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Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen

Si buscamos en YouTube algún video sobre Pastores y su labor diaria, nos daremos cuenta la relación íntima que desarrolla un pastor con sus ovejas. Ciertamente, el conoce a cada una, las cuenta constantemente y ante un silbato o llamado de él, todas las ovejas se acercan y le siguen. Con razón Jesús tomó la figura del Pastor para explicarse ante la generación incrédula con quien tenía que lidiar.

También nosotros podemos ser incrédulos. En nuestra terquedad podemos desoír la voz del verdadero pastor y hacerle caso a las invitaciones que nos hace el mundo de vivir en la superficialidad, de adorar al dinero, los afectos y a los bienes materiales.

¡No nos dejemos engañar! ¡Solo hay un único y verdadero pastor! Él nos cuida de las acechanzas de los “lobos de este mundo”. Nos salva del peligro. Nos introduce en su redil de vida en abundancia. ¿Escuchas la voz de Jesús? Síguele y pon todas sus enseñanzas en práctica. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 10,22-30): Se celebró por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. Jesús se paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón. Le rodearon los judíos, y le decían: «¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente». Jesús les respondió: «Ya os lo he dicho, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno».

He ahí el Cordero de Dios

Juan El Bautista señala a Jesús como el mesías y nuestro Salvador. Realiza su misión anunciando y preparando la venida del elegido de Dios. Juan señala el camino que debemos seguir. Nos muestra dónde podemos encontrar muestra felicidad plena. ¿Qué nos quiere decir eso hoy?

El mundo necesita ver la luz. Todos nosotros necesitamos tener vida dentro de nosotros. En navidad se celebra la posibilidad de que Jesús vuelva a nacer en nuestro corazones. ¿Cómo puede ser esto? Si le hacemos caso a los “juanes” que el Señor pone en nuestro camino. Ellos nos señalan donde está la vida que no acaba nunca. Escuchemos la voz de Dios a través de sus profetas de hoy. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 1,29-34): Al día siguiente Juan ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien yo dije: ‘Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre Él. Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo’. Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios».

Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna

Dios ha enviado al mundo a su único hijo para que diera la vida por nosotros. En Jesús podemos conocer a Dios, porque son perfectamente uno. ¿Qué nos muestra Jesucristo de Dios? La naturaleza divina. ¿En qué consiste esta naturaleza? En el amor.

Escuchemos la voz de Dios que nos dice, mediante Jesucristo, que nos ama y quiere que seamos felices. Esta voz, en el día de hoy, se manifestará de muchas maneras. Quizás en acontecimientos que no nos gustan mucho. En otras ocasiones en momentos de felicidad o paz. Lo importante es estar atentos a la manifestación gloriosa de nuestro Dios que nos habla a través de la historia siempre nos dice que nos ama. ¡Ánimo!

Leer:

Jn 10,22-30: Yo y el Padre somos uno.

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:

- «¿Hasta cuando nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente.»

Jesús les respondió:

- «Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mi. Pero vosotros no creéis, porque no sois ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno.»

El buen pastor da su vida por las ovejas

Jesús utiliza un lenguaje llano y cercano. Utiliza ejemplos que se basan en las realidades de la época. Por ejemplo, era común ver a pastores cuidando los animales bajo su cargo. La figura del pastor era ideal para comunicar un mensaje profundo.

Nuestro Señor nos cuida como un pastor a sus ovejas. Muchos peligros enfrenta un rebaño, sobre todo el de animales salvajes o depredadores que quieren matarle como los lobos y zorros. El pastor tiene la misión de alejar o eliminar dichos peligros. ¿Cuáles serían los peligros que enfrenta un cristiano?

Todos tenemos el peligro de ser devorados por la avaricia, codicia, lujuria, odio, resentimientos, chisme, calummia, venganza, malos pensamientos, en fin, un montón de pecados o males que matan el alma. El buen pastor, imagen de Cristo, también tiene la misión de salvar a las ovejas de aquellos faltos profetas que le viven metiendo intriga y mala doctrina a los cristianos. 

Seamos buenas ovejas. Escuchemos la voz del pastor. Su palabra siempre nos invitará al amor. Fuera de este mensaje, hay peligros que Jesús, como buen pastor, nos quiere evitar. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 10,11-18): En aquel tiempo, Jesús habló así: «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre».

Yo soy voz del que clama en el desierto

Todos hemos tenido momentos en los que alguien nos ha hablado de Dios o de parte de Dios. Hombres o mujeres se nos han pasado al frente y sin ser casualidad han dejado huellas en nuestra vida. Son como ángeles o profetas de parte de Dios. Conviene preguntarnos, ¿los hemos acogido como tales?

Las autoridades judías en tiempo de Jesús no comprendieron lo que estaba pasando. Algunos inclusive pensaban que Juan El Bautista era el Mesías. Al final, quedaron confundidos hasta nuestros días. 

Hoy el Señor quiere que no nos pase como a los fariseos y escribas. Este día es momento propicio para que reconozcamos en nuestros Pastores, sacerdotes o catequistas, ha enviados legítimos de Dios. Amemos a nuestros profetas que el Señor ha suscitado para ser instrumentos de divinos en orden de nuestra salvación.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 1,19-28): Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron adonde estaba él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: «¿Quién eres tú?». El confesó, y no negó; confesó: «Yo no soy el Cristo». Y le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?». El dijo: «No lo soy». «¿Eres tú el profeta?». Respondió: «No». Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?». Dijo él: «Yo soy voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías». 
Los enviados eran fariseos. Y le preguntaron: «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?». Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia». Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

Mis ovejas escuchan mi voz

Escuchar, en el sentido bíblico, no es lo mismo que oír. Cuando alguien escucha la predicación de un profeta, catequista o presbítero y no pone en práctica lo que dice es como alguien que oye pero no escucha. Por eso es tan potente la imagen escogida por Jesús a la hora de explicar esto.

Cuando un pastor llama a su rebaño todos los animales entienden el mandato. Es como ocurre con alguna mascota. Reconocen la voz de su amo y se ponen en marcha.

Escucha la voz del pastor es seguirle, ponerse en camino, hacer lo que él nos dice.

Hoy tenemos la oportunidad de experimentar la vida eterna al poner en práctica la palabra de nuestro Señor. ¡Ánimo! Con la ayuda del Espíritu Santo podemos hacerlo.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 10,22-30): Se celebró por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. Jesús se paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón. Le rodearon los judíos, y le decían: «¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente». Jesús les respondió: «Ya os lo he dicho, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno».