El amor es la base que sostiene el universo. Dios lo ha hecho todo por amor. Nos ha creado para que podamos ser amados por Él y que eso nos realice tanto que podamos luego amar en la misma dimensión.
El camino de la felicidad es seguir los pasos del amor. La clave es amar a Dios por encima del dinero, los bienes materiales, la fama, los afectos, los egoísmos y soberbias. La vía que conduce a la vida eterna es la de amar en la dimensión de la Cruz. Amar a los demás como Dios nos ama.
¡Ánimo! En este viernes de cuaresma renunciemos a las cosas que nos impiden llegar al amor.
Leer:
Texto del Evangelio (Mc 12,28b-34): En aquel tiempo, uno de los maestros de la Ley se acercó a Jesús y le hizo esta pregunta: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». Jesús le contestó: «El primero es: ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No existe otro mandamiento mayor que éstos».
Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.