo que cuando le felicito el día de su cumpleaños y le digo que Dios le bendiga mucho su respuesta siempre es la misma: “yo lo que quiero es salud y mucho dinero, dinero, dinero”. Es su manera jocosa de decirme que busca la felicidad en el éxito económico. Hay un refrán muy conocido que dice: “el dinero no da la felicidad, pero contribuye mucho a ella”. ¿Qué dice Jesús al respecto?

En la sociedad actual, el modelo de éxito y realización se basa en la posibilidad de alcanzar fama y fortuna. Ser alguien en la vida es tener un gran patrimonio económico y que el mundo sepa que tienes poder, prestigio y dinero. Poder disfrutar de los placeres de la vida (carros de lujo, casas suntuosas, viajes por todo el mundo, ropa elegante) es signo de felicidad y realización plena en esta vida.

Jesús, como siempre, rompe todos los esquemas. Nos invita a negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz y seguirle. Nos dice que “quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará”. En definitiva, nos invita a la renuncia de las “cosas buenas” que tiene la vida. Expliquemos brevemente este maravilloso mensaje.

El centro del mensaje radica en que aunque todas las cosas son buenas, poner nuestra seguridad y buscar la vida en dichas cosas realmente no nos aseguran la felicidad. Tenemos casos como Justin Biever y Paris Hilton. Están en la cumbre de la fama y del dinero, pero hacen cosas que nos parecen extrañas. Con tanto poder e influencia, que sentido tiene drogarse, emborracharse, romper la ley. Algo está faltando en sus vidas. Y eso que no tienen es lo que propone Dios en Jesús.

Lo que realmente necesitamos es perder nuestra vida según el mundo y hacernos una vida según Dios. Aceptar la cruz es entrar en la historia de la vida bendiciendo por todo lo que tenemos y hacemos. Dios nos invita a vivir alegres por lo mucho o poco que materialmente podamos tener. El cristiano no busca la vida en este mundo. Vive en el mundo construyendo con sus acciones una morada en la patria definitiva de todos: el cielo.

Vivamos como verdaderos seguidores de Cristo. En la alegría que tiene el corazón de alguien que ha encontrado el tesoro más grande que se puede tener: ¡Dios!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 16,24-28): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. Pues, ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O, ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Yo os aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino».

Maestro, te seguiré adondequiera que vayas

Todos los años, una buena cantidad de personas (no es mi caso) tienen el privilegio de planificar sus vacaciones.

En este proceso de determinar que hacer y a donde ir, preguntamos a la familia y buscamos asesoría. Casi siempre, todos y todas prefieren ir a sitios divertidos, entretenidos, exóticos y diferentes. Lugar donde “botar el golpe”, salir de la rutina, escapar de la “realité”… como dice un estimado hermano de mi comunidad.

La realidad (realité) es que nuestra vida está “marcada” por acontecimientos y hechos que muchas veces no son de nuestro agrado. Crecer, trabajar; en definitiva, vivir! es un proceso de crecimiento que se realiza en base a la experiencia constante de penas y alegrías, fracasos y logros, heridas y curación.

Cuando Jesús nos dice que “no tiene donde reclinar la cabeza” nos habla precisamente de ese aspecto de la vida que la mayoría no quiere aceptar, vivir o experimentar.

¿Seguir a Jesús? ¿Dónde va Jesús? Pues a la CRUZ! Donde definitivamente reclinó su cabeza… Eso no lo digo en sentido negativo… Es que mis queridos… Esa es la “realité”…

La vida es reír y llorar. Preferimos reír siempre, pero para crecer, también debemos aprender a “llorar”, aceptando el sufrimiento de cada día como una bendición que nos hace más fuertes, nos hace valorar lo que tenemos, nos hace amar a Dios como le ama Jesús! Dispuesto a hacer la voluntad de Dios siempre! Porque el sabe que la cruz no le mata! Más bien, le preparó para la resurrección.

Podemos irnos de vacaciones este verano para escapar de la “realité”… pero jamás podemos escapar de la realidad de la vida. Seguir a Jesús es aceptar nuestra historia como bendita! Es descubrir su amor en todos los hechos de la vida. Bendita realidad! Bendita “realité”!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 8,18-22): En aquel tiempo, viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». Dícele Jesús: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».