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Amad a vuestros enemigos

¡Qué difícil! ¿Quién ama así? El evangelio suena, algunas veces, muy duro e imposible de cumplir. Dice que amemos a los que nos hacen mal. Nos invita a bendecir a aquellos que nos maldicen. Además, como algo extremo, dice que debemos dejar que nos hagan mal. Impresionante.

Dios es aquel que ha enviado al mundo a su hijo Jesucristo para mostrar su amor. Este amor no encaja en estereotipos “Light” de cariño afectivo. El amor divino es donación radical y total. Jesús sube a la cruz para morir por todos para que a través de su obediencia puedan ser rescatados de la muerte todos los que han muerto por causa del pecado. Amar así es vivir en plenitud.

¡Atentos! No podemos, humanamente, amar así. Solo se alcanza la caridad mediante la docilidad interior a los impulsos del Espíritu Santo. Es una gracia que baja del cielo. Se da cuando Dios lo concede. Así que, apoyados en Jesús, amemos a todos, especialmente a nuestros enemigos. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 6,27-38): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente. Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los ingratos y los perversos.

»Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá».

No resistáis al mal

La esencia del cristianismo no es moral, ideológico o filosófico. El centro de nuestra fe consiste en una experiencia de encuentro con un resucitado. Jesús está vivo hoy y nos demuestra su amor. El Señor nos invita a resucitar con Él.

Los cristianos pensamos que cumplimos con la voluntad de Dios cuando vamos a la liturgia, no hacemos mal a nadie o rezamos con cierta frecuencia. Eso mismo hacen los musulmanes, budistas o judíos. Lo que nos diferencia de todos ellos es que nosotros estamos invitados a amar a nuestros enemigos. ¿Quién puede hacer algo tan fuera de toda lógica?

Si hermanos. El sello distintivo de todo cristiano es amar con Cristo nos ha amado. Amar en la dimensión de la Cruz. Perdonar a todos y todas. Solo así seremos cristianos auténticos. No hay otra forma de mostrar la verdadera naturaleza de Dios. Amemos así con la ayuda de la gracia divina. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,38-42): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda».

Amad a vuestros enemigos

¿Amar a los enemigos? ¿Cómo así? ¡Eso es imposible! ¿Amar a quien te ha traicionado, mentido, hecho algún mal? Eso solo lo puede hacer Dios. No está al alcance de los seres humanos.

Por eso, la buena noticia que nos da Jesús no es que podemos ser buenos o que debemos cumplir una serie de normas. La buena noticia consiste en que el Señor nos quiere regalar una nueva naturaleza. Nos pasa de la muerte a la vida a través del Espíritu Santo. Es decir, que quiere que seamos verdaderos hijos de Dios, que tengamos su naturaleza divina que es capaz de amar a todos, incluyendo a los enemigos.

Eso no es algo que está al alcance de nuestras fuerzas. Para lograrlo, es importante se humildes y esperar que Dios nos lo regale como un don. El Señor nos ama ciertamente y quiere que seamos espejos de ese amor divino mostrándolo toda la humanidad. Dile si a este hermoso proyecto de nuestro amado Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 6,27-38): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente. Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los ingratos y los perversos.

»Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá».

Dejándolo todo, le siguieron

En Jesús podemos encontrar sentido a nuestra vida. Él nos da una misión y nuestro deber en cumplirla a lo largo de nuestra existencia. Una clave importante de la felicidad es realizar el proyecto que Dios ha diseñado para nosotros.

Jesús vino al mundo a cumplir la misión que Dios le había encomendado. La clave era salvar a todos de la esclavitud del pecado. Pero el Señor no lo hizo solo. Invitó a sus apóstoles a participar en dicha misión. Les encomendó lo mismo: pescar almas.

Digamos si al llamado de Dios. Dejemos nuestras preocupaciones superficiales y nuestras idolatrías falsas. Entreguemos nuestra vida al Señor para que en nosotros se realice su proyecto de salvación. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 5,1-11): En aquel tiempo, estaba Jesús a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios, cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar». Simón le respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes». Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían. Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador». Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres». Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.

El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará

El camino de seguimiento cristiano tiene como fundamento el amar a Dios con todo el corazón, el alma y las fuerzas. Es decir, nuestro Dios está por encima de todas las cosas de las cuales muchas veces nos hacemos ídolos.

En el transcurso de la vida podemos apegarnos a las cosas de este mundo. Podemos caer en la tentación de tener una relación desordenada con los afectos, el dinero y demás bienes materiales. El Señor nos llama a liberarnos de todas las ataduras y seguirle asumiendo la cruz o sufrimiento de cada día.

Nuestro Señor es un Dios de vivos. El Señor nos libera de toda esclavitud. Nuestro Salvador y Mesías, hijo único de Dios, nos invita a tenerle a él como único Dios. ¡Seamos libres! ¡Vivamos en la gracia del Señor!

Leer:
Texto del Evangelio (Mt 10,34–11,1): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él.

El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa».

Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

Amad a vuestros enemigos

Sinceramente, ¿tú amas a tus enemigos? Dime la verdad, ¿oras por aquellos que te han hecho mal? ¿Bendices a las personas que te insultan, te hacen alguna injusticia, te critican o difaman?

