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Dicen y no hacen

La práctica cristiana no sirve para aparentar que somos buenos o superiores a los demás. Nuestra participación litúrgica no tiene como fin cumplir con normas para que nos vean cumplirlas. Nuestro cristianismos debe ser algo del corazón. Debe ser una expresión sincera del nuestro encuentro personal con Dios.

La hipocresía es uno de los males que más atacó Jesús. Nuestro Señor, sabiendo lo que hay en el alma humana, intenta llevarnos a la verdad, a la coherencia, a la integridad.

Seamos cristianos de verdad. Aquellos que busca a Dios de corazón. Seamos humildes y sepamos encontrar a nuestro Señor en nuestro interior. Solo ahí se le puede experimentar. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 23,1-12): En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame “Rabbí”.

»Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “Rabbí”, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie “Padre” vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar “Doctores”, porque uno solo es vuestro Doctor: Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».

Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes

No podemos reducir el cristianismo a un conjunto de preceptos morales. No debemos creer que un cristiano es aquel que se porta bien y cumple con sus deberes. Eso lo hacen muchas personas que ni siquiera creen en Dios. Por tanto, ¿cuál es la diferencia entre un hijo de Dios y alguien que ni siquiera cree en Jesús? La humildad.

Ser humilde es reconocer lo que somos, unos pecadores. El humilde siempre ve primeros sus debilidades, considera a los otros mejores que él y siempre busca hacer la voluntad de Dios porque sabe que es la única manera de ser feliz. El cristiano se siempre intensamente agradecido del amor de Dios porque sabe que es una gracia que no merece.

Seamos verdaderos cristianos. Seamos verdaderos hijos de Dios. Amemos como el Señor nos ama. Solo así seremos verdaderamente felices.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 8,14-21): En aquel tiempo, los discípulos se habían olvidado de tomar panes, y no llevaban consigo en la barca más que un pan. Jesús les hacía esta advertencia: «Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes». Ellos hablaban entre sí que no tenían panes. Dándose cuenta, les dice: «¿Por qué estáis hablando de que no tenéis panes? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Es que tenéis la mente embotada? ¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís? ¿No os acordáis de cuando partí los cinco panes para los cinco mil? ¿Cuántos canastos llenos de trozos recogisteis?». «Doce», le dicen. «Y cuando partí los siete entre los cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de trozos recogisteis?» Le dicen: «Siete». Y continuó: «¿Aún no entendéis?».

Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él

Este tiempo que vivimos aquí en la tierra sirve para hacer la voluntad de Dios. Nuestra existencia terrenal nos brinda la oportunidad de fortalecer nuestro espíritu y hacernos más cercanos de Dios. La razón de nuestra vida es amar a Dios. ¿Por qué nos cuesta trabajo lograrlo?

La verdad es que somos unos hipócritas. Nos creemos mejores que los demás. Pensamos que la vida nos viene de hacer lo que nos da la gana. Nos apoyamos en falsos supuestos de felicidad y nos enfocamos en ganar dinero, fama y afectos interesados. Nada de eso dura para siempre.

Hoy también tendremos una nueva oportunidad. Dios nos regala la posibilidad de cambiar de vida. De acercarnos humildes y sinceros al trono de la misericordia y hacernos uno con Él. ¡Ánimo! ¡Dios nos ama!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,54-59): En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: ‘Va a llover’, y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: ‘Viene bochorno’, y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».

Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán

A todos se nos envían profetas, ¿eres consciente de eso? Es decir, Dios se hace presente en nuestras vidas a través de personas concretas. Solo basta que seamos lo suficientemente humildes para reconocerles.

Un amigo, un compañero de trabajo, un familiar y hasta un desconocido que un día nos dirige la palabra puede ser ese enviado de Dios Padre que nos entrega un mensaje de parte de Dios.

El Señor habla a través de profetas. Nunca rechazamos sus mensajes. No seamos hipócritas que se creen mejores que los demás y no hay quien pueda hablarles. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,47-54): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron! Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis sus sepulcros. Por eso dijo la Sabiduría de Dios: ‘Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán’, para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación. ¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido».

Y cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas, buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca.

Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad

Jesucristo denunció insistentemente el pecado de la hipocresía. Por la predicación de Jesús parecería que era el más terrible de todos. Los fariseos y escribas eran el modelo de dicha falta. ¿En qué consiste?

El hipócrita es aquel que muestra por fuera una apariencia que no corresponde con la realidad. El hipócrita es alguien falso, mentiroso y manipulador. En su exterior da la impresión de hombre justo pero en su interior está lleno de pecado contrarios a lo que habla o hace por fuera.

Jesús nos invita a tener integridad y coherencia de vida. Nos llama a buscar cumplir la ley como fruto de la gracia de Dios. Nos da el camino de la santidad y de la verdad basado no en el cumplimiento de una ley externa.

¡Ánimo! Seamos sinceros y verdaderos ante los ojos de Dios. Busquemos siempre la verdad en Dios. Amén

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 23,27-32): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ‘Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!’. Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!».

Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar

El Amor es más que una ley escrita. Las enseñanzas de Jesús no son un moralismo ni legalismo. Jesucristo no ha venido a exigir el cumplimiento de una norma externa. Lo que nos ofrece es el camino de una liberación gratuita mediante la transformación de nuestro corazón. ¿Cómo lo hace el Señor?

Jesús nos invita a entrar en la Iglesia y en algunos casos volver a entrar. Nos invita a profundizar en nuestra Fe hasta hacerla crecer. Nos invita a recibir el Amor de Dios en nuestros corazones para poder compartir el mismo con los demás. Esa es la ley que quiere Dios. ¿Estás dispuesto?

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 23,13-22): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: ‘Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro del Santuario, queda obligado!’ ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que hace sagrado el oro? Y también: ‘Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado’. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él».

¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda?

¡Por favor! No podemos reducir el cristianismo a una serie de normas morales que debemos cumplir. El cristianismo es otra cosa. Es la experiencia de un Dios que nos ama y se manifiesta en nuestros corazones a través del Espíritu Santo.

En todas las generaciones hay fariseos y escribas. Personas que convierten la religión en un instrumento de beneficio personal. Instrumentalizamos la palabra de Dios para someter a los demás a proyectos e iniciativas que no tienen nada que ver con la voluntad de Dios.

La buena noticia que hoy podemos renovar es que Dios es misericordia y que la gran ley divina es el amor. ¡Ama y haz lo que quieras!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 23,13-22): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: ‘Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro del Santuario, queda obligado!’ ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que hace sagrado el oro? Y también: ‘Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado’. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él».

Sepulcros blanqueados

La gran dificultad que podemos tener aquellos que hemos nacido en la Iglesia es creernos buenos, superiores a los demás. Ha esto se le llama fariseismo. Es decir, que como cumplimos una serie de normas y leyes religiosas, es vez de ayudarnos a ser más humildes, con el cumplimiento de dichos preceptos aumentamos nuestro ego.

Jesús nos invita a desprendernos de todos estos esquemas falsos. Nos invita a la sinceridad y la humildad. Nos hace un llamado a dejarnos denunciar y acusar de la palabra todos los días para que ella pueda surtir efecto positivo en nuestro camino de conversión.

Dejemos los fariseismos e hipocresías de nuestra vida. Saquemos las actitudes soberbias y puritanas. El mundo necesita de cristianos humildes y enamorados de Dios, no porque lo merecemos, sino porque el en su inmenso amor a dado la vida en Jesucristo por los malvados y pecadores como nosotros.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 23,27-32): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ‘Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!’. Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!».

No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido

La ley de Dios es el amor. Muchos pensamos que ser buena persona; o mejor dicho, un buen cristiano mendiante el cumplimiento de normas y prescripciones. Reducimos la Fe a la práctica piadosa de ciertas devociones. El verdadero cristianismo se da en los profundo del corazón de alguien que está dispuesto hacer la voluntad de Dios. 

La Fe se demuestra con las obras. Y la obra más grande que se puede hacer es amar. ¿De qué nos sirve ir a la oración semanal si no podemos perdonar a nuestro hermano? ¿De que te sirve leer la Biblia si no pones en práctica sus mandatos?

El resumen de toda ley es el Amor. Hoy es importante amar. Dicen los santos: “Ama y haz lo que quieras”.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,47-54): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron! Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis sus sepulcros. Por eso dijo la Sabiduría de Dios: ‘Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán’, para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación. ¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido».
Y cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas, buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca.

Sácate primero la viga de tu ojo

Estamos siempre mirando los defectos de los demás. Somos rápidos al señalar las cosas mal que hacen los demás, ¿y tú? ¿Alguna vez te has dado cuenta de tus errores?

La raíz de todos los problemas en las relaciones humanas está en que pensamos que tenemos razón, que los demás están equivocados, en fin, que somos mejores que los demás.

Si quieres paz con los demás considera a los otros superiores a ti. Haz como ha hecho Jesús, que siendo hijo de Dios, desde la cruz perdono a todos y pidió a Dios que tuviera paciencia con todos. Primero fíjate en tus defectos antes de mirar los de tu prójimo. Eso es principio de amor y paz.

Leer:

En aquel tiempo, ponía Jesús a sus discípulos esta comparación:

–¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?

Un discípulo no es más que su maestro, si bien cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «hermano, déjame que te saque la mota del ojo, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.