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Dejándolo todo, le siguieron

En Jesús podemos encontrar sentido a nuestra vida. Él nos da una misión y nuestro deber en cumplirla a lo largo de nuestra existencia. Una clave importante de la felicidad es realizar el proyecto que Dios ha diseñado para nosotros.

Jesús vino al mundo a cumplir la misión que Dios le había encomendado. La clave era salvar a todos de la esclavitud del pecado. Pero el Señor no lo hizo solo. Invitó a sus apóstoles a participar en dicha misión. Les encomendó lo mismo: pescar almas.

Digamos si al llamado de Dios. Dejemos nuestras preocupaciones superficiales y nuestras idolatrías falsas. Entreguemos nuestra vida al Señor para que en nosotros se realice su proyecto de salvación. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 5,1-11): En aquel tiempo, estaba Jesús a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios, cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar». Simón le respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes». Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían. Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador». Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres». Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.

Al instante, dejando las redes, le siguieron

¿Tenemos una actitud de disponibilidad radical al servicio de Dios? Raras veces. ¿Por qué? Porque estamos en nuestros proyectos particulares. Vivimos como si nunca fuéramos a morir, acumulando bienes, afectos e ídolos en este mundo. Dios nos llama a cambiar porque la apertura a su voluntad es la clave de la felicidad.

Hoy el Señor nos llama. ¡Claro! ¡Así es! Nos dice que nos envía en misión a dar signos en medio de nuestro trabajo, nuestras amistades y nuestra familia. Los cristianos tenemos la misión de hacer presente el amor de Dios donde quiera que estemos. Seamos como Simón, Andrés, Santiago y Juan: dispuesto a partir a donde Dios nos envíe. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 1,14-20): Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva». Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres». Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras Él.

No temas. Desde ahora serás pescador de hombres

¿Has recibido la llamada por parte de Dios para ser pescador de hombres? Todos los cristianos somos enviados, por él bautismos, a ser sal, luz y fermento de la tierra. El mundo está necesitado de un ser testimonio valiente y coherente de todos los que formamos parte del pueblo de Dios.

Muchos estamos en nuestros temas. Los laicos estamos insertados en el mundo mediante diferentes servicios y oficios. Es precisamente en ese contexto donde debemos dar testimonio valiente de nuestra Fe.

¡Ánimo! No tengamos miedo. Dios nos ha elegido y nos da su espíritu para que podamos evangelizar el mundo entero.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 5,1-11): En aquel tiempo, estaba Jesús a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios, cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar». Simón le respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes». Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían. Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador». Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres». Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.

El Reino de los Cielos

Nos toca vivir en medio del mundo. Es decir, estamos llamados a vivir en el mundo pero tener nuestro corazón en el cielo. Aquellos que hemos sido elegidos por Dios para ser cristianos, tenemos la misión de vivir en una dimensión nueva y diferente. Estamos llamados a acoger y vivir en el Reino de Dios.

Jesús se pasó su misión anunciando que el Reino de los Cielos había llegado. Con sus palabras y obras instauraba una nueva realidad. Ya no teníamos que vivir en luto, llanto o pesar. Él manifestaba el amor de Dios que todo lo cambia y purifica.

¡Ánimo! Alégrate en el Señor. El reunio de los Cielos ha llegado ya.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 13,47-53): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto?» Dícenle: «Sí». Y Él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo». Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí.