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Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en Él

¡Que dura es la traición! Nos sentimos muy mal cuando un amigo o ser querido nos la espalda en el momento que más lo necesitamos. Ese sentimiento de frustración es más fuerte cuando le hemos tributado, a esa persona, mucho cariño y afecto. ¿Cómo reaccionar ante semejante ofensa?

Jesús nos ha mostrado el camino. Él ha sido traicionado por sus más íntimos. Los apóstoles que fueron sus más cercanos colaboradores, a la hora de la verdad, huyeron y lo dejaron solo. No podemos creernos más que nuestro Señor. Sufriremos decepciones pero ya Cristo nos muestra el camino que debemos tomar cuando sucedan esas cosas. Es el camino del perdón y la misericordia.

Nuestro Señor Jesucristo muestra la naturaleza divina cuando ama al que le hace algún mal. Cristo da la vida por todos incluyendo a sus enemigos. Hagamos también lo mismo. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 13,21-33.36-38): En aquel tiempo, estando Jesús sentado a la mesa con sus discípulos, se turbó en su interior y declaró: «En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará». Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba. Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús. Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando». Él, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?». Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar». Y, mojando el bocado, le toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía. Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres. En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche.

Cuando salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto. Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros». Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?». Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde». Pedro le dice: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces».

¿Acaso soy yo, Señor?

La traición es uno de los pecados más graves que se pueden cometer. El mismo consiste en darle la espalda a las personas que nos han ayudado o amado. Es el gran pecado de Judas Iscariote por el cual se condujo a Jesús a la muerte de Cruz.

¿Alguno de los que leen este cometario a traicionado a alguien o ha sido traicionado? Es una experiencia que solo puede conocer quien la ha padecido. No hay cosa peor. Es por esos que Jesús ha elegido esta manifestación de lo peor de la naturaleza humana para darnos una lección.

De frente a la traición, Jesús permaneció fiel. De frente al engaño, Él permaneció leal. Nuestro Señor nos dio ejemplo de amor y santidad. Nos mostró de que su Padre Dios perdona siempre y sin límites. ¿Tú estás dispuesto a hacer lo mismo? Pidamos al Señor la gracia de hacer siempre su voluntad. Pidamos a nuestro Dios amor hasta con nuestros enemigos. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 26,14-25): En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?». Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle.

El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?». Él les dijo: «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: ‘El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos’». Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.

Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará». Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?». Él respondió: «El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!». Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?». Dícele: «Sí, tú lo has dicho».

En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará

¿Hay alguien que ha traicionado a Jesús? Tú qué lees estás líneas, ¿alguna vez has vendido al maestro nuestro Señor? Si de verdad tenemos iluminados nuestros pecados, nos daremos cuenta de lo débiles que somos y lo mucho que hemos traicionado a Jesús.

Cada vez que pecamos le damos la espalda al Señor y hacemos con nuestra vida lo que nos da la gana. Nos olvidamos del amor de Dios y llegamos a pensar que podemos vivir fuera de la voluntad divina. ¡Cuánto se sufre cuando no estamos en el amor!

Esta Semana Santa es para volver a la casa de Dios. No seamos con Judas. Seamos como Pedro que al igual que Judas le traicionó pero se arrepintió de su pecado y se dejó amar por Dios.

¡Ánimo! La misericordia está siempre disponible para nosotros.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 13,21-33.36-38): En aquel tiempo, estando Jesús sentado a la mesa con sus discípulos, se turbó en su interior y declaró: «En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará». Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba. Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús. Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando». Él, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?». Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar». Y, mojando el bocado, le toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía. Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres. En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche.

Cuando salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto. Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros». Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?». Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde». Pedro le dice: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces».

¿Acaso soy yo, Señor?

¿Qué piensas de Judas Iscariote? Al escuchar su nombre, ¿te vienen pensamientos negativos y de rencor? Cuando a alguien le llaman Judas, ¿a qué se refieren?

Un engaño en el que podemos caer en esta Semana Santa podría consistir en pensar que Judas fue un malvado y que nosotros jamás cometeríamos semejante traición. Para entender lo que quiero decir, solo hay que contemplar a Pedro que igual lo negó (traicionó) tres veces. Si, así como lees. Pedro, el más cercano de todos los discípulos, en el momento de la prueba, dejó solo a su líder y maestro. Antes de que cantó un gallo, lo negó. ¿Qué nos quiere decir esto hoy?

Pues que también nosotros hemos sido Juda y Pedro en muchos momentos. Que con nuestras faltas de amor, perdón y entrega hemos traicionado a Jesús. Es bueno, para vivir bien esta Semana Santa, que nos reconozcamos pecadores y digamos como Pedro: “Señor, tú lo sabes todo”. Esto quiere decir, que Jesús sabe que no soy digno, que puedo traicionarle, pero que quiero abrir mi corazón a su amor y que tengo la seguridad que por su gracia puedo dar muerte al hombre viejo y resucitar como un hombre nuevo digno de experimentar el amor de Dios en su vida.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 26,14-25): En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?». Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle. 
El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?». Él les dijo: «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: ‘El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos’». Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua. 
Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará». Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?». Él respondió: «El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!». Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?». Dícele: «Sí, tú lo has dicho».

La traición de Judas

Ya estamos a la mitad de Semana Santa. Se siente en el ritmo de la liturgia y las palabras propuestas para estos días que estamos entrando en el Tríduo Pascual, que significa los tres días donde se celebra la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Aparece por tanto como mucha fuerza una figura bíblica que jugó un papel protagónico en este proceso final en la vida del Señor. Esta persona es Judas Iscariote.

Junto a Jesucristo caminaron muchas personas. Discípulos y apóstoles fueron testigos de sus milagros, señales y obras. Lo lógica sería que todos reconocieran en Él al Mesías esperado pero no fue así.

También nosotros muchas veces hemos negado con nuestras obras al Señor. A pesar de ser testigos de su amor y verlo presente en nuestra vida le hemos traicionado muchas veces cuando con nuestros pecados le damos la espalda a Dios.

La figura de Judas, el traidor, nos llama hoy a conversión. Reconozcamos nuestras faltas y pidamos al Señor su misericordia. Jesús ama a Pedro y a Judas por igual. Para los dos hay misericordia. No tengamos la actitud de Judas. Es mejor confiar en el amor de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 26,14-25): En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?». Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle. 


El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?». Él les dijo: «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: ‘El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos’». Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua. 


Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará». Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?». Él respondió: «El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!». Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?». Dícele: «Sí, tú lo has dicho».

Yo daré mi vida por ti

Los primeros días de las Semana Santa tiene un centro de atención muy claro: la pasión del Señor. El Señor muestra de una manera admirable la naturaleza de Dios que consiste en el amor. El amor de Dios tiene una forma muy particular de manifestarse y esto es dando la vida. Jesús, da la vida por todos, entrando en la muerte para destruir nuestra muerte.

El Señor Jesús nos da su ejemplo. Vivir hoy la Semana Santa es asumir la misma naturaleza de Dios. Amar como Jesús nos ha amado y ¿cómo se hace eso?

Da la vida por tu esposo o esposa, hijos e hijas, hermanos y hermanas, amigos y amigas hasta a los mismos enemigos. Eso es entrar en la pasión de Jesús, eso es vivir hoy plenamente la Semana Santa y especialmente el Tríduo Pascual.

¡Ánimo! Este camino de Cuaresma y Senana termina en el Domingo de Resurrección. En la victoria de la vida sobre la muerte.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 13,21-33.36-38): En aquel tiempo, estando Jesús sentado a la mesa con sus discípulos, se turbó en su interior y declaró: «En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará». Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba. Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús. Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando». Él, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?». Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar». Y, mojando el bocado, le toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía. Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres. En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche. 


Cuando salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto. Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros». Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?». Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde». Pedro le dice: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces».