Archivo por meses: marzo 2015

Yo daré mi vida por ti

Los primeros días de las Semana Santa tiene un centro de atención muy claro: la pasión del Señor. El Señor muestra de una manera admirable la naturaleza de Dios que consiste en el amor. El amor de Dios tiene una forma muy particular de manifestarse y esto es dando la vida. Jesús, da la vida por todos, entrando en la muerte para destruir nuestra muerte.

El Señor Jesús nos da su ejemplo. Vivir hoy la Semana Santa es asumir la misma naturaleza de Dios. Amar como Jesús nos ha amado y ¿cómo se hace eso?

Da la vida por tu esposo o esposa, hijos e hijas, hermanos y hermanas, amigos y amigas hasta a los mismos enemigos. Eso es entrar en la pasión de Jesús, eso es vivir hoy plenamente la Semana Santa y especialmente el Tríduo Pascual.

¡Ánimo! Este camino de Cuaresma y Senana termina en el Domingo de Resurrección. En la victoria de la vida sobre la muerte.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 13,21-33.36-38): En aquel tiempo, estando Jesús sentado a la mesa con sus discípulos, se turbó en su interior y declaró: «En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará». Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba. Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús. Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando». Él, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?». Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar». Y, mojando el bocado, le toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía. Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres. En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche. 


Cuando salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto. Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros». Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?». Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde». Pedro le dice: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces».

A quien había resucitado de entre los muertos

Las escrituras nos narran los hechos y actos de Jesús. Una de los aspectos que mas llama la atención es que siempre le seguían personas. Todos iban en pos de Él por razones diversas. Algunos de estos motivos eran santos y otros no tantos. 

En evangelio hay varias figuras. Tenemos por un lado a Judas Iscariote.  Este discípulo de Jesús es testigo de un hecho que le pareció extraño y poco prudente. Una mujer “unge” los pies del Señor con un perfume muy caro. A este “cercano” de Jesús le pareció un derroche innecesario, un absurdo de marca mayor. El Señor aprovecha y da una palabra: anuncia su pasión. Por encima de cualquier cosas material está la misión que como cristianos tenemos. Amar en la pasión al Señor de Señores. 

Por otro lado vemos a Lázaro, que con su presencia demuestra que el Señor vino a Resucitarnos de la muerte. Dios en Jesús nos libra de la muerte y nos introduce en la vida.

Meditemos hoy, lunes santo, las maravillas de Dios. Pensemos en nuestra “pasión” y tengamos la seguridad que de todo esto nos libra el Señor.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 12,1-11):Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con Él a la mesa. 


Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume. Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?». Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella. Jesús dijo: «Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura. Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre me tendréis».


Gran número de judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos judíos se les iban y creían en Jesús.

¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?

Jesús pasó por este mundo haciendo el bien. Sus obras o acciones hablaban muy bien de Él. Por donde pasaba el Señor anunciaba el reino de los Cielos. A todo enfermo que encontraba lo curaba. A los poseídos que les presentaban los exorcizaba. Con su poder hizo presente a Dios en la tierra.

¿Por qué  creer en Jesús? Porque es hijo unigénito de Dios enviado especialmente para destruir nuestra muerte y hacernos experimentar la vida, la felicidad, la victoria sobre la muerte; en definitiva, la RESURRECCIÓN.

Hoy es viernes de dolores. ¿Hay que estar tristes? ¡Jamás! Este día es propicio para meditar sobre nuestros sufrimientos. Recordar nuestra realidad antes de conocer al Señor. Este viernes es oportuno para reconocer en Jesús su naturaleza divina y por tanto su poder para salvarnos del dolor o sufrimiento sin sentido y darnos la gracia de resucitar para una vida nueva.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 10,31-42): En aquel tiempo, los judíos trajeron otra vez piedras para apedrearle. Jesús les dijo: «Muchas obras buenas que vienen del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?». Le respondieron los judíos: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios». Jesús les respondió: «¿No está escrito en vuestra Ley: ‘Yo he dicho: dioses sois’? Si llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la Palabra de Dios —y no puede fallar la Escritura— a aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: ‘Yo soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed por las obras, y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre». Querían de nuevo prenderle, pero se les escapó de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado antes bautizando, y se quedó allí. Muchos fueron donde Él y decían: «Juan no realizó ninguna señal, pero todo lo que dijo Juan de éste, era verdad». Y muchos allí creyeron en Él.

Si alguno guarda mi Palabra, no verá la muerte jamás

¿Por qué los cristianos tenemos fe en Jesús? ¿Cuál es el “poder” que le atribuimos al Señor para poder creer?

Un punto muy importante de nuestra Fe está en reconocer en Jesús su naturaleza divina. El “Yo soy” de Jesús escandaliza a los judíos. En el evangelio aparece un Jesús que declara su naturaleza. Él es el hijo de Dios y esto le da poder sobre nosotros. ¿Qué tipo de poder?

Jesús, nuestro Señor tiene poder para sanar, perdonar, reconciliar, alegrar, y sobre todo ¡RESUCITAR!

Esperemos la manifestación de su naturaleza y poder en esta Pascua que se avecina. El Señor se hará presente en el Tríduo Pascual y todos los días de nuestra vida en forma de resurrección.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 8,51-59):En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «En verdad, en verdad os digo: si alguno guarda mi Palabra, no verá la muerte jamás». Le dijeron los judíos: «Ahora estamos seguros de que tienes un demonio. Abraham murió, y también los profetas; y tú dices: ‘Si alguno guarda mi Palabra, no probará la muerte jamás’. ¿Eres tú acaso más grande que nuestro padre Abraham, que murió? También los profetas murieron. ¿Por quién te tienes a ti mismo?». Jesús respondió: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada; es mi Padre quien me glorifica, de quien vosotros decís: ‘Él es nuestro Dios’, y sin embargo no le conocéis, yo sí que le conozco, y si dijera que no le conozco, sería un mentiroso como vosotros. Pero yo le conozco, y guardo su Palabra. Vuestro padre Abraham se regocijó pensando en ver mi día; lo vio y se alegró». Entonces los judíos le dijeron: «¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abraham?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy». Entonces tomaron piedras para tirárselas; pero Jesús se ocultó y salió del Templo.

Anunciación del Señor

Hoy es día de fiesta en medio de esta cuaresma. Alguno puede preguntarse, ¿De qué manera encaja esta fiesta en la austeridad de la cuaresma? 

La virgen María es imagen de todo cristiano. Es casi imposible pensar que se puede emprender un proyecto cristiano sin el “patrocinio” de la virgen María. Ella, con su “si” al anuncio del ángel nos muestra el camino de la cuaresma y por tanto de toda experiencia cristiana.

En este día se celebra la “Anunciación del Señor” y aparecen con fuerza dos figuras. Ciertamente la madre de Jesús y madre nuestra es una protagonista pero en el contexto es bueno mirar a Jesús, siempre centro de toda la escritura.

Jesús es anunciado. Va a nacer de una virgen. Jesús nos promete en esta cuaresma manifestarse de manera extraordinaria en nuestra vida. La cuaresma prepara la Pascua. En el domingo de Resurrección celebraremos el centro de nuestra Fe: la resurrección del Señor y nuestra participación en este importante misterio.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,26-38):Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». 


María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.

¿Quién eres tú?

Estamos ahora cerca del fin de la cuaresma y todas las lecturas nos ponen en sintonía con la Pascua. ¿Quién es el protagonista del Tríduo Pascual? Nuestro Señor Jesucristo ¿Por qué? Porque Él encarna el mensaje que anuncia la Pascua.

Somos invitados todos a asumir o creer en este tiempo, con mas fuerza, el mensaje de nuestra salvación. Dios en su inmensa misericordia nos ha dado como un don o regalo a su hijo amado. Jesús es nuestra salvación porque se encarnado, a sufrido lo que tu has sufrido y ha dado con su muerte, muerte a este sufrimiento, redimensionandolo en la cruz. En la cruz gloriosa nuestro sufrimiento se convierte en “piedra angular” sobre la que se construye el edificio de nuestra Fe.

Tener Fe hoy es creer que somos resucitados. Antes estábamos muertos en nuestros pecados. Ahora el Señor nos llena de vida mediante el perdón y el amor. ¡Eso es resucitar!: “Caminar” por esta vida experimentando todos los días la fuerza viva de Jesucristo resucitado. ¡Ánimo! Entremos en este tiempo con alegría y amor.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 8,21-30):En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos:«Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir». Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: ‘Adonde yo voy, vosotros no podéis ir’?». El les decía: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados». 


Entonces le decían: «¿Quién eres tú?». Jesús les respondió: «Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar, pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a Él es lo que hablo al mundo». No comprendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a Él». Al hablar así, muchos creyeron en Él.

¿Quién eres tú?

Estamos ahora cerca del fin de la cuaresma y todas las lecturas nos ponen en sintonía con la Pascua. ¿Quién es el protagonista del Tríduo Pascual? Nuestro Señor Jesucristo ¿Por qué? Porque Él encarna el mensaje que anuncia la Pascua.

Somos invitados todos a asumir o creer en este tiempo, con mas fuerza, el mensaje de nuestra salvación. Dios en su inmensa misericordia nos ha dado como un don o regalo a su hijo amado. Jesús es nuestra salvación porque se encarnado, a sufrido lo que tu has sufrido y ha dado con su muerte, muerte a este sufrimiento, redimensionandolo en la cruz. En la cruz gloriosa nuestro sufrimiento se convierte en “piedra angular” sobre la que se construye el edificio de nuestra Fe.

Tener Fe hoy es creer que somos resucitados. Antes estábamos muertos en nuestros pecados. Ahora el Señor nos llena de vida mediante el perdón y el amor. ¡Eso es resucitar!: “Caminar” por esta vida experimentando todos los días la fuerza viva de Jesucristo resucitado. ¡Ánimo! Entremos en este tiempo con alegría y amor.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 8,21-30):En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos:«Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir». Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: ‘Adonde yo voy, vosotros no podéis ir’?». El les decía: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados». 


Entonces le decían: «¿Quién eres tú?». Jesús les respondió: «Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar, pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a Él es lo que hablo al mundo». No comprendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a Él». Al hablar así, muchos creyeron en Él.

Vete, y en adelante no peques más

Estamos en la recta final de la cuaresma. Ha sido un tiempo estupendo lleno de bendiciones. El desierto es un tiempo fuerte pero hermoso. La cuaresma es el tiempo donde damos muerte al “hombre viejo” mediante el ayuno, la oración y la limosna. Esperamos resucitar con Jesús en la Pascua. ¿Cómo este misterio se concretiza en nuestras vidas?

Una mujer adultera espera sentencia de muerte. La ley dice que tiene que morir. Le presentan el caso a Jesús y el dice: “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.

Nosotros somos TODOS pecadores. No hay en nosotros nada bueno o santo. Estamos mintiendo, robando, chismiando, odiando y murmurando constantemente. ¿Qué dice Jesús al respecto? Que el que esté libre de pecado qe tire la primera piedra.

El juicio de Jesús ante los hechos de pecado de los hombres y mujeres es la MISERICORDIA. Él sabe muy bien que estar en pecado es estar muerto… Y quiere que vivamos. Para vivir, para resucitar, es necesaria la misericordia. Resucitar es experimentar el perdón y el amor de Dios. Eso cambia la vida, eso nos hace no querer pecar mas porque vivir en el amor es mil veces mejor que vivir en el odio y la culpa.

¡Ánimo hermanos y hermanas! Hoy es el día de la misericordia. Abre tu corazón al amor de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 8,1-11):En aquel tiempo, Jesús se fue al monte de los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a Él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. 


Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?». Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.


Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?». Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más».

Vengo de Él y Él es el que me ha enviado

El Señor Jesús vino a la tierra para cumplir una misión. Dios envían al Señor a mostrar algo nuevo. El mesías anuncia una gran noticia. Este mensaje de trascendencia es la victoria sobre la muerte y que en cada uno de nosotros se puede realizar de manera concreta el misterio de nuestra salvación.

La resurrección propuesta por el Señor no es solo física al final de los tiempos. La victoria sobre la muerte se realiza aquí todos los días en el corazón de los hombres y mujeres que se abren al amor de Dios.

Jesús enseña en el templo. Las autoridades de este centro de poder religoso y político quieren matarle. ¿El Señor se llena de miedo y calla? NO. ¿Por qué? Porque tiene la seguridad de la resurrección. Sabe que la vida eterna se realiza a través del sufrimiento. Un proceso de purificación siempre culmina en algo mucho mejor a lo anterior.

Les invito a todos en este viernes de cuaresma a ver la experiencia de Jesús y llenarse de valor. ¡No tengan miedo! Tu futuro es de Dios. Vivir el presente como Jesús que anuncia el Reino de Dios con su vida y no tiene miedo a nada ni a nadie porque sabe que Dios le salvará de todos los peligros. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 7,1-2.10.14.25-30): En aquel tiempo, Jesús estaba en Galilea, y no podía andar por Judea, porque los judíos buscaban matarle. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Después que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces Él también subió no manifiestamente, sino de incógnito.


Mediada ya la fiesta, subió Jesús al Templo y se puso a enseñar. Decían algunos de los de Jerusalén: «¿No es a ése a quien quieren matar? Mirad cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido de veras las autoridades que éste es el Cristo? Pero éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es». Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: «Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que me envió el que es veraz; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de Él y Él es el que me ha enviado». Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.

Hizo como el Ángel del Señor le había mandado

José es prototipo de todo hombre justo y bueno. Es lo que en buen dominicano podríamos decir “ese es un tronco de hombre” o “ese si es bueno”. En los momentos difíciles, siempre actuó por amor y al servicio de su amada esposa y de su hijo. José es todo un ejemplo a seguir.

Si leemos los evangelios nos damos cuenta de un José silencioso y siempre disponible. Al comienzo duda pero siempre obedece. Defiende el honor de María. Protege a su familia en peligro. Trabaja con amor para mantenerlos. Cumple fielmente con la ley de Dios y enseña a Jesús que los más importante es cumplirla. Es decir, José hoy nos dice mucho a los hombre, padres y esposos, de hoy.

Vivimos en una cultura donde lo que es ser “hombre hombre…” como dice Tubérculo Gourmet es ser mujeriego, delegar la educación de los hijos en la madre y tener varios hijos con madre diferentes. Esto no es el camino de José.

¡Hombres! Hoy José nos invita a seguir su ejemplo. En Jesús podemos ver que siendo hijo de Dios también supo ser hijo de hombre. Que sabiendo lo que era amo y obedeció a José. El Señor quiere que seamos para nuestra esposa e hijos como José fue para los suyos. Este es el camino de la felicidad y de la bendición.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 1,16.18-21.24a): Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. 


Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado.