La corrección fraterna es un arte difícil de ejercer. La mayoría de las personas son hipócritas y esconden sus pensamientos e intenciones. La gente prefiere aparentar que decir las cosas como las sienten.
En la comunidad cristiana debemos vivir en la verdad. Debemos ser sinceros unos con otros. La iglesia no es un club social donde todos debemos aparentar que nos levamos bien. De hecho, la verdadera comunión fraterna empieza con decirnos la verdad y ayudarnos en el camino de fe que todos, como un pueblo santo, estamos recorriendo.
¡Ayudémonos unos a otros! Aprendamos a querernos como somos y a perdonarnos mutuamente. Que la corrección mutua se la base de una convivencia que solo en Cristo puede conceder. Vivamos en el amor. Vivamos en el perdón. ¡Ánimo!
Leer:
Texto del Evangelio (Lc 17,1-6): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. Cuidaos de vosotros mismos.
»Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, le perdonarás».
Dijeron los apóstoles al Señor; «Auméntanos la fe». El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y os habría obedecido».