Nadie puede amar como Dios ama. El Señor manifestó en Jesús la verdadera naturaleza del amor. El verdadero amor, el llamado cristiano, es amar en la dimensión de la Cruz. Es amar al prójimo aunque en algún momento sea tu enemigo. Amar es dar la vida por los demás. Amar es perdonar siempre, excusar siempre y perdonarlo todo! Es dejarse matar por los demás. Amar es subir a la cruz y dar la vida por todos, malos y buenos, pecadores y justos. ¿Tú tienes ese amor?
Alguno puede ponerse tristes. Decir que “eso no es posible”. Es pensar que el cristianismo es un esfuerzo. ¡Eso no es verdad! Ser cristiano es un don que nos viene de lo alto. No podemos ser justo en nuestras fuerzas. Esa es una gracia que nos da el Señor gratuitamente si abrimos nuestro corazón y estamos dispuesto a hacer la voluntad de Dios.
Pedro lo experimentó. El también dejó solo a su maestro. Lo negó tres veces. No supo dar la vida por su líder. Es por eso que cuando Jesús le pregunta, ¿me amas? el dice tres veces que si… pero en la tercera agrega “tú lo sabes todo”. ¡Claro! Jesús sabe muy bien que Pedro es un traidor, un pecador. Pero más que eso, sabe que su misericordia puede transformar el corazón de Pedro. Para que él pueda amar debe experimentar primero el amor profundo de Dios.
¡Ánimo! Lo que tenemos es creernos y apoyarnos en el amor de Dios. Esa es la clave. Eso es ser cristianos.
Leer:
Jn 21,15-19: Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas.
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro:
- «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?»
Él le contestó:
- «Sí, Señor, tú, sabes que te quiero.»
Jesús le dice:
- «Apacienta mis corderos.»
Por segunda vez le pregunta:
- «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le contesta:
- «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Él le dice:
- «Pastorea mis ovejas.»
Por tercera vez le pregunta:
- «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó:
- «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice:
- «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.»
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió:
- «Sígueme.»