¡Oh maravillosa ventura! ¡Dios nos ama ciertamente! Ha enviado a nuestro señor Jesucristo para morir y resucitar por nosotros. Nos hace partícipes del misterio Pascual. Gracias a Él podemos resucitar a una vida nueva. Él nos ha amado primero y nos ha dado la capacidad de corresponder a ese amor por la gracia de su Espíritu.
El amor de Dios nos transforma. Se manifiesta en todos los aspectos de nuestra vida. ¿Lo dudas? Mira a tu alrededor y verás todas las maravillas que Dios ha hecho a tu favor. Te ha dado la vida, te ha dado una familia, provee todos los días para ti, te salva del peligro y ha perdonado todos tus pecados. ¡Cuántas maravillas ha hecho en nuestro favor!
¿Cómo se que has conocido y experimentado el amor de Dios? Porque haces su voluntad. ¡Hermanos! Estamos llamados a dar a los demás el mismo amor que hemos recibido de Dios. ¿Estás dispuesto? Pues adelante. Verás que si así los hacemos, seremos las personas más felices de la tierra. Hoy, digamos al Señor “si Señor, tú sabes que te amo”. ¡Adelante!
Leer:
Texto del Evangelio (Jn 21,15-19): Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos y comiendo con ellos, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos». Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?». Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas».
Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?». Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas a donde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará a donde tú no quieras». Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme».