Archivo por meses: noviembre 2017

Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron

Los apóstoles fueron elegidos por Jesús tomando en cuenta criterios espirituales. Eran hombres comunes, como tú y como yo. Estaban en sus afanes del mundo. Trabajaban, descansaban, comían, vestían y hacían todo como personas normales de su tiempo. ¿Qué de especial tiene su llamada? Que Dios es el que elige y da la gracia para seguirle.

Andrés, Santiago, Juan, Pedro y los demás que siguieron a Jesús lo dejaron todo. Sus oficios, sus proyectos personales, sus ambiciones terrenales y acogieron una misión celeste, espiritual y que mira a las realidades eternas.

Sigamos el ejemplo de estos discípulos del Señor. Que nuestro proyecto sea hacer la voluntad de Dios. Que nuestra aspiración sea estar siempre preparados para cuando venga a nuestra vida nuestro salvador y Mesías.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 4,18-22): En aquel tiempo, caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres». Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.

Esto os sucederá para que deis testimonio

La persecución es inevitable en la vida de un cristiano. Debemos estar preparados a que nos van a calumniar, levantar falsa testimonios y traicionar. Por el solo hecho de profesar la Fe en Cristo seremos atacados y juzgados. ¿Vale la pena ser cristianos si es eso lo que nos espera?

Asumir el sufrimiento con espíritu cristiano es descubrir que el hecho de padecer nos santifica y nos conduce al amor en la dimensión de la Cruz, el Amor como Dios ama. La cruz nos santifica. Nos hace hijo de Dios. Nos lleva a la vida eterna. Nos hace busca nuestra felicidad solamente en cosas del cielo.

Entonces, ¿estás dispuesto a sufrir por causa del evangelio? ¿Estás dispuesto a que esas condiciones para seguir a Jesús se cumplan en nosotros? ¡Ánimo! Dios no te va a dejar solo en medio del mundo. Él nos amará y bendecirá siempre.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 21,12-19): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida

Nuestra Fe no debe construirse en arena. ¿Que significa eso? Nunca poner nuestra confianza en la cosas vanas. No hacer ídolos de las cosas de este mundo.

El Señor siempre nos ha invitado a poner nuestros anhelos y aspiraciones en las cosas celestes. Nada en este mundo puede representar una seguridad. Ni siquiera algún proyecto eclesial o aspirar a construir algún tipo de proyecto personal aprovechando la religión.

Todos los dias el Señor nos permite tener una mirada celeste. Esperar la segunda venida de Jesús, sabiendo que nadie sabe el día y la hora. Es por eso que debemos estar siempre preparados. Libres de ataduras y siempre dispuesto a partir con Él al cielo.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 21,5-11): En aquel tiempo, como dijeran algunos acerca del Templo que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida».

Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?». Él dijo: «Estad alerta, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘el tiempo está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato». Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo».

Ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir

Hay pasajes del evangelio que suscitan admiración y duda. Uno de ellos es el escenario donde una viuda muy pobre hecha en la ofrenda todo lo que tenía para vivir. ¿Qué nos quiere decir el Señor con esa parábola fascinante?

La vida cristiana supone una entrega total. Los cristianos estamos llamados a cumplir el evangelio de forma radical. Las condiciones para seguir a Jesús implica ser humano en su totalidad. Es por eso que el evangelio dice: “Amar a Dios con todo el corazón, el alma y fuerzas”. ¿Cómo podemos cumplir semejante desafío?

Los Padres de la Iglesia y demás hombres y mujeres santos de todos los tiempos han concluido que no podemos en nuestra fuerza. Pero, hemos recibido de Dios la ayuda mediante nuestro Jesús. De nosotros solo se pide disponibilidad total. ¡Ánimo! Seamos como la viuda, entreguemos a Dios todo nuestro corazón, alma y cuerpo. Que nuestro Dios disponga como quiera de ellos.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 21,1-4): En aquel tiempo, alzando la mirada, Jesús vio a unos ricos que echaban sus donativos en el arca del Tesoro; vio también a una viuda pobre que echaba allí dos moneditas, y dijo: «De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos. Porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir».

Mi casa será casa de oración

Jesús fue ciertamente un líder. Enseñaba de forma constante en el templo. Las personas le escuchaban con agrado. Hablaba con autoridad y demostraba su misión con señales y prodigios. Pero esto amenazaba el poder de los que gobernaban el templo y todo el pueblo. Veían en Jesús una grave amenaza.

Una de los cosas que Jesús denunció con fuerza fue la instrumentalización de la práctica religiosa para beneficio propio. La casa de Dios no es un negocio. Es casa de oración.

Es por eso que también nosotros no podemos caer en el engaño de actuar como si la relación con Dios se basa en una comercio. El Señor nos ama y nos da sus gracias de forma gratuita. ¿Cómo lo hace? Mediante la oración. Nuestra vida debe ser una continua oración al Señor donde podamos adorarle en verdad y total libertad. El amor de Dios no se compra o se exige. Se experimenta a través de la oración del humilde que abre su corazón al Señor.

Hermanos, oramos al Señor. ¡Él te ama!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 19,45-48): En aquel tiempo, entrando Jesús en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían, diciéndoles: «Está escrito: ‘Mi casa será casa de oración’. ¡Pero vosotros la habéis hecho una cueva de bandidos!». Enseñaba todos los días en el Templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y también los notables del pueblo buscaban matarle, pero no encontraban qué podrían hacer, porque todo el pueblo le oía pendiente de sus labios.

¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz!

El Señor viene con poder y gloria, en su segunda venida, para llevarnos a todos al cielo y darnos la gracia de vivir eternamente junto a Él.

También el Señor viene en una venida intermedia. Es decir, que todos los días se hace presente, de mil maneras, para mostrarnos su amor. Hoy Dios te amará a través de un hermano que te corrija, de una promoción en el trabajo, de alguna enfermedad vivida en la Fe o mediante la contemplación de la hermosa naturaleza. En fin, son muchas las formas en que nuestro Señor se manifiesta. Todas ellas nos dan La Paz.

Si, hoy Jesús nos quiere dar La Paz. Nos invita a pacificar nuestra alma y tener la seguridad que Él nos ama tenis cuidará siempre.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 19,41-44): En aquel tiempo, Jesús, al acercarse a Jerusalén y ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: «¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán por todas partes, y te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos que estén dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de tu visita».

Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará

¿Qué sentido tiene la vida? ¿Para qué vivimos? ¿Para qué tanto trabajar y afanarse si al final todo termina en la muerte?

En el cristianismo sabemos que la vida tiene un propósito. Creemos firmemente que Dios nos ha creado y nos da la gracia de hacer en esta vida lo necesario para obtener luego la gloria eterna. Hemos experimentado que la vida no acaba con la muerte. Existe el cielo y debemos tener siempre la aspiración de estar allá con Cristo.

Pongamos nuestros talentos y dones, recibidos por Dios, ha producir frutos de vida eterna para que podamos recibir gracias del Señor que nos haga vivir desde aquí el cielo prometido. ¡Ánimo! El Señor viene vestido de Gloris y esplendor para salvar a todos aquellos que hicieron lo que debían hacer. ¡Ven Señor Jesús!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 19,11-28): En aquel tiempo, Jesús estaba cerca de Jerusalén y añadió una parábola, pues los que le acompañaban creían que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro. Dijo pues: «Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir la investidura real y volverse. Habiendo llamado a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: ‘Negociad hasta que vuelva’. Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: ‘No queremos que ése reine sobre nosotros’.

»Y sucedió que, cuando regresó, después de recibir la investidura real, mandó llamar a aquellos siervos suyos, a los que había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. Se presentó el primero y dijo: ‘Señor, tu mina ha producido diez minas’. Le respondió: ‘¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo mínimo, toma el gobierno de diez ciudades’. Vino el segundo y dijo: ‘Tu mina, Señor, ha producido cinco minas’. Dijo a éste: ‘Ponte tú también al mando de cinco ciudades’. Vino el otro y dijo: ‘Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un lienzo; pues tenía miedo de ti, que eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste, y cosechas lo que no sembraste’. Dícele: ‘Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré; pues, ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses’.

»Y dijo a los presentes: ‘Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas’. Dijéronle: ‘Señor, tiene ya diez minas’. ‘Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y aquellos enemigos míos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí’».

Y habiendo dicho esto, marchaba por delante subiendo a Jerusalén.

El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido

En las escrituras hay muchos nombres de hombres y mujeres que han sido elegidos por Dios para distintos propósitos y misiones. En la Biblia hay miles de nombres de personajes que nos ayudan a entender la misteriosa elección de Dios. Uno de ellos se llama Zaqueo. ¿Quién era este personaje?

Zaqueo era un hombre de pequeña estatura, símbolo de los posibles complejos que tenía. También era publicano y rico, símbolo de que ponía su confianza en el dinero y era odiado por los de su pueblo ya que como publicano cobraba los impuestos injustamente a nombre del imperio romano. En fin, Zaqueo es imagen de todos los pecadores que sufren las consecuencias de sus equivocaciones. En medio de esa soledad y sufrimiento hace experiencia del amor de Dios.

Jesús es uno que se le aparece al que siente que nadie le quiere y está sumido en el pecado. El Señor ha venido a salvar y perdonar. ¡Esa es la buena noticia! Nosotros, como Zaqueo, podemos tener acceso a la misericordia de Dios manifestada en Jesús. ¿Te sientes solo? ¿Sientes que nadie te quiere? ¿Has pecado gravemente y no puedes ni perdonarte a ti mismo? ¡Ánimo! El Señor viene hoy a tu corazón a salvarte, perdonarte y transformar tu vida.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 19,1-10): En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa». Se apresuró a bajar y le recibió con alegría.

Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador». Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo». Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido».

¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!

La oración es la actividad más importante de un cristiano. Si algo hacia Jesús constantemente era estar en continua oración. Es lo propio de un hombre o mujer que quiere ser considerado cristiano.

En las escrituras se hacen muchas referencias a la oración. En una de ellas se habla de un ciego, símbolo de la oscuridad en la que vivimos cuando estamos en pecado o en alguna situación de tristeza o angustia. En esta realidad de tinieblas, el ciego grita que es lo mismo que orar. ¿Cuál es el fruto de este grito? Que se le da la gracia requerida, ya puede ver.

Todos los días estamos invitados a rezar con Fe. Es importante que al orar reconozcamos nuestros pecados y debilidades y sobre todo, saber que Jesús tiene el poder de darnos luz y vida. Solo así se puede hacer verdadera y profunda adoración en el Señor.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 18,35-43): En aquel tiempo, sucedió que, al acercarse Jesús a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús el Nazareno y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!». Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!». Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó: «¿Qué quieres que te haga?». Él dijo: «¡Señor, que vea!». Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado». Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.

Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará

La mejor manera de preparar al segunda venida de Cristo es despreciar los bienes de este mundo. Es mejor “perder la vida” que guardarla. ¿Qué significa esto?

Un amigo una vez me dijo que nosotros los cristianos despreciamos las riquezas. Es decir, que no somos personas que aspiran a tener éxito y fama. Me hacía esa referencia como quien señala un error. Decía: “ustedes hacen un elogio desmedido a la pobreza y la miseria”.

Es bueno aclarar que en ningún momento quiere Dios que seamos miserables. ¡Todo lo contrario! Lo que si dice el Señor es que no podemos tener una relación idolátrica con las cosas de este mundo. Nos dice que es importante que vivamos aspirando a las cosas celeste y espirituales, no a las materiales, porque haciéndolo así recibiremos todo lo demás por añadidura.

¡Ánimo! Preparemos nuestro corazón para acoger a Cristo teniendo total desapego a las cosas de este mundo.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 17,26-37): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste.

»Aquel día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada». Y le dijeron: «¿Dónde, Señor?». Él les respondió: «Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres».