Mirad y guardaos de toda codicia

Acumular, acumular y acumular. Los seres humanos vivimos para tener. Nos esforzamos por acumular un gran patrimonio. Hay miles de libros y conferencista que hablan de la “fórmula mágica” para hacerse millonario. Símbolo del éxito es hacerse rico en esta vida.

Por defender nuestros “teneres” somos capaces hasta de matar. Un hombre denuncia a su hermano y se atreve a meterle en la cárcel para que le pague lo que le debe. Poderoso caballero es don dinero. ¿Qué dice el Señor respecto a eso?

Que todo PASA. No hay forma de asegurarnos la felicidad y la vida mendicante el dinero. Se tiene mucho y se necesita más. Hay algo mucho más importante.

Ser cristiano es un estilo de vida que hace que nos apoyemos sólo en el Señor. Vivimos como cualquier persona pero sin las preocupaciones propias del hombre común. Ponemos todo nuestro corazón en Dios sabiendo que Él provee. Muchos de nosotros y cristianos de todos los tiempos han renunciado a sus bienes y son muy felices. ¿Cómo puede ser esto? Porque la vida les viene de amar a Dios y bendecir por todo lo que tienen y les pasa.

¿Quieres ser feliz? Vive la vida como Cristo, teniendo siempre la seguridad de que Dios nos ama y nos da todo en el momento oportuno.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,13-21): En aquel tiempo, uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo». Él le respondió: «¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes».

Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: ‘¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?’. Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea’. Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?’. Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios».

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