Archivo por meses: junio 2015

Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos

Hacer justicia es darle a cada quien lo que le corresponde. El justo es aquel que se ajusta a las leyes y por tanto hace lo que tiene que hacer según las normas y los mandamientos. ¿Es diferente la justicia en el cristianismo?

El Señor Jesús nos ha mostrado el verdadero camino de la Justicia: el Amor. Lo que corresponde a cada uno de los seres humanos es el amor. Amar es hacer justicia. La caridad con los mas necesitados es hacer justicia con ellos. Toda la ley y los profetas se resumen en amar a Dios y al prójimo como a ti mismo.

¿Quieres ser justo hoy? ¡Tienes la oportunidad! Ama a todos y todas. Dale a tu prójimo lo que le corresponde: el amor de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,20-26): En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos. 
»Habéis oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal’. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano “imbécil”, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame “renegado”, será reo de la gehenna de fuego.
»Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».

No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas

Para poder vivir en sociedad deben existir leyes. Los grupos sociales se organizan y mantienen un orden gracias a las normativas que rigen el comportamiento de las personas. Si no existiera un aparato legal o jurídico la vida en sociedad seria un caos.

El pueblo de Israel era el llamado pueblo de la Torah o de la Ley. Desde que Moisés bajó del monte Sinaí con las tablas de la Ley, el llamado pueblo de Dios se ajustaba por un conjunto de mandamientos que normaban la vida de los judíos. Jesús, como buen judío, conocía y cumplía muy bien con la ley de Dios. Entonces, ¿cuál es la novedad?

Jesús instaura una nueva “economía” o realidad. Hace que se ponga más énfasis en el espíritu de la ley. Dice que la ley tiene un fin muy concreto: ayudarnos a llegar a Dios.

Hoy Dios nos invita a cumplir la ley del Amor. Amemos a todos y todas en este día incluyendo a los que no han hecho daño y descubrirás lo maravilloso de la Ley de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,17-19): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos».

Vosotros sois la sal de la tierra

Los hechos valen mas que las palabras. Las personas necesitan de buenos ejemplos para poder ser mejores personas. Los “ejemplos a seguir” son hombre y mujeres que se han destacado por alguna acción buena o sobresaliente. Sin alguien que nos inspire es difícil ser mejor cada día. Lo mismo sucede en la Fe.

Las escrituras están llenas de personajes. Historias y relatos cuentan los hechos de personas concretas que se han destacado por sus experiencias diversas con Dios. Ellos nos invitan a pensar que si Dios hizo una obra de salvación con ellos también puede hacerla con nosotros.

La luz no se pone debajo de la mesa. Cuando hay alguien que tiene un testimonio sincero y maravilloso de Dios es invitado a ponerlo al descubierto para que todo aquel que lo escuche o vea crea a Dios Padre.

¡Esta es la buena noticia! Mostremos al mundo la luz de Dios que ilumina nuestra vida.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,13-16): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».

Bienaventurados los pobres de espíritu

La madre de todas ciencias es la filosofía. Lo primero que hizo el hombre de la antigüedad fue filosofar. Su pensamiento reflexivo le llevo a tomarse en serio su vida y el propósito de la misma. Filosofía significa amor por la sabiduría y ser sabio es lo mismo que ser feliz. Desde siempre la humanidad ha buscado la felicidad. ¿Cuál es la respuesta que da el cristianismo a esta realidad?

Jesús se lleva a parte a sus discípulos y les enseña en que consiste la felicidad cristiana. La clave para entenderla es que el Señor ha venido por aquellos que son “pobres de espíritu”. Lo que lloran, lo que sufren, los que tienen “sed y hambre” de justicia, los perseguidos y los que su vida no tiene sentido pueden ahora en Jesús ser felices. Ser dichoso es abrir el corazón a la salvación que ofrece Jesús. Se puede ser feliz porque Dios ofrece a todos la dicha y la salvación.

¿Te encuentras hoy en tristeza? ¿Sientes que eres pobre de espíritu? ¡Alégrate! Porque de personas como tú es el Reino de Los Cielos. 

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,1-12): En aquel tiempo, viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros».

La muchedumbre le oía con agrado

Escuchar a un buen conferencista o charlista es un placer. El hombre o la mujer que habla tiene el poder de inspirar, convencer y alentar a la audiencia que le escucha. Es un don muy especial que alguien con el solo uso de la palabra pueda transformar la vida de las personas.

Jesús, nuestro Señor, hablaba como “quien tiene autoridad”. Su doctrina encantaba a la gente. Les hablaba en un lenguaje directo, sencillo, y sobretodo con mucho amor. Eso último es la clave del éxito de Jesús en su labor misionera. 

Jesucristo ama a quien predica. Sus palabras son confirmadas por sus obras. Manifiesta en todo momento que verdaderamente es hijo de Dios enviada para salvarnos, para ¡Salvarte! Confía en Jesús, que el siempre te amará.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 12,35-37): En aquel tiempo, Jesús, tomando la palabra, decía mientras enseñaba en el Templo: «¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? David mismo dijo, movido por el Espíritu Santo: ‘Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies’. El mismo David le llama Señor; ¿cómo entonces puede ser hijo suyo?». La muchedumbre le oía con agrado.

No es un Dios de muertos, sino de vivos

Acostumbrados a vivir en esta realidad no nos imaginamos como será la vida futura. El último siglo de la historia de la humanidad ha sido de progreso de la ciencia y la técnica pero esto ha producido un alejamiento de Dios. Confiamos más en las explicaciones de la ciencia que en las revelaciones divinas. La humanidad, por primera vez en su historia, puso en duda la existencia misma de Dios.

En los tiempos de Jesús también había sus dudas sobre temas espirituales.  Había un sector de la población que no creía en la resurreción de los muertos. Sus vidas, por tanto, no tenían trascendencia.

La promesa de una vida después de la muerte es parte central del cristianismo. Creer que Dios es tan bueno y tan misericordioso que no nos creó para la muerte sino que ha querido, mediante de la resurrección, darnos vida eterna, para muchos es difícil de creer.

Pues esta es la buena noticia. DIOS ha vendicido definitivamente la muere y nuestras muertes mediante su hijo Jesucrito. Ya no tenemos que tener miedo por nada. Jesús ha resucitado y nos llevará con Él a un mundo hermoso y de eterna felicidad.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 12,18-27): En aquel tiempo, se le acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan que haya resurrección, y le preguntaban: «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno y deja mujer y no deja hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. Eran siete hermanos: el primero tomó mujer, pero murió sin dejar descendencia; también el segundo la tomó y murió sin dejar descendencia; y el tercero lo mismo. Ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos, murió también la mujer. En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer».
Jesús les contestó: «¿No estáis en un error precisamente por esto, por no entender las Escrituras ni el poder de Dios? Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán como ángeles en los cielos. Y acerca de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, cómo Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? No es un Dios de muertos, sino de vivos. Estáis en un gran error».

¿Es lícito pagar tributo al César o no?

Hay personas que buscan en la religión un refugio o alineación. Piensan que al ir a la Iglesia de alguna manera “se blindan” de lo malo o de acontececimientos no deseados. Creemos que estar en la Iglesia es estar por encima del bien y del mal.

Se acercar a Jesús para presentarles temas sociales y políticos. Le preguntan: ¿tenemos que pagar impuestos? Lo que podría interpretarse de la siguiente manera “¿Estás de acuedo que le paguemos un impuesto injusto a estos tiranos?”

Jesús responde con sabiduría. Dice que debemos cumplir con la leyes de nuestra sociedad. Nos invita a darle todo a Él pero sin descuidar nuestros compromisos terrenales. La ley divina no está por encima de la ley de los hombres, lo que hace es llevarla a plenitud. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 12,13-17): En aquel tiempo, enviaron a Jesús algunos fariseos y herodianos, para cazarle en alguna palabra. Vienen y le dicen: «Maestro, sabemos que eres veraz y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios: ¿Es lícito pagar tributo al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar?». 
Mas Él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea». Se lo trajeron y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?». Ellos le dijeron: «Del César». Jesús les dijo: «Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios». Y se maravillaban de Él.

La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido

En la vida se le da verdadera importancia a pocas cosas. Si queremos saber que es lo realmente importante basta verificar que tiempo se dedica o cuanto dinero se invierte en eso. Muchas veces nos equivocamos y no nos damos cuenta de lo que realmente importa en nuestra vida.

El Señor nos envía ángeles a nuestra vida y no precisamente con alitas y vestidos de blanco. Son personas y acontecimientos que tienen el poder de hacernos mejores, fortalecernos, sanarnos y salvarnos. No necesariamente tienen que tener apariencia de bien. Lo que si producen en nosotros son buenos frutos de amor y paz.

Jesús fue enviado a su viña y le rechazaron. Los hombres de su tiempo no entendieron el mensaje. Rechazaron sin darse cuenta el amor de Dios. ¡Qué no nos pace s nosotros lo mismo!

Acoge con humildad y corazón abierto a esas personas o acontecimientos que te llevan a Dios. Solo así puedes encontrar la felicidad que Dios quiere para tí.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 12,1-12): En aquel tiempo, Jesús comenzó a hablarles en parábolas: «Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores, y se ausentó. 
»Envió un siervo a los labradores a su debido tiempo para recibir de ellos una parte de los frutos de la viña. Ellos le agarraron, le golpearon y le despacharon con las manos vacías. De nuevo les envió a otro siervo; también a éste le descalabraron y le insultaron. Y envió a otro y a éste le mataron; y también a otros muchos, hiriendo a unos, matando a otros. Todavía le quedaba un hijo querido; les envió a éste, el último, diciendo: ‘A mi hijo le respetarán’. Pero aquellos labradores dijeron entre sí: ‘Éste es el heredero. Vamos, matémosle, y será nuestra la herencia’. Le agarraron, le mataron y le echaron fuera de la viña. 
»¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y dará muerte a los labradores y entregará la viña a otros. ¿No habéis leído esta Escritura: ‘La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?’».
Trataban de detenerle —pero tuvieron miedo a la gente— porque habían comprendido que la parábola la había dicho por ellos. Y dejándole, se fueron.