Archivo por meses: abril 2014

La buena nueva de la resurrección

He iniciado la lectura de un excelente libro llamado “Jesús, aproximación histórica” de José Antonio Pagola. Apenas llevo algunas páginas y estoy encantado. Centrar la atención en la figura de Jesús es en estos tiempos pascuales la mejor forma de vivir la Resurrección.

En la escritura se habla de que “como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna”. Contemplar al que fue levantado es la mejor manera de tener Vida Eterna. La vida eterna es la felicidad, la alegría de vivir, una nueva forma de vivir en el mundo.

Es importante reflexionar que lo que contemplan a la serpiente de bronce levantada en tiempos de Moisés, han sido mordidos. Están en una situación de muerte. Esto es figura de lo que pasamos todos los días. Enfrentamos situación que nos hacen sufrir, nos meten en la muerte, en la tristeza.

Contemplar al “levantado” es contemplar al que con su amor tiene el poder de hacernos vivir! Nos devuelve la alegría de la salvación, nos hace ver el gran amor de Dios que todo lo ilumina y da sentido a nuestra vida.

Leamos:

Texto del Evangelio (Jn 3,7-15): En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «No te asombres de que te haya dicho: ‘Tenéis que nacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu». Respondió Nicodemo: «¿Cómo puede ser eso?». Jesús le respondió: «Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas? En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio. Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del cielo? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna».

Oremos: “Dios, padre mío, concédeme contemplar a tu hijo Jesucristo y Señor nuestro resucitado para nuestra salvación”.

La cincuentena Pascual

El centro de la Fe cristiana es la resurrección de Jesucristo. Los apóstoles van por todo el mundo anunciando precisamente esto, lo que han visto y lo que han oído. Su Señor había sido condenado a muerte, crucificado, muerto y sepultado. Pero al tercer día… RESUCITO! Esa es la noticia que ha transformado la historia de la humanidad.

Un evento tan importante no puede pasar año tras año como sí nada. Por eso la cristiandad, después de 40 días de ayunos, oraciones y limosna llamado tiempo de Cuaresma, celebra la Semana Santa, y en específico, el Tríduo Pascual.

En el Tríduo Pascual, se celebra precisamente el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. El hecho de que Cristo resucitó nos hace ser con Él, partícipes de esa resurrección. La promesa de nuestro Dios es que resucitaremos con Cristo, y que está victoria sobre la muerte, la podemos vivir día a día.

Este gran acontecimiento hace referencia a la Pascua Judía, donde los judíos celebran su memorial, el paso del Mar Rojo, que quiere decir, el momento en que pasan de la esclavitud a la libertad, de la muerte a la vida.

Celebrar la Pascua no es asunto de un día. Es una experiencia que podemos vivir todos los días de nuestra vida. Todos los días necesitamos que Dios en Cristo no saque de la muerte, nos libere de la esclavitud, transforme nuestra tristeza en alegría, nuestras penas en gozo!

Para significar esta fiesta de resurrección constante, la iglesia ahora nos invita a celebrar la cincuentena Pascual. Este es un tiempo de 50 días de fiesta Pascual! Es un tiempo en que todo es blanco, luminoso, alegre en la Iglesia. Es un tiempo para estar con el Resucitado, y experimentar su amor. ¿Lo crees? ¿Crees que Él resucitó? Ánimo! El te va ayudar a descubrirlo y vivirlo en estos 50 días.

Cristo ha resucitado!

Después de una Cuaresma intensa, por fin hemos celebrado, he celebrado la Pascua del Señor. Les cuento mi experiencia.

Soy miembro de un movimiento apostólico de la Iglesia Católica llamado Camino Neocatecumenal. Aclaro que a los fundadores no les gusta que le llamen movimiento y tampoco le digan fundadores por muy buenas razones.

Primero, el Camino Neocatecumenal es un itinerario de iniciación y renovación de la Fe. Es un proceso post bautismal de renovación del bautismo de los adultos llamados por Dios a tener una Fe adulta; es decir, reproducir en su vida loa signos manifestados por Cristo en vida: el amor en la dimensión de la cruz y la perfecta unidad.

Segundo, el Camino Neocatecumenal es fruto del soplo de Espíritu Santo especialmente después del Concilio Vaticano II. Como carisma no tiene otro fundador que a Dios que, mediante el Espíritu Santo, es origen y fin de toda la historia.

Por tanto, los fundadores prefieren el término iniciadores y que al referirse al Camino Neocatecumenal se hable de itinerario de Fe.

Bueno, pero lo que quiero realmente decir en esta entrada de blog es que el momento más importante en la vida cristiana es la noche de Pascua, la Vigilia Pascual.

Gracias a la renovación que la Iglesia ha hecho sobretodo después del Concilio Vaticano II, la Iglesia ha invitado a redescubrir en una dimensión nueva y maravillosa, la Pascua Cristiana. El Neocatecumenado ha acogido esta llamada y por eso celebramos la Vigilia durante toda la noche del sábado (mañana del domingo). Es decir, se amanece en vigilia de sábado santo a domingo de resurrección. Es un tiempo hermoso!

Esa noche hay lecturas y cantos abundantes, una noche llena de luz y participación comunitaria. Todos visten de fiesta y escuchan con atención moniciones y homilias del presbítero. Es un momento es que Dios pasa de manera especial. Es una liturgia santa, la noche de las noches, el momento central de nuestra Fe. ¿Qué es ser cristiano? Precisamente, es ser un Lázaro! Un resucitado! Uno que participa de la resurrección de Cristo. Sí Cristo ha destruido la muerte mediante su muerte, el quiere que seamos partícipes de su resurrección. No más lutos ni llantos ni pesares! Resucitó!

¿Donde vi la resurrección es esta noche hermosa? En la pregunta que mi hijo me hiciera al momento es que los niños tienen una participación. El me preguntó: “papi, ¿por qué Cristo ha resucitado?”…. Tremendo…

Su pregunta, inocente pero oportuna, me hizo pensar en mi muerte. Si, me hizo pensar en como había llegado a la Iglesia. Me hizo pensar en la situación que tenía al momento de iniciar unas catequesis que daban acceso al itinerario de renovación de las promesas bautismal que hice por más de 20 años. La pregunta de mi hijo fue han bendición para mi. Me hizo entrar en la Pascua, me hizo entrar en resurrección.

Hace más de 20 años, siendo muy joven, mi vida era confusa. Tengo unos padres maravillosos, pero en ese momento no lo veía así. Me sentía profundamente sólo y pensaba que nadie me quería. En ese momento, donde estaba dudando del amor, Dios me hizo escuchar un Kerygma o buena noticia que se da dentro de las catequesis que hice. Esa buena noticia era que había alguien que me amaba muchísimo, más que cualquiera! Ese me amaba como yo era y soy… En ese momento pude experimentar, a un nivel muy íntimo, espiritual, interior, el amor! Pero un amor superior! Era el amor de Dios que se hacía presente en mi vida e iluminaba todo. Mi familia, mis padres, hermanos, todo en mi vida era bueno porque el me amaba! Y sí me amaba, como he creído desde entonces, quiere decir que todo lo ha hecho bien.

Mi hijo me hizo la pregunta central y pude entrar en la Pascua! Dios pasó a través de una pregunta sencilla… Profunda… Única… Vital… Ha resucitado! Y me ha resucitado! Hoy vive y quiere que yo viva con Él.

39no día Retiro Virtual de Cuaresma

Hermano/a

Todos quieren matarle, ¿por qué hace señales? Increíble!

Estos hombres ven amenazados sus intereses, sus estructuras de poder, su “status cuo”, y no quieren renunciar a eso.

Muchos de nosotros tenemos esta actitud. No queremos renunciar al pasado y abrirnos a lo nuevo que nos ofrece el Señor.

Para acoger a Jesucristo en esta Semana Santa necesitamos renunciar a las viejas “estructuras” mentales e idolatrías que hemos hecho.

Para conocer el amor de Dios, es necesario perder nuestro amor a este mundo.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 11,45-56): En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en Él. Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchas señales. Si le dejamos que siga así, todos creerán en Él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación». Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación». Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación —y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos—. Desde este día, decidieron darle muerte.

Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraim, y allí residía con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros estando en el Templo: «¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?». Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde estaba, lo notificara para detenerle.

Oremos: “Señor Jesús, concédenos acompañarte en esta Semana Santa, para que podamos resucitar contigo. AMÉN”.

38día Retiro Virtual de Cuaresma

Hermano/a

Hoy en la lectura del día somos invitados a reconocer a Jesús como Señor, como el verdadero hijo de Dios.

Las discusiones de Jesús con los “sabios” de su tiempo no eran una autodefensa de Él. Más bien, eran un llamado abrir los ojos a una realidad extraordinaria. En Jesús somos hijos de Dios por adopción. Una bendición!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 10,31-42): En aquel tiempo, los judíos trajeron otra vez piedras para apedrearle. Jesús les dijo: «Muchas obras buenas que vienen del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?». Le respondieron los judíos: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios». Jesús les respondió: «¿No está escrito en vuestra Ley: ‘Yo he dicho: dioses sois’? Si llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la Palabra de Dios —y no puede fallar la Escritura— a aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: ‘Yo soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed por las obras, y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre». Querían de nuevo prenderle, pero se les escapó de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado antes bautizando, y se quedó allí. Muchos fueron donde Él y decían: «Juan no realizó ninguna señal, pero todo lo que dijo Juan de éste, era verdad». Y muchos allí creyeron en Él.

Oremos: “Dios todopoderoso, concédenos ser verdaderos hijos tuyos, con palabras y con obras. AMÉN”

37mo día Retiro Virtual Cuaresma

Hermano/a

Dios es un dios de vivos, no de muertos. En Jesucristo Dios ha querido que la Vida llegue a todos y todas. Reconocer a Jesús como Señor y atribuirle el poder de dar vida eterna! Vida inmortal.

En su tiempo, sus enemigos no le entendieron. Por eso no pudieron participar en esta maravillosa realidad. Jesús ha resucitado y nos hace partícipes de su resurrección.

La semana próxima celebraremos esta maravillosa realidad. Ánimo! Que si Él ha resucitado, nosotros también resucitaremos con Él.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 8,51-59): En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «En verdad, en verdad os digo: si alguno guarda mi Palabra, no verá la muerte jamás». Le dijeron los judíos: «Ahora estamos seguros de que tienes un demonio. Abraham murió, y también los profetas; y tú dices: ‘Si alguno guarda mi Palabra, no probará la muerte jamás’. ¿Eres tú acaso más grande que nuestro padre Abraham, que murió? También los profetas murieron. ¿Por quién te tienes a ti mismo?». Jesús respondió: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada; es mi Padre quien me glorifica, de quien vosotros decís: ‘Él es nuestro Dios’, y sin embargo no le conocéis, yo sí que le conozco, y si dijera que no le conozco, sería un mentiroso como vosotros. Pero yo le conozco, y guardo su Palabra. Vuestro padre Abraham se regocijó pensando en ver mi día; lo vio y se alegró». Entonces los judíos le dijeron: «¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abraham?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy». Entonces tomaron piedras para tirárselas; pero Jesús se ocultó y salió del Templo.

Oremos: “Señor Jesús, nuestro Señor, concédenos resucitar contigo todos los días de nuestra vida y así poder participar de la Resurrección Eterna. AMÉN”

36to día Retiro Virtual de Cuaresma

Hermano/a

Conocer la verdad es conocer el amor de Dios. Vivimos muchas veces esclavos de tantas cosas. Nos sentimos muertos, tristes, sin vida, porque hemos renunciado (algunas veces sin saberlo) a nuestra filiación divina.

Jesús hoy nos invita a elegir de quién queremos ser hijos. Si Dios es nuestro Padre, somos libres! Somos hijos de Dios porque hemos conocido la verdad, hemos experimentado el amor de Dios y los vivimos todos los días en nuestra vida. Ánimo! Abre tu corazón al Señor que te ama y quiere que tu seas feliz.

Texto del Evangelio (Jn 8,31-42): En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos que habían creído en Él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres». Ellos le respondieron: «Nosotros somos descendencia de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre. Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres. Ya sé que sois descendencia de Abraham; pero tratáis de matarme, porque mi Palabra no prende en vosotros. Yo hablo lo que he visto donde mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído donde vuestro padre».

Ellos le respondieron: «Nuestro padre es Abraham». Jesús les dice: «Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre». Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más padre que a Dios». Jesús les respondió: «Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que Él me ha enviado».

Oremos: “Dios grande, Padre nuestro, concédeme vivir siempre como un verdadero hijo tuyo, testigo de la verdad”

35to día Retiro Virtual de Cuaresma

Hermano/a

¿Qué significa Yo Soy? Cuándo en las escrituras encontramos esta frase, siempre hace referencia a Dios.

A Moisés le dijo el Señor, “dile que Yo Soy te ha enviado”. Jesús, es también Yo Soy, él es hijo de Dios, de la misma naturaleza que su Padre.

¿Donde se manifiesta la naturaleza de Dios? ¿Dónde podemos ver la esencia misma de nuestro Señor? En la cruz! Es en este “árbol de la vida” donde podemos ver a Dios, podemos experimentar su amor.

¿qué es la cruz para nosotros? Es nuestra historia, aquellos acontecimientos que han pasado y pasan en nuestra vida que vienen de Dios y que muchas veces no entendemos y que Dios permite para mostrarnos su amor. SI! Dios manifiesta su amor en la historia, en el desierto de nuestra vida, donde nos muestra la verdad, que todo pasa y que sólo su amor es eterno y verdadero.

Leer:
Texto del Evangelio (Jn 8,21-30): En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos:«Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir». Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: ‘Adonde yo voy, vosotros no podéis ir’?». El les decía: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados».

Entonces le decían: «¿Quién eres tú?». Jesús les respondió: «Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar, pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a Él es lo que hablo al mundo». No comprendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a Él». Al hablar así, muchos creyeron en Él.

Oremos: “Señor Dios todopoderoso y eterno, concédenos amarte y verte siempre en nuestra vida. AMÉN”

34to día Retiro Virtual de Cuaresma

Hermano/a

El hecho que celebraremos en la Pascua dentro de dos semanas y que estamos preparando en esta Cuaresma es que Jesús ha resucitado y hoy esta vivo para darnos la vida. ¿Y cómo sabemos que esto es verdad?

Porque Dios en Jesús ha perdonado todos nuestros pecados. Ya no pesa la culpa de nuestras faltas, ya nadie puede juzgarnos, PODEMOS sentirnos amados y perdonados por nuestro Señor Jesús!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 8,1-11): En aquel tiempo, Jesús se fue al monte de los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a Él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles.

Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?». Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.

Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?». Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más».

Oremos: “Dios todopoderoso y eterno, que podamos amar a nuestro prójimo como tus nos has amado. AMÉN”.

33er día Retiro Virtual de Cuaresma

Hermano/a

Hoy es un domingo maravilloso! Tenemos la esperanza más grande que se puede tener. La seguridad de nuestra resurrección.

Todos nosotros hemos experimentado en algún momento de nuestra vida la tristeza, el miedo, el odio, la soledad, en fin, las manifestaciones de la muerte interior. Si! No sólo se muere físicamente, también se muere interiormente.

Hemos sentido es nuestra existencia la ausencia de vida, de felicidad. Cuantas veces no hemos tenido ganas de seguir adelante…

Pero esta es la buena noticia! Que Dios en Jesús nos RESUCITA! No libra de la muerte! Nos mete en la vida! Nos hace participe de su vida inmortal.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 11,1-45): En aquel tiempo, había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo.

Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo». Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella». Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba.

Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea». Le dicen los discípulos: «Rabbí, con que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí?». Jesús respondió: «¿No son doce las horas del día? Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si uno anda de noche, tropieza, porque no está la luz en él». Dijo esto y añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle». Le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se curará». Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño. Entonces Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos donde él». Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con Él».

Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios, y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano. Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa. Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá». Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará». Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día». Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?». Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo».

Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: «El Maestro está ahí y te llama». Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rápidamente, y se fue donde Él. Jesús todavía no había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí. Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto». Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?». Le responden: «Señor, ven y lo verás». Jesús se echó a llorar. Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería». Pero algunos de ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?».

Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra. Dice Jesús: «Quitad la piedra». Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día». Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?». Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado». Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!». Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar».

Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en Él.

Oremos: “Tu que eres la resurrección y la vida, danos experimentar hoy tu victoria sobre nuestras muertes. AMÉN!”