Archivo por meses: noviembre 2015

Cobrad ánimo y levantad la cabeza

Muchos seudo profetas de nuestro tiempo aprovechan la coyuntura histórica para anunciar el fin del mundo e inquietar a todos y todas. El mismo evangelio dice: no le crean. ¡Nadie sabe ni el día ni la hora! Entonces nos podemos preguntar, ¿por qué se habla de signos y señales en el evangelio?

Estos relatos apocalípticos de las escrituras tienen el propósito de mantenernos atentos siempre. Esto quiere decir que una actitud importante del cristiano es siempre estar preparado para partir de este mundo. Los hombres y mujeres de Fe sabemos que este mundo pasará ya sea en un “fin de mundo” que nadie sabe o sabrá jamás cuando será o cuando nos llegue inevitablemente la muerte física a todos y todas.

La pregunta que tenemos que hacernos hoy es: ¿estamos preparados para nuestra muerte hoy? ¿Nuestra alma está limpia para el encuentro con nuestro Dios? ¡Ánimo! Dios tiene misericordia de ti.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 21,20-28): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su desolación. Entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que estén en medio de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no entren en ella; porque éstos son días de venganza, y se cumplirá todo cuanto está escrito.
»¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Habrá, en efecto, una gran calamidad sobre la tierra, y cólera contra este pueblo; y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que se cumpla el tiempo de los gentiles. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación».

Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas

Todos tenemos sufrimientos. Parte de la vida es sufrir. Nos pasan cosas que quisiéramos cambiar o evitar. Esa es la realidad de nuestra vida. ¿Qué debemos hacer al respecto?

El evangelio nos dice que nunca debemos de abandonar o tirar la toalla. La perseverancia es un don que Dios nos da para que podamos vencer los obstáculos, tentaciones y sufrimientos de la vida. Todo tiene un sentido y un porqué. Nos queda ser firmes y constantes. En Jesús tenemos un ejemplo y un modelo a imitar y seguir. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 21,12-19): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

No quedará piedra sobre piedra

Algunos, con los últimos acontecimientos terroristas, están pensando que ya estamos en los tiempos del fin del mundo. Diversas personas aprovechan estas situaciones para anunciar Apocalipsis. ¿Debemos tener miedo?

Realmente el objetivo de las palabras de Jesús no es asustarnos. Nos invita el evangelio a tener presente que en cualquier momento nos toca morir. Si, en ese momento, nos llegó el “fin de este mundo” y nos abrimos a la vida eterna que nos ofrece nuestro Señor.

Hoy es un buen día para estar preparados, ¿tú lo estás?

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 21,5-11): En aquel tiempo, como dijeran algunos acerca del Templo que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida». 
Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?». Él dijo: «Estad alerta, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘el tiempo está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato». Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo».

Mi casa será casa de oración

Sucede a veces que hacemos de las cosas santas instrumentos a nuestro servicio personal. Podemos estar en la Iglesia y utilizarla para proyectos personales o económicos. El Señor corrige siempre esta desviación.

En algún momento Jesús entra en el templo y contempla con molestia como se han aprovechado de las cosas de Dios para hacer negocios. Este es el mismo comportamiento de aquellos que en nombre de Dios justifican violencias o injusticias.

Las cosas de Dios son buenas porque nos hacen amar a todos y todas. La casa de Dios es para estar en comunicación con Él y hacer la voluntad suya. Espero que hoy podamos tener la gracia de estar a disposición de su amor

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 19,45-48): En aquel tiempo, entrando Jesús en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían, diciéndoles: «Está escrito: ‘Mi casa será casa de oración’. ¡Pero vosotros la habéis hecho una cueva de bandidos!». Enseñaba todos los días en el Templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y también los notables del pueblo buscaban matarle, pero no encontraban qué podrían hacer, porque todo el pueblo le oía pendiente de sus labios.

Hoy ha llegado la salvación a esta casa

Todos somos Zaqueo. Hombres y mujeres con complejos, debilidades, deseos y luchas. Zaqueo es la encarnación del que ha hecho con su vida lo que le ha dado la gana. ¿Y por qué lo ha hecho? Porque era lo único que le ofrecía la vida. Algo cambio de repente. Un día por su vida pasó alguien que lo transformó. Alguien que por primera vez en su vida lo amó verdaderamente. Le amó como era, lleno defectos y eso transformó toda su vida.

Hoy Jesús quiere hacer eso mismo contigo. Hoy es el día en que debes estar atento para encontrar ese mismo amor. ¿Cómo te darás cuenta? Si haces lo mismo que Zaqueo. Súbete al Sicomoro de tu vida, de los hecho ordinarios, del día a día y pídele a Dios que se te manifieste al igual que Jesús se le manifestó a Zaqueo. Pídelo con Fe y veras! Él se mostrará.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 19,1-10): En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa». Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. 
Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador». Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo». Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido».

Vedlo aquí o allá

Ya estamos preparando el adviento. ¿Cuándo viene el hijo de Hombre? ¿Cuándo vendrá definitivamente el Señor?

La Iglesia nos enseña que hay dos venidas de Jesús. La que realizó hace dos mil años y la que hará en los días del fin del mundo. Pero existe otra, según algunos padres de la Iglesia: la de hoy.

Ciertamente el Señor viene hoy a tu vida, ¿lo crees? Nuestro Dios envía todos los días al Señor en la mayoría de los casos de una forma misteriosa. Es decir, en la palabra de un hermano, amigo o compañero de trabajo, o en alguna corrección que alguien los hace, o en algún acontecimiento que nos quiere decir algo. La clave: estar atentos al paso del Señor.

Nuestro Dios es uno que se manifiesta todos los días en los detalles de la historia personal. Descubrirlo es una gracia y un don. Tengamos los ojos abiertos y los oídos atentos a la acción de nuestro amado Dios Padre.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 17,20-25): En aquel tiempo, los fariseos preguntaron a Jesús cuándo llegaría el Reino de Dios. Él les respondió: «El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Y no dirán: ‘Vedlo aquí o allá’, porque el Reino de Dios ya está entre vosotros». 
Dijo a sus discípulos: «Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y os dirán: ‘Vedlo aquí, vedlo allá’. No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su día. Pero, antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado por esta generación».

Levántate y vete; tu fe te ha salvado

Todos hemos tenido alguna experiencia divina en nuestras vidas. Aún sin ser concientes de la presencia de Dios en esos momentos especiales podemos afirmar que Él siempre nos acompaña.

En concreto, muchos de nosotros hemos tenido experiencias de encuentro personal y profundo con Dios. Hemos sido testigos del poder sanador de Jesús. ¿Qué ha producido estos momentos? 

El milagro físico es un medio para suscitar en nosotros lo verdaderamente importante que es: Fe. Ciertamente, el ser humano puede ser beneficiario de una gracia extraordinaria de Dios y no quedarse marcado profundamente por Él. Podemos instrumentalizar al Señor para que nos de lo que le pedimos y cuando ya tenemos lo que queremos simplemente olvidarnos de Él.

Hoy es un día para dar gloria a Dios por todas las maravillas que ha hecho con nosotros. Demos Gloria al Señor con nuestras palabras y obras. 

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 17,11-19): Un día, de camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!». Al verlos, les dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: «¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?». Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado».

Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer

Muchas veces al leer algunos pasajes de la Biblia nos escandalizamos. Su lenguaje parece fuera de actualidad. Nos escandalizamos de algunas cosas y es por eso que tenemos siempre la tentación suavizar su contenido.

Por ejemplo, con respecto al tema del servicio nos damos cuenta de la radicalidad positiva del evangelio. Servir es la base de las relaciones humanas según el cristianismo. Es el servicio la forma más pura del amor. Si amamos a alguien lo primero que debemos hacer es servirle.

Jesús dio ejemplo de servicio. Él, siendo hijo de Dios, amó a todos hasta el extremo. No solo muriendo por nuestro pecados. Jesucristo ha servido a todos los hombres y mujeres representados en sus apóstoles y los hombres y mujeres de su tiempo.

Amemos a todos a través del servicio. Eso es lo que le toca o es propio del cristiano. Hoy tengamos la disposición de servir a todos y todas. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 17,7-10): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: ‘Pasa al momento y ponte a la mesa?’. ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?’. ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: ‘Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer’».

Éste acoge a los pecadores y come con ellos

¡Podemos alegrarnos! Resulta que el hijo de Dios, nuestro Señor, siendo lo más puro e inmaculado, ama al pescador. Si, mis queridos hermanos, te ama a ti y me ama a mí también.

Jesús no sólo anunciaba el reino de Dios a todos y todas. Él con sus acciones y hechos demostraba su inmenso amor al pecador, al que sufre, al cansado y agobiado.

Hoy es día para celebrar porque Dios nos recuerda lo mucho que nos ama. Tenemos un Dios que ama al alejado, al débil, al rechazado y al que no puede más con su vida. En Él podemos encontrar consuelo y amor. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 15,1-10): En aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos». 
Entonces les dijo esta parábola. «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.
»O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».

No puede ser discípulo mío

Podríamos decir, en un lenguaje empresarial de nuestros días, que Jesús vende de una forma extraña lo que implica seguirle. Lo normal es que se hablen maravillas y la capacidad de solucionar todos los problemas de las personas que le sigan. No es así en el cristianismo. ¿Por qué? Precisamente porque el Señor siempre nos dice la verdad y sobre la misma construye nuestra felicidad.

Seguir a Jesús es una opción radical de vida y es en esta radicalidad donde se encuentra la felicidad más plena y eterna. Nuestra recompensa es saber que Dios lo es todo. Nuestro principio y fin. Amarle a Él con todo lo que tenemos es amar al mundo, a nuestra vida, a todos los seres humanos, nuestros cercanos y hasta a nuestros enemigos. Bendigamos a Dios por este don inmenso.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 14,25-33): En aquel tiempo, caminaba con Jesús mucha gente, y volviéndose les dijo: «Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío. El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío. 
»Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: ‘Este comenzó a edificar y no pudo terminar’. O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con diez mil puede salir al paso del que viene contra él con veinte mil? Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz. Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío».