Una de las maravillas de la resurrección de Jesús es que nos hace partícipes de su victoria sobarla muerte. Leemos en las lecturas de esta semana como el Señor se les aparece a las personas y convierte su estado de tristeza, turbación y temor en alegría, gozo y paz.
Jesús nos dice siempre la misma frase: La Paz. El resucitado otorga paz y hace vivir de La Paz. Su sola presencia cambia todo. La luz de su resurrección ilumina las oscuridades de nuestras vidas.
¡Ánimo! En este tiempo es para descubrir a Jesús vivo y presente de manera real rn los sacramentos, la palabra de Dios y sobre todo en nuestros corazones.
Leer:
Texto del Evangelio (Lc 24,35-48): En aquel tiempo, los discípulos contaron lo que había pasado en el camino y cómo habían conocido a Jesús en la fracción del pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando Él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero Él les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo». Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?». Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos.
Después les dijo: «Éstas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: ‘Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí’». Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas».