Las prácticas religiosas son muy comunes en nuestros países latinoamericanos con gran tradición cristiana. Siempre me ha impresionado cuando estoy en cualquier reunión académica y alguien se le ocurre decir que hagamos una oración. Todos aceptan e inmediatamente cierran los ojos y levantas las manos para orar. Es decir, nuestra sociedad es altamente religiosa.
Las manifestaciones externas de nuestro Fe ayudan mucho a los demás. Hoy en día, es de valientes andar con la Biblia y leerla en público. Siempre ayudan estos signos.
Sin embargo, cuando hacemos estas cosas debemos cuidar la intención con que lo hacemos. Si la idea es decirle a quien nos rodea que somos mejores que ellos o mostrar una apariencia de bondad, estamos totalmente equivocados.
La practica de la Fe no debe ser nunca para aparecer como buenos o mejores que los demás. Nuestra Fe es para mostrar signos, claro está, pero a Dios se le encuentra en lo secreto de nuestro corazón.
Nuestra Fe y nuestra vida deben estar en plena comunión. Nuestras acciones deben mostrar que verdaderamente somos hijos de Dios. Esto solo es posible si hacemos encuentro profundo y personal con Dios en nuestro corazón.
¡Ánimo! Que Dios, viendo en lo secreto, te recompensará.
Leer:
Texto del Evangelio (Mt 6,1-6.16-18): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
»Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
»Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará».