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No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento

El resumen de toda la ley y los profetas es el amor. Ama y haz lo que quieras. Se nos ha enseñado que lo más grande es amar a Cristo y todo lo demás es vanidad de vanidades. Vivimos en tiempos donde esto tiene especial significación.

La cuarentena del mundo nos hace vivir con mayor plenitud la salud que nos viene de estar más cerca de Dios. El Señor nos da una nueva luz para valorar las “normalidades” de la vida que tantas veces no apreciamos como corresponde. En estos días, ¡estemos cerca espiritualmente cuando las distancias físicas nos alejen! Cerca de Dios y amando a nuestro prójimo. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,17-19): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos».

No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento

Toda la ley de Dios se resume en Jesucristo. El ama cumple la ley entera. Es lo que ha revelado nuestro Señor con su pasión, muerte y resurrección.

La ley no es un conjunto de normas morales. La ley del Señor es un camino que conduce a la vida eterna. La gracia de poder cumplirla nos viene como un don de parte de Jesús.

Hoy podemos reconocer que Jesús es la ley encarnada que nos demuestra que todo aquel que se apoya en Dios puede obtener de Él la felicidad plena que ha sido prometida. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,17-19): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos».

No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento

Jesucristo no vino a destruir lo antiguo. Lo que ha hecho es dar sentido pleno a todo. Su lucha no es contra personas o religiones. Su propuesta se basa en el amor y es una invitación a cumplir fielmente los mandatos del Señor con la ayuda de su gracia.

Nuestra vida depende de la realización plena del proyecto de Dios en nuestra vida. ¿En qué consiste eso? En amar como Dios nos ha amado. Esa es la ley más importante. No puede haber otra realidad. Estamos siendo invitados al amor de nuestra familia, vecinos, compañeros de trabajo.

La ley no es un conjunto de preceptos externos que cumplimos para el mundo vea lo “buenos” que somos. La ley es AMAR. ¿Tú amas? ¿Pides perdón? ¿No murmuras ni chismeas? Pidamos a Dios ayuda para que su ley de amor se realice en nosotros. En esto consiste la felicidad. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,17-19): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos».

El que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos

Nuestro Señor Jesús ha llevado a plenitud la ley de Dios. Los mandamientos o palabras de Vida entregados a Israel mostraban el camino de la felicidad, pero rápidamente el pueblo experimentó que no podía amar así. Si leemos las escrituras vemos una gran cantidad de acontecimientos donde se muestran las infidelidades de Israel. Nosotros somos iguales.

La diferencia radica en que en Jesús podemos hacer lo que no podemos hacer. En su Espíritu podemos cumplir una ley que parecería superarnos en todo el sentido. ¿Puede acaso alguien amar al enemigo? Ciertamente que no. Pero si del cielo recibe la capacidad de hacerlo, apoyado en Jesucristo, lo podrá hacer. ¡Ánimo! Esa es la buena noticia de hoy, de la cuaresma y de la Pascua que celebraremos en pocas semanas.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,17-19): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos».

No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento

Muchos políticos y líderes sociales hablan de que en nuestro país hace falta implementar el imperio de la Ley. Estas leyes son hechura de hombres, ¿cómo sería con la ley divina?

Ciertamente nuestro Dios, al pueblo de Israel, le entregó una ley de vida escritas en tablas de piedra. Estos 10 mandamientos o palabras de vida resumen la torah o ley que el Señor le dió a su pueblo para que pudieran tener vida y fueran felices.

Jesús se inaugura una nueva era. En los tiempos mesiánicos no se niega la ley antigua. Todo lo contrario. Lo que Jesús dice es que viene a darse pleno cumplimento. Por ejemplo, se dijo antes que ojo por ojo y diente por diente; pero Jesús dice: amen a sus enemigos. ¿Qué significa eso? Que el Señor lleva a plenitud lo que la ley en principio quiso regular. Partiendo de la justicia se llega al amor pleno.

Muchos dirán, ¿y cómo podemos cumplir semejante exigencia? Ya Jesús ha hecho la promesa de que enviará su Espíritu y grabará en lo profundo de nuestros corazones la ley nueva. Podremos amar en esa dimensión con la gracia y ayuda de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,17-19): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos».

No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas

Para poder vivir en sociedad deben existir leyes. Los grupos sociales se organizan y mantienen un orden gracias a las normativas que rigen el comportamiento de las personas. Si no existiera un aparato legal o jurídico la vida en sociedad seria un caos.

El pueblo de Israel era el llamado pueblo de la Torah o de la Ley. Desde que Moisés bajó del monte Sinaí con las tablas de la Ley, el llamado pueblo de Dios se ajustaba por un conjunto de mandamientos que normaban la vida de los judíos. Jesús, como buen judío, conocía y cumplía muy bien con la ley de Dios. Entonces, ¿cuál es la novedad?

Jesús instaura una nueva “economía” o realidad. Hace que se ponga más énfasis en el espíritu de la ley. Dice que la ley tiene un fin muy concreto: ayudarnos a llegar a Dios.

Hoy Dios nos invita a cumplir la ley del Amor. Amemos a todos y todas en este día incluyendo a los que no han hecho daño y descubrirás lo maravilloso de la Ley de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,17-19): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos».

No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento

En el transcurso de nuestra vida hemos aprendido que la ley es importante para garantizar la coexistencia de los seres humanos. Tenemos todos la necesidad de que se establezcan reglas claras en la vida de tal manera que podamos evitar que alguien pueda aprovecharse de otros.

Un ejemplo de esta realidad es la ley de tránsito. Si nos pasamos luz roja se no debe poner una sanción que corrija la mala conducta. ¿Imagínense transitar sin estos controles? Estaríamos expuestos a accidentes y muertes. Las leyes nos ayuda a ordenar la vida social y definir reglas claras aplicadas a todos.

Jesús es el primero en dar cumplimiento a la ley. Desde pequeño creció en una familia que aplicaba fielmente todas las disposiciones civiles y religiosas. Solo basta con mencionar que a los pocos días cumplieron la disposición de presentar al niño recién nacido en el templo.

Nuestro Señor con su mensaje y acción lo que hace es llegar a la plenitud la ley. Como instrumentos humanos, las leyes son imperfectas. ¿Cómo la ley puede sanar las heridas del odio? ¿Puede una ley reconciliar pueblos y personas enemistadas? ¿La ley puede detener la cadena de odio y venganzas? No lo puede hacer. Es por eso que Jesús lleva a plenitud la ley. Nos invita a todos a cumplir la más importante de todas las “leyes” que es la ley del amor.

Hoy somos invitados a respetar las leyes humanas pero también las leyes divinas. La madre de todas las leyes es el amor. Amemos y perdonemos sabiendo que Dios nos amó primero.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,17-19): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos».