Archivo por meses: agosto 2016

Levantándose al punto, se puso a servirles

La enfermedad según la famosa Wikipedia es la “alteración leve o grave del funcionamiento normal de un organismo”, es decir es algo anormal, que altera nuestra vida, nos limita y hace complicada nuestra existencia. 

También se puede hablar de enfermedad a nivel espiritual como una “cosa que perturba o daña a una persona en lo moral o en lo espiritual y que es difícil de combatir o eliminar”. 

Jesús se encontró de su caminar por esta tierra con ambos tipos de enfermedades. Muchas veces, para demostrar que tenía poder de curar las enfermedades espirituales que nos aquejan, sanaba las dolencias físicas. Es como en el caso de la suegra de Pedro. Le sanó de la fiebre e inmediatamente se puso a servir.

Son muchas las veces que estamos enfermos. No tenemos gana de nada. Algo nos impide amar y donarnos a los demás. Son enfermedades del alma que el Señor Jesús quiere y puede sanar.

¡Ánimo! En Jesús nuestras dolencias, enfermedades y pecados son eliminados y perdonados.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 4,38-44): En aquel tiempo, saliendo de la sinagoga, Jesús entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella. Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó; ella, levantándose al punto, se puso a servirles. A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y, poniendo Él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero Él, conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo. 
Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario. La gente le andaba buscando y, llegando donde Él, trataban de retenerle para que no les dejara. Pero Él les dijo: «También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado». E iba predicando por las sinagogas de Judea.

Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen

Jesús hablaba con una autoridad superior a la del mundo. Muchos líderes nos gobiernan y disponen sobre nosotros con una autoridad delegada. En cambio, el Señor tiene la autoridad que viene de su condición divina. Él es el hijo de Dios hecho hombre. ¿Por qué dudas de Él?

Muchos de ustedes que leen estas líneas puede ser que estén triste o atormentados por algún conflicto o problema particular. Piensan que nadie puede ayudarles. Hoy es bueno que sepas que Jesús tiene el poder y autoridad de sanarte, curarte, expulsar esos “demonios” que te hacen creer que tu vida no tiene futuro. 

¡Ánimate! Que la palabra de Jesús tiene poder de devolverte la vida y la alegría perdida. Dios te ama y te cuida siempre.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 4,31-37): En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes voces: «¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús entonces le conminó diciendo: «Cállate, y sal de él». Y el demonio, arrojándole en medio, salió de él sin hacerle ningún daño. Quedaron todos pasmados, y se decían unos a otros: «¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen». Y su fama se extendió por todos los lugares de la región.

Era hombre justo y santo

La historia de la humanidad está llena de hombres y mujeres que han dado hasta su vida por su coherencia entre Fe y vida. El mundo hoy necesita de seres humanos así. En una situación mundial donde todo es relativo se hace cada vez más  necesario el testimonio valiente frente a los peligros que enfrentan las buenas costumbres.

Juan El Bautista fue un hombre elegido por Dios. Un verdadero profeta que dio testimonio valiente de su Fe, iluminando con sus obras todas las realidades, incluyendo las políticas. Se tiene que ser muy valiente para para decirle al hombre más poderoso de su tiempo que está equivocado. Eso solo lo da la fuerza de la Fe. ¿Tú harías los mismo?

¡Ànimo! Que apoyados en la fuerza de Dios es que podemos hacer semejantes hazañas. Dios contigo, ¿quién contra ti?

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 6,17-29): En aquel tiempo, Herodes había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto. 
Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?». Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.

Estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre

La oración es fundamental para vivir nuestra existencia como verdaderos cristianos. La oración constante no es solo un mandato divino sino que también es la fuente de agua donde podemos encontrar la posibilidad de calmar nuestra sed de paz y alegría.

Nuestros Dios puede visitarnos de múltiples maneras. En algún acontecimiento nos puede visitar pidiéndonos de esta manera que actuemos como cristianos ante la prueba.

Por eso es importante estar en vela porque “no sabemos ni el día ni la hora”. ¡Ánimo! Seamos buenos siervos que en el momento que quiera el Señor nos encuentre siempre haciendo su voluntad.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 24,42-51): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso al frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Yo os aseguro que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda’, y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes».

Ven y lo verás

El Señor ha elegido personas concretas para manifestarse en el mundo. Las escrituras están llenas de nombre propios cada uno con historias de encuentros personales con Dios. ¿Cómo se hace esta experiencia?

Lo primero es que Dios es el que toma la iniciativa y nos elige gratuitamente. Nos invita a ver y descubrir su presencia amorosa en nuestras vidas. A través de las escrituras, los sacramentos, la catequesis y sobre todo el testimonio personal de hombres y mujeres que han hecho la experiencia de ser salvados por el Señor.

¡Ánimo! Esta vida que tenemos hoy es para ir en pos del Señor. Seguirle y amarle. En nuestra vida somos invitados por Dios a ajustar nuestros pasos a la ley de Dios: el amor.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 1,45-51): En aquel tiempo, Felipe se encontró con Natanael y le dijo: «Ése del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret». Le respondió Natanael: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?». Le dice Felipe: «Ven y lo verás». Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?». Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos!

Las escrituras tratan muy mal a los fariseos hipócritas. El mismo Jesús les llama fuertemente a conversión y les denuncia con dureza. ¿Por qué pasa esta situación?

Debemos cuidarnos con el testimonio que damos a los demás. Muchas veces podemos caer en el fariseísmo en el sentido de que exigimos el cumplimiento de normas y en nada se realiza en nosotros la ley del amor.

Una madre que obliga a su hijo a ir a misa pero que en el día a día se la pasa murmurando a todo el mundo es una contradicción. Esto quiere decir que su hijo posiblemente nunca tenga Fe porque ve en su madre una dicotomía entre Fe y Vida.

Cuidemos de ser como los fariseos. Que nuestro lenguaje y actuar sea basado en el amor. Este es el camino que quiere el Señor.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 23,13-22): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: ‘Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro del Santuario, queda obligado!’ ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que hace sagrado el oro? Y también: ‘Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado’. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él».

¿Cuál es el mandamiento mayor de la Ley?

Siempre estamos buscando la manera de cumplir con todo lo que se nos pide. Nos interesa quedar bien en todo, dar la talla, salir con buena valoración de los puestos y pasar con buenas notas las evaluaciones a la que somos sometidos. Parace que la misma actitud la tenían algunas personas en tiempos de Jesús.

Al Señor se le hace una importante pregunta. Tratando de hacerla en un lenguaje más cercano a nuestro tiempo sería: de todo lo que se dice en la escritura, ¿qué es lo más importante? Es como interesarse en lo que va a salir en el examen para estudiar más ese punto y asegurarnos que nos vaya bien a la hora de tomarlo.

La respuesta es magnífica: el amor. Si, tan simple, profundo y trascendente como eso. AMAR es lo más importante que debemos hacer. ¿Tú amas como ama Dios?

Hermano y hermana. Amar como Dios es amar al extremo hasta a nuestros enemigos. Es perdonar siempre, excusar siempre, entender siempre, en fin, que nuestra preocupación sea hacer feliz a los demás mediante el amor. Que hoy el Señor nos de la gracia de amar así. Amar en la dimensión de la Cruz.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 22,34-40): En aquel tiempo, cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?». Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas».

Proclama mi alma la grandeza del Señor

Jesús vino al mundo a manifestar el amor de Dios. El Señor nace de una persona muy especial. María, siendo virgen, da a luz por obra y gracia del Espíritu Santo, al salvador del mundo entero. Esto es de por sí un momento de gozo y alegría.

María es modelo de todo cristiano. En ella podemos aprender muchas cosas. La primera cosa que podemos imitar es su acción de gracias. María, madre de Jesús y madre nuestra, entonó un himno de alabanza al Señor. Es una proclamación llena de gozo donde canta a las maravillas que Dios ha hecho en su vida. ¿Tú haces los mismo?

Ciertamente tenemos la costumbre de ver siempre el vaso medio vacío. Estamos siempre contemplando lo que no tenemos. ¡Ánimo! El Señor te invita hoy a contemplar con alegría las maravillas que Dios ha hecho en tu vida. Solo así podemos ser felices como Dios quieres.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,39-56): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
Y dijo María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.

Ánimo!, que soy yo; no temáis

En muchos momentos de la vida nos encontramos en situación de sufrimiento o desesperación. Es como si estuviéramos en medio de una tormenta y llenos de temor no supiéramos que va a pasar con nuestras vidas. Son precisamente esos momentos los que nos hacen descubrir quién el nuestro Dios.

Aunque tengamos dudas o temores debemos tener la seguridad que el Señor siempre aparece “caminado sobre las aguas”. El mar es símbolo, en algunas culturas, de muertr y peligro. Por eso, en las escrituras, aparece Jesús caminado sobre ellas.

Si hay alguien que puede sacarte de la oscuridad, tristeza, depresión y dolor es el Señor Jesús. Él tiene el poder para hacerlo y quiero hacerlo por ti. Él nos ama y quiere que seamos felices. Nunca dudes de su amor.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 14,22-36): En aquellos días, cuando la gente hubo comido, Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la gente. Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí.
La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche vino Él hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar. Pero al instante les habló Jesús diciendo: «¡Ánimo!, que soy yo; no temáis». Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir donde tú sobre las aguas». «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!». Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?». Subieron a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios».
Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos. Le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados.