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¿A qué es semejante el Reino de Dios?

Existe el peligro de caer en el error de pensar que el Reino de Dios aquí en la tierra son instituciones y religiones. Miramos los templos, las organizaciones cristianas y sus representantes y decimos que esa es la Iglesia. Jesús lo aclaró bien temprano.

El ha dicho que el Reino de los Cielos es semejante algo pequeño que se hace grande cuando cumple su misión. ¿Cuál es la misión de una semilla? Morir en la tierra para que un árbol pueda surgir y crecer y producir muchos frutos y semillas. Esto es la Iglesia. ¿Eres Iglesia?

Ser Iglesia, Reino de Dios en la tierra, es ser sal, luz y fermento de la tierra. Dar signos de vida eterna. Es amar a nuestro prójimo como Cristo nos ha amado, dando la vida por nuestro prójimo y muriendo incluyendo a nuestro enemigos. Esto es hacer presente el Reino de los Cielos aquí en la tierra. ¿Estás dispuesto?

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 13,18-21): En aquel tiempo, Jesús decía: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».

La gente se alegraba con las maravillas que hacía

La ley más importante es la del amor. Jesús era criticado porque sanaba en sábado. Los jefes de las sinagogas ponían su atención en el cumplimiento externo de una sería de normas y esto les hacía perder el verdadero sentido de dichas reglamentaciones. ¿Esto nos puede pasar a nosotros?

Claro que si. Tendemos a comportarnos como unos verdaderos fariseos. Pensamos que el cristianismo se reduce a asistir una hora, como mucho, a la misa dominical (siempre que se pueda) y no hacerle mal a nadie. ¿Acaso no hay muchas personas buenas que no tienen fe? Tú debes conocer muchísimas personas honestas que dicen no necesitar de la fe cristiana para vivir e inclusive, hablan mal de la Iglesia y de sus instituciones.

La buena noticia que nos trae Jesús es que todos nuestras dolencias son curadas y todos nuestros pecados perdonados por la gracia y amor de nuestro Dios. Nos toca abrirnos, en la libertad, a este amor inmenso del Señor. Solo así podremos experimentar sus maravillas en nuestra vida.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 13,10-17): En aquel tiempo, estaba Jesús un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.

Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: «Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado». Le replicó el Señor: «¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?». Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.

He venido a prender fuego en el mundo

Algunos dichos de Jesús pueden sonar extraños en los oídos de aquellos que no han sido iniciados en el lenguaje bíblico. A veces nos pueden parecer palabras duras y severas. Lo que nunca podemos poner en duda es que siempre la intención de Jesús es que tengamos vida en abundancia.

¿Como puede alegrarnos el anuncio de que traerá guerra a la tierra? Es que debemos entender la intención de estas palabras. Nuestro Señor solo nos muestra las consecuencias de asumir una vida cristiana.

Con este mundo un cristiano no puede tener comunión. No podemos hacer comunión con valores antibilicios. No podemos tener la misma mentalidad mundana. Es por eso, en ese sentido, que se dice que al vivir como cristianos verdaderos se cree una natural división entre los que piensan distinto o viven su vida como si Dios no existiera.

¡No tengamos miedo! En medio del “horno de fuego” del mundo, Dios nos cuida y salva.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,49-53): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».

En el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre

Muchos libros se han escrito sobre el cristianismo y en qué consiste ser cristiano. Teólogos, místicos, estudiosos de las religiones y diversas personalidades han intentado definir lo que caracteriza en una persona que dice profesar su fe en Cristo.

Una de las actitudes fundamentales de la vida de un cristiano es la de estar siempre en vela. ¿Qué quiere decir esto? Es siempre esperar, en cualquier momento y lugar, la manifestación o visita del Señor.

Realmente la gran visita, diríamos así, que el Señor nos realiza es la del día de nuestra muerte física. Más sin embargo, todos los días podemos experimentar su presencia en diversos acontecimientos que suceden en nuestra vida o a nuestro alrededor. Dios se hace presente todos los días, ¿tenemos el corazón preparado para estos momentos de cercanía y amor?

La oración, en todas sus formas, nos ayuda a mantenernos en actitud vigilante, porque ciertamente, no sabemos el día y la hora en que el amor de nuestra vida nos visitará y hará “morada entre nosotros”.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,39-48): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre».

Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?». Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda en venir’, y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles.

»Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más».

Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas

Los cristianos, por el bautismo, somos llamados a ser profetas, sacerdotes y reyes. Esta triple condición tiene un significado profundo. Por ejemplo, en lo que tiene que ver con el profetismo cristiano estamos llamados a anunciar el mensaje del evangelio con palabras y obras. Es decir, los cristianos estamos o deberíamos estar siempre en actitud de enviados. CRISTO nos envía todos los días a hacer presente en esta generación las maravillas de Dios.

¿Tú estás dispuesto a ser enviado a donde quiera que Dios nos necesite? Siempre estamos ocupados y cansados. Múltiples cosas llenan nuestra agenda diaria. Padecemos la enfermedad de la era moderna: el stress. Dios nos llama a estar siempre disponible. A poner siempre primero que todas las cosas nuestra misión de profetas. Hacer la voluntad de Dios es la fuente de la felicidad y esta pasa por estar siempre en total y radical disposición. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,35-38): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!».

La vida de uno no está asegurada por sus bienes

Todos los seres humanos buscamos ser felices en esta vida. Hacemos de las cosas o bienes ídolos a los que le pedimos gratificación, bienestar y felicidad. Por ejemplo, hay una frase popular que dice: el dinero no es la felicidad pero contribuye mucho a ella.

Lo cierto es que muchos famosos y celebridades han muerto en la soledad y tristeza profunda. Lo tiene todo, pero no les sirve para nada. Descubren la verdad que Dios ha rebelado en Jesucristo. Solo el desprendimiento radical y absoluto de los bienes de este mundo nos permite tener una relación sana y libre con estos mismo bienes.

Amar a Dios por encima de todas las cosas es experimentar la felicidad absoluta. Un corazón libre para amar y vivir la vida sin ataduras materiales es la perfecta felicidad. No seamos codiosiosos. No acumulemos en esta vida. Seamos libres para amar a Dios con todo el corazón, la mente y más fuerzas.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,13-21): En aquel tiempo, uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo». Él le respondió: «¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes».

Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: ‘¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?’. Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea’. Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?’. Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios».

Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán

Son muchas las vías a través de las cuales Dios nos habla y nos llama a conversión. Los acontecimientos de cada día, personas que nos hablan de parte de Dios, y algunos inconvenientes que debemos sufrir cada día. En fin, el Dios que humilla y enaltece, nos hace experimentar su presencia mediante diversas formas.

El Señor envía profetas a nuestra vida. Son personas normales, pecadoras, con muchas fallas pero vienen de parte de Dios. Traen la palabra de Dios para nuestra conversión, ¿qué haces cuando les escuchas? ¿Los asesinas? ¿Dices que no tienen derecho a meterse con tu vida?

Pidamos a Dios reconocer a sus enviados y hacer lo que dicen. Solo así dará fruto el mensaje divino en nuestras vidas.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,47-54): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron! Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis sus sepulcros. Por eso dijo la Sabiduría de Dios: ‘Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán’, para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación. ¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido».

Y cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas, buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca.

Mirad que os envío como corderos en medio de lobos

En el mundo encontramos todo tipo de personas. Dicen las escrituras que Dios hace salir su sol sobre “buenos y malos”, haciendo pensar qué hay algunos que son más malos que otros. A todos ellos nos envía Dios.

¿Cuál es la misión de un cristiano? Hacer presente, con sus obras, el Reino de Dios que se hace presente mediante su amor. Son muchos los bautizados pero muy pocos los que verdaderamente dan signos de amor y Fe a esta generación.

Hermanos y hermanas. Todos somos llamados a evangelizar desde nuestros espacios y estilos de vida. La forma más potente de evangelización es dar signos de verdaderos cristianos. ¡Ánimo! Asumamos nuestra misión.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,1-9): En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.

»En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’».

El que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior?

Esta es la era del espectáculo y del “ayante”. Las personas están enfocadas de las apariencias. El como se ven, como visten, estar en forma, en qué dirán y demás vanidades son los elementos dominantes en el comportamiento de los seres humanos. ¿Esto da la felicidad?

Desde siempre ha esto se le ha llamado VANIDAD. El Eclesiastés dice, vanidad de vanidades son todas cosas, haciendo referencia a que las cosas pasan en este mundo y no hay donde aferrarnos y apoyarnos. No los afectos ni el dinero pueden evitar en terminemos en la tumba, destino final de pobres y ricos, de poderosos y humildes.

Si queremos ser felices, VENDAMOS LOS BIENES. Esto quiere decir que no busquemos poder ni dinero, antes bien busquemos ser libres de todas las ataduras de este mundo. Seamos humildes y cultivemos nuestro ser interior. Encontremos a Dios donde podemos encontrarlo… en nuestro corazón.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,37-41): En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entrando, pues, se puso a la mesa. Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Pero el Señor le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros».

Esta generación es una generación malvada

Jesús vino al mundo con un mensaje muy claro. El mismo consistía en el anuncio de que el Reino de Dios ha llegado ya. Esto se manifestaba de manera extraordinaria a través de señales y prodigios. Es por eso que el Señor llamaba malvados a aquellos que a pesar de ver lo evidente no se convertían.

Es importante reflexionar sobre el hecho que Dios no quiere nuestra condenación y muerte. Es decir, ponía los ejemplos de que otros se han convertido con menos signos para llamarnos a conversión.

Hoy somos invitados a contemplar las señales y prodigios de las manifestaciones del amor de Dios a través de tantas cosas. ¡Ánimo! La conversión es reconocer la presencia de Dios en cada una de nuestras vidas.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,29-32): En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente alrededor de Jesús, Él comenzó a decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás».