En el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre

Muchos libros se han escrito sobre el cristianismo y en qué consiste ser cristiano. Teólogos, místicos, estudiosos de las religiones y diversas personalidades han intentado definir lo que caracteriza en una persona que dice profesar su fe en Cristo.

Una de las actitudes fundamentales de la vida de un cristiano es la de estar siempre en vela. ¿Qué quiere decir esto? Es siempre esperar, en cualquier momento y lugar, la manifestación o visita del Señor.

Realmente la gran visita, diríamos así, que el Señor nos realiza es la del día de nuestra muerte física. Más sin embargo, todos los días podemos experimentar su presencia en diversos acontecimientos que suceden en nuestra vida o a nuestro alrededor. Dios se hace presente todos los días, ¿tenemos el corazón preparado para estos momentos de cercanía y amor?

La oración, en todas sus formas, nos ayuda a mantenernos en actitud vigilante, porque ciertamente, no sabemos el día y la hora en que el amor de nuestra vida nos visitará y hará “morada entre nosotros”.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,39-48): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre».

Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?». Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda en venir’, y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles.

»Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más».

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