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¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?

La misión de un Cristiano es dar la vida por los demás. No podemos constituirnos en jueces del mundo. Todo lo contrario. Nuestra misión es amar y servir a toda la humanidad. ¿Cómo se pone en práctica eso? Siguiendo el ejemplo de Jesús.

Nuestro Señor no tomó en cuenta nuestros pecados. Nos perdonó y aceptó morir en la cruz para todos fuéramos liberados de la esclavitud del pecado. Jesús aceptó sufrir como medio de purificación de toda la humanidad. ¿Estás dispuesto a hacer lo mismo?

Lamentablemente, buscamos constantemente nuestro propio interés. Deseamos ocupar los primeros lugares para mandar sobre los demás. Dios no quiere esas ambiciones desmedidas. Nuestro Padre celestial nos invita a vivir una vida de servicio a los demás.

Amemos a nuestro prójimo. Aprendamos a servir y a dar la vida por los que nos rodean. Ese es el verdadero camino Cristiano que conduce a la vida eterna. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 10,32-45): En aquel tiempo, los discípulos iban de camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que le seguían tenían miedo. Tomó otra vez a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder: «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, y se burlarán de Él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará».

Se acercan a Él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: «Maestro, queremos, nos concedas lo que te pidamos». Él les dijo: «¿Qué queréis que os conceda?». Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda». Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?». Ellos le dijeron: «Sí, podemos». Jesús les dijo: «La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado; pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado».

Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan. Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».

Yo os daré una elocuencia y una sabiduría

El Espíritu Santo asiste a todos los que se enfrentan con adversarios que quiere apartar a las personas del amor de Dios. Es el defensor por excelencia que defiende el proyecto de salvación con cada uno de nosotros.

La clave es apoyarse el el Señor. ¡No tengamos miedo! ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 21,12-19): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Vosotros hacéis las obras de vuestro padre

Cuando observamos a un niño o niña nos damos cuenta de que en su aspecto hay parecidos y semejanzas con su padre o madre. La genética confirma que somos el resultado de la herencia genética de nuestros progenitores. En nuestros genes hay códigos heredados de nuestros padres por tanto podemos afirmar que la manera de confirmar si somos verdaderos hijos de nuestros progenitores es verificando nuestro código genético o lo que sería igual, nuestra naturaleza.

Jesús aprovecha esta realidad para hacerles ver a los de su generación que ser hijos de Dios es tener la naturaleza de Dios. Para ser verdaderos descendientes de Abraham hay que hacer las obras de este padre de la Fe.

Lamentablemente muchas veces vemos como nuestra obras no se parecen a las de Dios. Murmuramos, juzgamos, mentimos y guardamos resentimiento. En fin, pecamos y nos alejamos de Dios. 

Este tiempo final de la Cuaresma tiene como objetivo precisamente acercarnos a Dios. Lo más importante es este tiempo es conocer la verdad del amor de Dios y mediante dicha realidad hacernos libres del pecado y de la muerte.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 8,31-42): En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos que habían creído en Él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres». Ellos le respondieron: «Nosotros somos descendencia de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre. Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres. Ya sé que sois descendencia de Abraham; pero tratáis de matarme, porque mi Palabra no prende en vosotros. Yo hablo lo que he visto donde mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído donde vuestro padre».
Ellos le respondieron: «Nuestro padre es Abraham». Jesús les dice: «Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre». Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más padre que a Dios». Jesús les respondió: «Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que Él me ha enviado».

Haced penitencia, porque el Reino de los cielos está cerca

Hoy se hace realidad el evangelio. Hoy todos somos invitados a hacer penitencia. ¿Por qué? Porque lo más importante es preparar el corazón al Señor. Abrir nuestro mente y nuestra alma al amor de Dios y su acción.

Jesucristo se manifiesta con poder sanando y dando amor a todos los hombres y mujeres de todas las generaciones.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 4,12-17.23-25): En aquel tiempo, cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, se retiró a Galilea. Y dejando la ciudad de Nazaret, fue a morar en Cafarnaún, ciudad marítima, en los confines de Zabulón y de Neftalí. Para que se cumpliese lo que dijo Isaías el profeta: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino de la mar, de la otra parte del Jordán, Galilea de los gentiles. Pueblo que estaba sentado en tinieblas, vio una gran luz, y a los que moraban en tierra de sombra de muerte les nació una luz». 
Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: «Haced penitencia, porque el Reino de los cielos está cerca». Y andaba Jesús rodeando toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo. Y corrió su fama por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían algún mal, poseídos de varios achaques y dolores, y los endemoniados, y los lunáticos y los paralíticos, y los sanó. Y le fueron siguiendo muchas gentes de Galilea y de Decápolis y de Jerusalén y de Judea, y de la otra ribera del Jordán.

La gente se alegraba con las maravillas que hacía

Texto del Evangelio (Lc 13,10-17): En aquel tiempo, estaba Jesús un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios. 
Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: «Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado». Le replicó el Señor: «¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?». Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.

Veréis el cielo abierto

Nos encanta que las personas nos llamen por nuestro nombre. Nos anima y entusiasma saber que somos importantes para alguien. Las demostraciones de cariño y afecto empiezan por mostrar cercanía y conocimiento de jurareis gustos y aspiraciones. Jesús era experto en estos detalles.

Cuando Nathanael es reconocido por Jesús él se siente importante. Se asombra de que alguien le conozca como Jesús le conoce. Se siente amado profundamente. Esto es como si el cielo se abriera.

Hoy somos invitados a descubrir el amor de Dios. Sentirnos queridos por Él es como si el cielo se nos abriera. El abrir del cielo significa que ya no tenemos que temer ya que nuestros miedos, oscuridades y dudas quedan resueltas en Dios. Él nos abre el cielo para que tengamos esperanza y alegría y que vivamos en la luz. 

Ábrete al cielo y abre tu corazón al amor de Dios.

Leer:

Jn 1,47-51: Veréis a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre.

En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:

-Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.

Natanael le contesta:

-¿De qué me conoces?

Jesús le responde:

-Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.

Natanael respondió:

-Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. 

Jesús le contestó:

-¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.

Y le añadió:

-Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.

Y buscaba verle

Los informes mundiales dan por hecho que hay una tendencia global hacia la secularización. Hoy en día el hombre moderno se está olvidando de Dios. Pareciera que el mundo se enfrenta a su creador.
En tiempo de Jesús, el rey Herodes buscaba encontrarle y conocerle. Su intención no era la conversión. Tenía una curiosidad mala y la intención de darle muerte. 
En el día de hoy donde celebramos una fiesta de la madre de Jesús, somos invitados a acoger al Señor en nuestro corazón y no matarle en nuestro corazón como Herodes quería hacerlo.
Que la Virgen María nos enseñe el camino de vida que lleva a la felicidad que su hijo nos ofrece hoy. Somos fruto de la misericordia de Dios que nos ama y quiere habitar en nuestro corazón.
Leer:
Texto del Evangelio (Lc 9,7-9): En aquel tiempo, se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y estaba perplejo; porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, que Elías se había aparecido; y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado. Herodes dijo: «A Juan, le decapité yo. ¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?». Y buscaba verle.

¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?

Texto del Evangelio (Mt 18,1-5.10.12-14): En una ocasión, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?». Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos. ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños».

Les enseñaba como quien tiene autoridad

Las enseñanzas de Jesús, o por lo menos una parte, están consignadas en las Sagradas Escrituras. Una de las cosas que el Señor hizo en su paso por esta tierra fue enseñar. Predicaba e instruía siempre a todos los hombres y mujeres que le acompañaban o eran objeto de sus milagros y obra salvífica. Precisamente uno de los temas centrales de su doctrina fue poner en practica lo que se predica.

Tenemos que reconocer que el principal desafío de la vida cristiana es que no haya un divorcio entre Fe y Vida diaria. Tenemos la tentación de asumir que ser cristiano es hacer cosas y cumplir con ritos. Pensamos, como los escribas y fariseos, que llevar una vida según la voluntad de Dios es someterse al cumplimiento de leyes y preceptos.

Nadie que diga que cree en Dios puede pensar en ir a misa y al mismo tiempo odiar a su prójimo. ¡Eso sería un absurdo! Cuantas veces hemos caído en esa tremenda contradicción.

Lo importante es edificicar sobre roca poniendo siempre en práctica la palabra de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 7,21-29): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’. Y entonces les declararé: ‘¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!’. 
»Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina».
Y sucedió que, cuando acabó Jesús estos discursos, la gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas.

Él dará testimonio de mí

Dar testimonio es algo muy serio y comprometedor. Cuando alguien habla bien de otra persona está comprometiendo su prestigio. Está dando Fe de que alguien que significa que empeña su palabra a favor de una persona. Muchas personas confían en otras precisamente por estas referencias y testimonios.

El testimonio que podemos hacer de Jesús no viene de nuestra “carne y sangre”. Es fruto del Espíritu Santo que nos envía el Señor para que habite en nuestros corazones. ¿Cuál es el verdadero testimonio?

El de sufrir persecución por amor a Cristo. Estemos siempre dispuestos a ser rechazados por amor al evangelio. 

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 15,26—16,4): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho».