Jesús provee el alimento que sacia la sed de amor y perdón. Por el contrario, el mundo nos ofrece un pan que nos deja insatisfechos. Nuestras necesidades sólo pueden encontrar satisfacción en Cristo resucitado que todo lo transforma para mejor.
Escuchemos la voz de Dios. Pongamos en práctica la palabra de Dios. Demostramos que nuestras obras de que estamos dispuestos a ser discípulos de Jesús.
Busquemos al Padre a través del Hijo. Busquemos a Dios a través de Cristo. Él es el camino, verdad y vida. Solo Jesús nos lleva a disfrutar el amor pleno de nuestro Dios. ¡Ánimo!
Leer:
Texto del Evangelio (Jn 6,44-51): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».