Archivo por meses: abril 2016

No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros

La elección de Dios es un misterio de misericordia y amor. Nos han enseñado que hemos sido nosotros los que elegimos ser buenos y cristianos. Que hicimos una opción por Dios y a partir de esta decisión nuestra no entendemos porque otros no hacen lo mismo.

La verdad es que Dios, en su plan de salvación con cada uno de nosotros, es que nos elegido. La iniciativa de amor ha sido de Él. 

Con sorpresa leí ayer que en Islandia todas las personas menores de 25 años se han declarado ateos. ¡Impresionante! Informan, como si fuera un avance, que son el primer país del mundo en contar con una generación entera de ateos. ¿Por qué ellos no han elegido a Dios? ¿Por qué Dios con ellos no ha tenido la iniciativa? Es un misterio.

Lo que sí es cierto es que Dios nos pide que amemos a esa generación y a todas las que como ellos a lo mejor ni creen en Dios. Estamos invitados a amarnos y amar a todos los hombres y mujeres del mundo. Hemos sidos elegidos por Dios para el amor en todas sus dimensiones. ¿Estás dispuesto?

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 15,12-17): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Éste es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros».

Permaneced en mi amor

El amor es la fuerza que mueve todo. En todas las cosas que hacemos diariamente buscamos amar y ser amados. Sin amor nadie puede vivir. 

En el Señor podemos encontrar la expresión plena del amor. Nadie nos ha amado o puede amarnos como Dios. El nos ama hasta el extremo. Nos ha amado tanto que nos ha dado a su hijo unigénito para que en Él pudiéramos tener vida eterna. 

Abrir nuestro corazón al amor de Dios es fundamental. Hoy volvemos a tener esa oportunidad. Ama a todos, incluyendo a tus enemigos. Ámate y manifesta ese amor en todo lo que hagas. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 15,9-11): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado».

La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos

Jesús siempre toma ejemplos de la naturaleza y las costumbres de la época para hablarles y predicarles a los hijos de Israel y a los hombres y mujeres de su tiempo. En contacto permanente con la naturaleza encuentra siempre elementos que pueden aplicarse a la vida de Fe. Uno de ellos es el de la Viña, los frutos y el Viñador.

El Señor nos invita a permanecer en Él como el Sarmiento a la vid. Solo así podemos dar frutos de vida eterna. Solo así podemos ser verdaderamente felices.

Nadie se salva solo. Ciertamente nuestra experiencia de Dios es individual pero debemos saber que también los hermanos y los prójimos que Dios pone en nuestra vida son necesarios para nuestra salvación. Permanecer en la Vid también es igual a permanecer en la Iglesia. 

Hoy el Señor nos invita a eso: Dar frutos. Eso solo es posible si estamos siempre en la gracia de Dios. Con su ayuda podemos hacerlo.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 15,1-8): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos».

Os dejo la paz, mi paz os doy

 Qué maravillosa es la escritura que contiene el mensaje de nuestro Señor para nosotros. Jesús habla a sus discípulos y les da un mensaje de paz y amor.

Hoy, ¿tú corazón está turbado? ¿Te sientes preocupado o cansado? ¿Sientes que algo te falta o que tu vida podría ser mejor? En el Señor podemos encontrar descanso, paz y consuelo.

El centro del mensaje de nuestro Dios es que Él nos ama y quiere que seamos verdaderamente felices. ¡Ánimo! Ha llegado el momento de que te lo puedas creer.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 14,27-31a): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis oído que os he dicho: ‘Me voy y volveré a vosotros’. Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis. Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún poder; pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado».

ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación

Durante mucho tiempo se creyó que el envío a la misión o predicación correspondía solamente a un tipo específico de religiosos o personas consagradas para tale fines.

Si reflexionamos en el evangelio respecto a este tema nos damos cuenta que el mismo Jesús los envió a todos y todas a la misión. Eso quiere decir que por el hecho de ser sus discípulos todos eran partícipes de este envío que hacía. Ciertamente hay siempre en la comunidad cristiana algunos que hacen visible este carácter profético del bautismo. Son aquellos que se dedican a tiempo completo a la misión. Sin embargo, esto no quita que estemos todos llamados a ser testigos del amor de Dios.

En tiempo de Pascua es fundamental que podamos, con nuestras palabras y obras, anunciar el amor de Dios a todos los que nos rodean. ¡Ánimo!

Leer:

Mc 16,15-20: Proclamad el Evangelio a toda la creación.
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: 
«ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»
Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban

Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida

Jesús siempre ha dado un mensaje de esperanza. Nos asegura que el que crea en Él tendrá vida eterna y un lugar en su reino. Nos ofrece recorrer el camino de vida a través de Él y así vivir en la verdad desde hoy. La verdad es el amor.

Hoy nuestro Dios dice: no se turbe nuestro corazón. Tenemos la alegría de vivir un tiempo maravilloso donde vivimos la resurrección día a día en nuestra vida.

¿Cuál es el camino? El amor. Amemos a los nuestros y hasta nuestro enemigos. Resucitar significa que podamos amar a Dios, al prójimo y a nosotros mismos. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 14,1-6): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino». Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí».

Quien acoja al que yo envíe me acoge a mí

En el mundo hay muchas religiones. De hecho, un porcentaje alto de los seres humanos que habitamos este planeta estamos en una religión. Nosotros somos cristianos. ¿Qué significa serlo?

Nuestro Jesús nos dio ejemplo. Ser cristiano es ser otro Cristo aquí en la tierra. Y, ¿qué hace Él para que podamos imitarlo? 

Jesús es uno con Dios. En Él conocemos la naturaleza de Dios. Nuestro Señor muestra el amor misericordioso del Padre. Nos hace ver que el mismo Dios que ha creado todo es capaz de hacerse “pequeño” para que nosotros podamos experimentar la grandeza. 

Realicemos día a día con nuestras obras las maravillas de Dios. Seamos humildes, siervos, los más pequeños entre los grandes. Solo así vamos a disfrutar de la vida eterna en Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 13,16-20): Después de lavar los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía. Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís. No me refiero a todos vosotros; yo conozco a los que he elegido; pero tiene que cumplirse la Escritura: el que come mi pan ha alzado contra mí su talón. Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy. En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a Aquel que me ha enviado».

El que crea en mí no siga en las tinieblas

En la palabra de Dios se utilizan muchas figuras y ejemplos que nos permiten entender los misterios de Dios y también las realidades de nuestra alma. En algunas ocaciones tenemos problemas que nos hacen sentir que estamos en las tinieblas. Depresiones, tristezas, decepciones y soledades que nos hacen creer que Dios nos ha dejado solos. La buena noticia de hoy es que podemos salir de estas situaciones. 

Jesús, resucitado de la muerte, nos hace salir de las tinieblas y entrar en la luz. Nos devuelve la alegría de la salvación. Nos hace volver a creer que Dios nos ama muchísimo y que si alguna vez nos sentimos “en baja” es porque a lo mejor no estamos viendo que lo que sucede en nuestra vida Dios lo permite porque nos conviene vivirlo para ayudarnos en nuestra santificación. ¡Dios te ama! Nunca dudemos de su amor.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 12,44-50): En aquel tiempo, Jesús gritó y dijo: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; y el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas. Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la Palabra que yo he hablado, ésa le juzgará el último día; porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el Padre me lo ha dicho a mí».

Mis ovejas escuchan mi voz

Escuchar, en el sentido bíblico, no es lo mismo que oír. Cuando alguien escucha la predicación de un profeta, catequista o presbítero y no pone en práctica lo que dice es como alguien que oye pero no escucha. Por eso es tan potente la imagen escogida por Jesús a la hora de explicar esto.

Cuando un pastor llama a su rebaño todos los animales entienden el mandato. Es como ocurre con alguna mascota. Reconocen la voz de su amo y se ponen en marcha.

Escucha la voz del pastor es seguirle, ponerse en camino, hacer lo que él nos dice.

Hoy tenemos la oportunidad de experimentar la vida eterna al poner en práctica la palabra de nuestro Señor. ¡Ánimo! Con la ayuda del Espíritu Santo podemos hacerlo.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 10,22-30): Se celebró por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. Jesús se paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón. Le rodearon los judíos, y le decían: «¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente». Jesús les respondió: «Ya os lo he dicho, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno».

El que entra por la puerta es pastor de las ovejas

En las escrituras de presenta al Señor como un pastor que cuida de sus ovejas. Los que han visto pastorear saben la cercanía y relación que se establece entre los pastores y su rebaño. Es por eso que nuestro Señor utiliza esa imagen para explicar la relación que él tiene con todos nosotros.

Es fundamental que tengamos cuidado. Hay en el mundo “ladrones y salteadores” que no tienen interés alguno por las ovejas. Todo lo contrario. Son hombres y mujeres que con buscan su propio interés y aprovecharse de las “ovejas” de Dios.

¡Tranquilos! Tenemos un pastor que cuida de nosotros y nos salva de los peligros para nuestra alma y espíritu.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 10,1-10): En aquel tiempo, Jesús habló así: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba. 
Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».