No es un Dios de muertos, sino de vivos

Una de las esperanzas fundamentales de la fe cristiana es la creencia en la resurrección de los muertos. Es decir, que todos los que creemos en Cristo también estamos seguros que luego de nuestra muerte física iremos con Él al cielo (si así es la voluntad de Dios). ¿Esto tiene alguna dificultad?

Algunas veces, cuando estamos en duda, tentación o sufrimiento, nos puede venir una crisis de Fe. El ser humano del siglo XXI solo quiere creer en lo que ve y toca. Pensamos que algo es verdadero si se puede comprobar científicamente. También hace siglos se daban las mismas dudas y creencias distintas entre los que creen en Dios. ¿Cómo podemos creer en algo que nunca hemos visto?

El Señor nos ha permitido experimentar la resurrección desde ahora. Muchos hemos estado muertos ontologicamente. Es decir, hemos estado muertos por nuestros pescados y experimentado en algún momento tristeza, odio, rechazó, soledad o algún tipo de vacío existencial. De esa realidad Dios nos ha sacado. Nos ha liberado de la muerte fruto del pecado y hoy podemos decir que Dios nos ama. ¿Cómo puede alguien amarnos y dejarnos en la muerte? Pues Dios jamás permitirá que nuestro ser termine en la nada sin fin. 

Hermanos, ¡Cristo ha resucitado! Y nos hace partícipes de su resurrección. ¡Victoria! ¡Victoria! ¡Victoria! La muere ha sido vencida. ¡Resucitó!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 12,18-27): En aquel tiempo, se le acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan que haya resurrección, y le preguntaban: «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno y deja mujer y no deja hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. Eran siete hermanos: el primero tomó mujer, pero murió sin dejar descendencia; también el segundo la tomó y murió sin dejar descendencia; y el tercero lo mismo. Ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos, murió también la mujer. En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer».
Jesús les contestó: «¿No estáis en un error precisamente por esto, por no entender las Escrituras ni el poder de Dios? Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán como ángeles en los cielos. Y acerca de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, cómo Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? No es un Dios de muertos, sino de vivos. Estáis en un gran error».

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