El ser humano no puede amar al enemigo. Es algo imposible para sus fuerzas naturales. Necesita una ayuda sobrenatural. Necesita ser transformado mediante la sangre preciosa de Jesús que da la vida por nosotros, muere y resucita, para mostrarnos su amor.

San Juan dice en sus cartas que podemos amar al hermano porque Dios nos ha amado primero. Es decir, que cuando éramos una malvados y pecadores, el Señor nos amó y dio la vida por nosotros. Ser hijos de Dios es precisamente amar de esa manera, amar incluyendo a los enemigos. ¿Tú amas así?

Tranquilos. No nos desanimemos. Dios nos dará la gracia, en cada momento particular, de amar como Cristo ama, en la dimensión de la Cruz. Lo hará el Señor, no nosotros. ¡Ánimo!

Leer:
Texto del Evangelio (Mt 5,43-48): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial».

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando

¡Es una gran bendición tener un amigo! Los libros sapienciales hablan del valor de la amistad y de la importancia de tener alguien a quien uno pueda amar y confiar. Se dice en la Palabra de Dios que “el amigo fiel no tiene precio” Eclo 6,15. Pero claro, la relación de amistad humana es un simple reflejo de la más grande amistad que podemos establecer: ser amigos de Dios.

Nuestro Dios, en Jesucristo, ha querido estar cerca de nosotros. Ya no es un Dios lejano, aprendido en la escuela o en la casa, que vive en el cielo y está ajeno a nuestros problemas. No, no es así en el cristianismo. Nuestro Dios se manifiesta en la historia, se hace presente amorosamente en nuestra vida, con él podemos dialogar todos los días a través de la oración.

Seamos amigos de Dios. ¿Cómo puede ser esto? Amándonos como Él nos ama. Perdonando todos los días a los que nos ofenden y amando a todos como a nosotros mismos. Hermanos, quien ama es un verdadero amigo de Dios. ¿Estás dispuesto? ¡Pues adelante!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 15,12-17): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Éste es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros».

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor

¿Cuál es el principal mandamiento de Dios? Amarle a Él con todo el corazón, el alma y las fuerzas; y al prójimo como a uno mismo. Es decir, toda la ley y preceptos del Señor se resumen en una palabra: amar.

No podemos reducir el cristianismo a un moralismo o algún tipo de estilo de vida ético. El cristianismo es un acontecimiento, un encuentro personal y profundo con el amor de los amores: Dios. Somos transformados es hijos de Dios sobre la base del gran amor y misericordia que él nos muestra día a día. Podemos amar, si abrimos nuestro corazón al Señor, cuando nos sentimos amados por Dios. Su amor lo cura todo, lo sana todo.

¡Ánimo! Vamos a permanecer en el amor. No cumplamos ritos pensando que hasta ahí llega el mandato de Dios. ¡Amemos! Piensa de que manera puedes amar más a los que te rodean y ya verás que con la ayuda de Dios, serás más feliz, tendrás vida eterna. Amén.

Leer:
Texto del Evangelio (Jn 15,9-17): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.

»Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

»No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros».

Si alguno me ama, guardará mi Palabra

¿Cuál es el más importante mandamiento de Dios? Amarle con todo el corazón, el alma y las fuerzas. ¿Y cómo podemos hacerlo? Dejándonos amar por Él.

Lo primero que hace Dios es manifestar su amor. En Jesucristo nos ha mostrado en plenitud su naturaleza. Él nos ama tanto que quiere hacerse uno con nosotros. Así es Dios, amor total hacia nosotros.

Nadie puede amar si antes no se siente amado. Es por eso que Dios perdona nuestros pecados, nos saca de nuestras tinieblas y nos lleva a su luz admirable. Lo primero que hace es transformar nuestro corazón de piedra en uno de carne para que también nosotros podamos amar como él nos ama. ¿Has perdonado hoy? ¿Te has reconciliado con las personas con que tienes algún problema? ¿Le has dicho a ese prójimo que te cuesta tanto entender que le amas?

La ley es amar a Dios y al prójimo como a uno mismo. Es un amor, que habitando en nosotros, nos reconcilia con nuestra historia y con el mundo entero. Cumplir los mandamientos es amar a Dios y amar al prójimo. Ese es el camino de la vida. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 14,21-26): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él». Le dice Judas, no el Iscariote: «Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?». Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado. Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho».

Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal

Practicar el amor es la mejor manera de preparar la pascua en esta cuaresma. Si queremos ser buenos cristianos, amemos a nuestro prójimo como Cristo nos ama: en la dimensión de la Cruz.

Amar a todos implica no maltratar, insultar ni hablar mal de nadie. Ese es un mandamiento radical. No tiene ninguna interpretación fuera de que miremos primero nuestra viga en el ojo antes de mirar la paja en el ojo del prójimo. ¿Dispuesto a cumplir esta palabra? Empieza ahora. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,20-26): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal’. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano “imbécil”, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame “renegado”, será reo de la gehenna de fuego.

»Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».