Hombre, tus pecados te quedan perdonados

El milagro más grande que Dios puede realizar es el milagro moral. Esto quiere decir que transformar el corazón de una persona es el desafío más grande que se puede alcanzar. Solo Dios, con sus gracias y dones, puede lograrlo.

En Jesús podemos experimentar el perdón y la misericordia. No toma en cuenta nuestras debilidades y las aprovecha para hacernos fuertes en su gracia. Las parálisis físicas y espirituales son curadas en su inmenso amor.

En este adviento, tengamos la confianza de que el amor divino se manifestará nuevamente en todo su esplendor. Mediante la práctica de la oración podemos experimentar con más profundidad la presencia de Jesús en nuestras vidas. Tengamos fe que volverá otras vez a visitar nuestra alma y que en un día y hora que no sabemos, vendrá y nos llevará con él.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 5,17-26): Un día que Jesús estaba enseñando, había sentados algunos fariseos y doctores de la ley que habían venido de todos los pueblos de Galilea y Judea, y de Jerusalén. El poder del Señor le hacía obrar curaciones. En esto, unos hombres trajeron en una camilla a un paralítico y trataban de introducirle, para ponerle delante de Él. Pero no encontrando por dónde meterle, a causa de la multitud, subieron al terrado, le bajaron con la camilla a través de las tejas, y le pusieron en medio, delante de Jesús. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo: «Hombre, tus pecados te quedan perdonados».

Los escribas y fariseos empezaron a pensar: «¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?». Conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: «¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados te quedan perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dijo al paralítico- ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’». Y al instante, levantándose delante de ellos, tomó la camilla en que yacía y se fue a su casa, glorificando a Dios. El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Y llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto cosas increíbles».

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