Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán

Algunos dirán que ya el tiempo de los profetas terminó. Pensamos que el tipo de apóstol del tiempo de Jesús es algo del pasado. ¿Hay algo de profetas y apóstoles en estos tiempos?

Muchas religiones cristianas dan la categoría de apóstoles y profetas a personas que predican por televisión, radio o estadios. Mucha publicidad que vemos en las calles los presentan como verdaderas celebridades del mundo cristiano. ¿Es esto realmente ser profeta?

Es importante que reflexionemos que ser profeta o apóstol es un don de Dios. Es el Señor quien elige a algunos cuantos, los más débiles, y les envía en su nombre a anunciar su Reino. NADIE, puede auto proclamarse profeta.

Por otro lado, en algunos momentos específicos, cualquier hermano en la Fe puede ser instrumento de Dios para llamarte a conversión y anunciarte el amor de Dios.

Te invito hoy a escuchar y amar a tus profetas y apóstoles. Dios no te ha dejado solo y ha suscitado para ti personas que te ayudan en este encuentro con Dios. Bendice a Dios por ellos y ellas. Ha ellos nuestra devoción, respeto y amor.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,47-54): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron! Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis sus sepulcros. Por eso dijo la Sabiduría de Dios: ‘Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán’, para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación. ¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido».

Y cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas, buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca.

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