Archivo por meses: octubre 2014

¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

Un comportamiento clásico entre los seres humanos es que siempre estamos pendientes de lo malo y no de lo bueno. Tenemos una inclinación “natural” a mirar el vaso medio vacío en vez de medio lleno. Esta es la peor actitud que un hombre o mujer puede tener.

Jesús desarrolló su actividad en su pueblo. Su anuncio del Reino de los Cielos estaba dirigido fundamentalmente a los “hijos de Israel”. Resulta que su pueblo, en una inmensa mayoría, lo rechazó. De esta realidad se habla mucho en las escrituras.

Todo lo que se dice en la escritura se cumple hoy en nuestras vidas. Podemos tener y hemos tenido en diversos momentos de nuestra vida la misma actitud de los judíos de aquel tiempo. Podemos, queriendo o no, rechazar las enseñanzas de nuestro Señor con nuestras obras.

Si no perdonas, amas y sirves a tu prójimo estamos “matando” a Jesús nuevamente. Este prójimo es cercano… Esposa, hermano, madre, compañero de estudio o de trabajo… Incluye a tus enemigos también. ¡Ánimo! Hoy puede ser un nuevo día. Hoy puedes aceptar el mensaje de Jesús como Él espera que lo hagas.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 13,31-35): En aquel tiempo, algunos fariseos se acercaron a Jesús y le dijeron: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte». Y Él les dijo: «Id a decir a ese zorro: ‘Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén’.

»¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!».

Luchad por entrar por la puerta estrecha,

A los oídos de las personas que no tiene Fe cristiana algunas afirmaciones de las escrituras parecen masoquistas. Se habla de sufrimiento, dolor y “puerta estrecha”. Precisamente estos son los aspectos que hacen diferente el cristianismo a toda ideología o religión.

Lo primero es aceptar la verdad de la existencia. Los ricos y pobres, los inteligentes y tontos, los hombres y las mujeres; todos sin importar condición social estamos sometidos todos los días al sufrimiento. Las dificultades y obstáculos son parte natural de nuestra vida pero nunca lo aceptamos. Rechazamos lo que no podemos entender. No queremos afrontar la realidad normal del envejecimiento, la enfermedad y la muerte.

Lo segundo es que en Cristo todos los sufrimientos son iluminados. Es decir, aquello que nos parece inaceptable se vuelve oportuno y bueno. Entendemos, a la luz de la Fe, que si no fuera por esos sufrimientos y “puertas estrechas” no tendríamos las fortalezas que tenemos hoy. Lo en apariencia es malo, realmente es bueno.

Un padre estricto nos hace más responsables. Una enfermedad asumida nos hace valorar mejor la vida. Un accidente pudo haber evitado algo peor.

Dios está con nosotros y nos invita a asumir nuestra vida con peso. ¡TODO es bueno! Bendigamos al Señor por las maravillas que ha hecho en nuestra vida incluyendo el hecho de la “puerta estrecha” de hoy.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 13,22-30): En aquel tiempo, Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». El les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’. Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas’, y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!’. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos».

Se pasó la noche en oración con Dios

Dice la escritura que de Él “salía una fuerza que sanaba a todos”. Si le preguntáramos a los niños y niñas de nuestro tiempo sobre esta “fuerza” pensarían inmediatamente en los superpoderes que sus personajes favoritos. ¿Cuál es esta “fuerza” que emana de Jesús?

La palabra pone a Jesús en innumerables ocasiones en actitud de oración. Jesús vive en constante e incesante oración. El Señor ora siempre en los momentos más importantes como la elección de sus apóstoles o ante su muerte inminente. En la Cruz ora al Padre celestial y ante panes y peces de igual forma realiza oración de bendición.

Esta FUERZA a Jesús le viene de la ORACIÓN. ¿Alguna vez te has sentido sin ganas de vivir o sin fuerzas para realizar una tarea importante? ¿En algún momento has sentido el peso duro de la vida y no tienes ganas de seguir adelante? Si tu respuesta es sí, el Señor te propone la oración.

La oración es más que comunicación con Dios. Ella es fuente de vida. La oración nos “conecta” con la vida eterna que nos ofrece nuestro Padre celestial. Es ella camino de vida. Vamos recorrer esta vía santa.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 6,12-19): En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.

Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.

Mujer, quedas libre de tu enfermedad

Hacer el bien en todo tiempo es siempre bueno. Eso es lo que se asume normalmente. De todas maneras, hay personas que no viven según este criterio.

Muchos hemos vivido el cristianismo de una forma externa. Reducimos la práctica cristiana a cumplir unas leyes y normas. Pensamos que con ir a misa y hacer dos o tres oraciones cumplimos fielmente con lo que Dios quiere de nosotros. Nada más lejos de la verdad.

Este domingo, orando en familia, le preguntaba a mi hijo: “¿cómo se ama a Dios con todo el corazón, el alma y las fuerzas?” El me dijo: “participando en la misa, portándose bien”. Le dije que todo eso era muy bueno, pero es mucho mejor amar al prójimo que cumplir estás normas y leyes.

Podemos ser buenas personas y ser malos cristianos. El hombre de Fe ama como Dios ha amado. Perdonando, excusando, hablando bien de todos… Ese es el cumplimiento de “la ley entera”. Amarle con todo el ser es amar al prójimo como Jesús nos ama. ¿Estás dispuesto? ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 13,10-17): En aquel tiempo, estaba Jesús un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.

Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: «Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado». Le replicó el Señor: «¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?». Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.

¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?

Estamos viviendo un mundo loco. Lo que hoy es bueno hace 20 años era malo, y lo malo de hoy era bueno hace 30 años. Un cambio radical en los valores humanos, familiares y sociales. Una sociedad diferente a la que vivieron nuestros abuelos.

La frase “explorar nuestro tiempo” adquiere hoy una renovada importancia. Dios nos invita a descubrir y vivir lo que es “justo”. ¿En qué consiste esta justicia?

La ley natural determina que el que comete alguna “injusticia” debe ir a la cárcel, pagar una multa o cumplir alguna sanción. Hoy vemos “fenómenos muy extraños”. Resulta que los culpables son inocentes y los inocentes son condenados, sancionados o maltratados. Todo esto debido a que la “justicia” humana siempre es limitada.

Vivir en estos “tiempos” como Jesús quiere es amar a nuestros enemigos. Vivir la vida en comunión con los demás. Resulta que la justicia de Dios es amar a todos, buenos y malos, incluyendo a nuestros adversarios.

Queridos hermanas y hermanos. Estamos llamados a hacer presente en la tierra los valores cristianos y por encima de todo, la naturaleza misma de Dios. Estemos siempre dispuestos a que esta misión se realice en nosotros.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,54-59): En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: ‘Va a llover’, y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: ‘Viene bochorno’, y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».

He venido a prender fuego en el mundo

En algunas ocasiones nos sorprenden las palabras de Jesús. Muchas veces nos parecen duras. Nos estamos acostumbrados a un Dios severo y castigador.

Seguir a Jesús implica asumir una posición muchas veces radical. Esto supone enfrentar comportamientos y actitudes contrarias al evangelio. Estas realidades se presentan en nuestros círculos familiares y de amistad.

Dios quiere que nos amemos y que estemos en comunión con los demás. Lo que no podemos es vivir “unidos” a lo que va en contra del espíritu cristiano. Cuando el evangelio hace referencia a “fuego” y “división” no está queriendo dividir familias y amigos. Lo que quiere es que asumamos siempre una posición cristiana frente a los demás.

Por ejemplo, muchas veces nos inclinamos a ser simpáticos en temas como homosexualidad, divorcio o aborto. Muchas posiciones cristianas nos “dividen” de los demás. Es inevitable.

Vivamos el mensaje evangélico con toda la plenitud que nos pide Jesús. Esto es lo más importante. Es la clave de nuestra felicidad.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,49-53): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».

A quien se le dio mucho, se le reclamará mucho

Todos hemos recibido mucho. El don de la vida y todo lo que ello implica es demostración concreta del gran amor de Dios que se nos ha entregado en abundancia. ¿Cómo debemos responder a estas maravillas de nuestro Señor?

Hay un salmo de la escritura que dice: “levantaré la copa de la bendición”. Esto quiere decir que el Señor, que nos da tanto, espera de nosotros acción de gracias y amor para Él y para todos nuestros prójimos. Esta es la clave de “a quién se le dio mucho, se le exigirá mucho”.

Se nos ha dado MUCHO amor. Dios espera que demos mucho amor. De nos ha dado MUCHO perdón. El Señor espera que perdonemos mucho. Está es la medida con que nos medirán: el Amor.

Te hago una propuesta. Busquemos una persona a la que tengamos que pedir perdón y pongamos en práctica esta palabra. Amemos mucho a los demás, de la misma forma en que Dios nos ha amado en Jesús hasta el extremo de dar la vida por nosotros.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,39-48): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre».

Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?». Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda en venir’, y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles.

»Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más».

Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos

Estar despierto es símbolo de estar en la luz. Es saberse consciente de lo que acontece a nuestro alrededor. Es vivir la vida en una actitud vigilante. ¿Qué significa esto es nuestra vida cristiana?

Muchos de nosotros estamos “dormidos en los laureles”. Es decir, estamos pendientes de muchas cosas. Nos afanamos por buscar dinero. Nos abrumamos con los problemas del día a día. No tenemos tiempo ni para admirar la vida que Dios nos ha dado. Estamos como “dormidos” sin saber que pasa a nuestro alrededor.

El Señor nos invita a vivir “despiertos”. Conscientes de lo hermoso que es vivir. Pendientes de lo único realmente importante y eso es Dios. Hacer la voluntad de nuestro Señor es el camino de la felicidad. Vivir para amar a nuestro prójimo es estar “despierto”.

En esta mañana nuestro Señor no invita a despertar al amor. Gritar y proclamar las maravillas de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,35-38): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!».

Mirad y guardaos de toda codicia

Acumular, acumular y acumular. Los seres humanos vivimos para tener. Nos esforzamos por acumular un gran patrimonio. Hay miles de libros y conferencista que hablan de la “fórmula mágica” para hacerse millonario. Símbolo del éxito es hacerse rico en esta vida.

Por defender nuestros “teneres” somos capaces hasta de matar. Un hombre denuncia a su hermano y se atreve a meterle en la cárcel para que le pague lo que le debe. Poderoso caballero es don dinero. ¿Qué dice el Señor respecto a eso?

Que todo PASA. No hay forma de asegurarnos la felicidad y la vida mendicante el dinero. Se tiene mucho y se necesita más. Hay algo mucho más importante.

Ser cristiano es un estilo de vida que hace que nos apoyemos sólo en el Señor. Vivimos como cualquier persona pero sin las preocupaciones propias del hombre común. Ponemos todo nuestro corazón en Dios sabiendo que Él provee. Muchos de nosotros y cristianos de todos los tiempos han renunciado a sus bienes y son muy felices. ¿Cómo puede ser esto? Porque la vida les viene de amar a Dios y bendecir por todo lo que tienen y les pasa.

¿Quieres ser feliz? Vive la vida como Cristo, teniendo siempre la seguridad de que Dios nos ama y nos da todo en el momento oportuno.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,13-21): En aquel tiempo, uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo». Él le respondió: «¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes».

Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: ‘¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?’. Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea’. Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?’. Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios».

Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán

Algunos dirán que ya el tiempo de los profetas terminó. Pensamos que el tipo de apóstol del tiempo de Jesús es algo del pasado. ¿Hay algo de profetas y apóstoles en estos tiempos?

Muchas religiones cristianas dan la categoría de apóstoles y profetas a personas que predican por televisión, radio o estadios. Mucha publicidad que vemos en las calles los presentan como verdaderas celebridades del mundo cristiano. ¿Es esto realmente ser profeta?

Es importante que reflexionemos que ser profeta o apóstol es un don de Dios. Es el Señor quien elige a algunos cuantos, los más débiles, y les envía en su nombre a anunciar su Reino. NADIE, puede auto proclamarse profeta.

Por otro lado, en algunos momentos específicos, cualquier hermano en la Fe puede ser instrumento de Dios para llamarte a conversión y anunciarte el amor de Dios.

Te invito hoy a escuchar y amar a tus profetas y apóstoles. Dios no te ha dejado solo y ha suscitado para ti personas que te ayudan en este encuentro con Dios. Bendice a Dios por ellos y ellas. Ha ellos nuestra devoción, respeto y amor.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,47-54): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron! Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis sus sepulcros. Por eso dijo la Sabiduría de Dios: ‘Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán’, para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación. ¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido».

Y cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas, buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca.