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¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?

¿Cuál es la misión fundamental de todos los cristianos? Hacer el bien a todo el que nos necesite. Amar a todos en la dimensión de la Cruz. Dar la vida por los demás. Ninguna ley está por encima de la ley del amor y la misericordia.

Las personas de fe, muchas veces sin quererlo, tienden a reducir su religión al cumplimento de una seria de normas y obligaciones litúrgicas. Pensamos que es más importante decir que somos cristianos que actuar como tal. Decir que creemos en Cristo implica perdonar a todos, amar sin límites y servir sin condiciones. ¿Estamos dispuestos a realizar, plenamente en nuestras vidas, lo que significa ser cristianos?

Pidamos a nuestro Dios que nos conceda hacer su voluntad. Supliquemos a nuestro Señor que nos ayude a poner en práctica la palabra de Dios. Necesitamos del Espíritu Santo que nos dé la gracia de hacer siempre la voluntad divina.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 3,1-6): En aquel tiempo, entró Jesús de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio». Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?». Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano». Él la extendió y quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra Él para ver cómo eliminarle.

El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado

Las leyes no están por encima del amor. Ninguna normativa religiosa puede olvidar que lo más importante es estar al servicio de los demás. La esencia del cristianismo es amar en la dimensión de la Cruz. Lo demás es añadidura.

¿Cuántos de nosotros hemos dado demasiada importancia al cumplimento de normas ñor encima del perdón sincero? La ley dice que él que hace algo malo debe pagar, pero acaso Cristo no nosotros otro camino. Él, siendo inocente, nunca señaló con dedo acusador a sus verdugos. ¡Todo lo contrario! Los perdonó, excusó y oró por ellos. ¿Podemos hacer lo mismo?

Pidamos a Dios la gracia de hacer siempre su voluntad. Rígenos al Señor para que nos conceda el espíritu santo que nos haga amar primero y cumplir sus leyes después. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 2,23-28): Un sábado, cruzaba Jesús por los sembrados, y sus discípulos empezaron a abrir camino arrancando espigas. Decíanle los fariseos: «Mira ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?». Él les dice: «¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él?». Y les dijo: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado».

¿Es lícito curar en sábado, o no?

En todas las iglesias hay legistas, moralistas y fariseos. Son todos aquellos que a lo interno de las comunidades cristianas empiezan a desarrollar un sentimiento de superioridad porque dicen cumplir las normativas y rituales vigentes. Son aquellos que instrumentalizan la fe para construir su propia imagen de gente buena.

El cristianismo no es una religión. Tampoco un moralismo o filosofía. El cristianismo es una experiencia de salvación. Es un encuentro profundo y personal con el amor de Dios manifestado en Jesucristo. ¿Puede este amor tener algún límite?

La ley perfecta, la mayor de todas, es el amor. Lo demás son accesorios que solo tienen sentido en función de amor y misericordia divina. Con toda razón decía el apóstol: “ama y haz lo que quieras”. ¡Amén!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 14,1-6): Un sábado, Jesús fue a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. Había allí, delante de Él, un hombre hidrópico. Entonces preguntó Jesús a los legistas y a los fariseos: «¿Es lícito curar en sábado, o no?». Pero ellos se callaron. Entonces le tomó, le curó, y le despidió. Y a ellos les dijo: «¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado y no lo saca al momento?». Y no pudieron replicar a esto.

Dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios

¡Tantos ritos y poco amor! En las religiones se nos presenta un camino espiritual lleno de acciones externas y prácticas rituales y muchas veces dejamos de lado el amor y la misericordia. El Papa Francisco, en su encíclica Fratelli Tutti, nos insiste sobre ese peligro, el de reducir el cristianismo a una práctica religiosa carente de profundidad sin centrarnos en lo importante: el amor.

Debemos preguntarnos hoy: ¿hay alguien a quien odio o rechazo? ¿He pedido perdón a los que he ofendido o a los que me han ofendido? ¿Practico todos los días actos de humildad que me ayuden a ponerme al servicio de los demás incluyendo a mis enemigos? No seamos necios. No seamos como los fariseos y legistas. Ellos se creían superiores a los demás porque cumplían los rituales de la ley pero olvidaban el amor.

Hoy es un buen día para comenzar de nuevo. Hoy es un día maravilloso que nos hace pedir a Dios la gracia de ser cristianos en un sentido pleno de la palabra. Dios nos concederá, si se lo pedimos con humildad, la gracia de ser verdaderos hijos suyos. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,42-46): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello. ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!». Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a nosotros!». Pero Él dijo: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!».

Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla

El amor está por encima de cualquier ley humana. Muchas veces pensamos que ser cristianos es aplicar a todos unos mandamientos y normas que nadie puede cumplir siempre y en plenitud. El cristianismo no es un moralismo. El cristianismo es amor a todos.

Jesús nos mostró el camino correcto. Nos enseñó que podía incumplir la “ley humana” con tal de hacer el bien al prójimo. ¿Hacemos lo mismo?

Miremos al otro con amor. Perdonemos siempre a nuestro prójimo. La mayor curación ocurre cuando amamos a los demás incluyendo a nuestro enemigos, a aquellos que nos han hecho un mal. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 6,6-11): Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca. Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle. Pero Él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: «Levántate y ponte ahí en medio». Él, levantándose, se puso allí. Entonces Jesús les dijo: «Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla». Y mirando a todos ellos, le dijo: «Extiende tu mano». Él lo hizo, y quedó restablecida su mano. Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús.

No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento

Dice San Pablo que la ley nos ha servido para darnos cuenta de que somos pecadores y que no podemos cumplir fielmente los mandatos de Dios. Si somos humildes y reconocemos nuestras debilidades nos daremos cuenta que todos los días cometemos pecados y nos separamos de la voluntad de Dios. ¿Quién podrá ayudarnos?

Dios ha enviado a su hijo Jesucristo para que en su gracia podamos hacer lo que humanamente no podemos. La ley del Señor se resume en el amor. Pero este amor es uno que da la vida por todos incluyendo a los enemigos. ¿Tú amas a los enemigos? ¿Te dejas abofetear la mejilla derecha y presentas la otra? Seamos sinceros y reconozcamos que es imposible para nosotros.

La buena nueva es que en Jesús se ha cumplido plenamente la ley de Dios. Él es aquel que ha subido a la cruz y ha dado la vida por todos incluyendo por aquellos que lo crucificaban. Para poder amar como Dios, necesitamos tener el espíritu de Cristo en nuestros corazones. La única manera de amar verdaderamente a nuestro prójimo es si nos apoyamos en Jesús. ¿Estás dispuesto a amar así? Ánimo, pídele a Dios esa gracia que él te lo concederá.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,17-19): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos».

No estás lejos del Reino de Dios

¿Cómo se puede experimentar el reino de Dios aquí en el tierra? Mediante el amor. Jesús mostró el camino, amando a todos incluyendo a sus enemigos. En ese amor podemos conocer al Señor. ¿Amas a Dios y a tu prójimo?

En diversas ocasiones anteponemos nuestros proyecto mundanos a los asuntos de Dios. Nos hacemos ídolos aquí en la tierra. Nuestro corazón está puesto en el dinero, la búsqueda de fama y tener bienes materiales. Albergamos en nuestro corazón resentimos contra muchas personas. Nos resulta imposible perdonar al que nos ha hecho algún mal. Ese camino, no es el que quiere Dios.

El Señor nos dice que si queremos ser felices es necesario recorrer el camino del amor. Amarle a Él por encima de todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos en la ley de leyes. Es el mandamiento más importante. Si hacemos eso, seremos verdaderamente felices. Pidamos a Dios la gracia de poner en práctica su palabra. Él nos ama, amemos así como Él lo hace con nosotros. ¡Ánimo!

Leer:
Texto del Evangelio (Mc 12,28-34): En aquel tiempo, se llegó uno de los escribas y le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». Jesús le contestó: «El primero es: ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No existe otro mandamiento mayor que estos».

Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».

Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.

Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor

La verdad es el amor. No hay otro camino para la felicidad plena. ¿Cómo podemos poner en práctica el amor? Precisamente en estos momentos de pandemia, el amor debe prevalecer ante el temor. Los cristianos siempre estamos del lado de los más débiles y necesitados. Nos cuidamos y cuidamos a los nuestros.

No perdamos la Fe. Nunca dudemos del amor de Dios. Mantenerse firme ante los diversos desafíos que tenemos. Ese es el camino que Dios quiere que sigamos. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 12,28b-34): En aquel tiempo, uno de los maestros de la Ley se acercó a Jesús y le hizo esta pregunta: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». Jesús le contestó: «El primero es: ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No existe otro mandamiento mayor que éstos».

Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.

No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento

El resumen de toda la ley y los profetas es el amor. Ama y haz lo que quieras. Se nos ha enseñado que lo más grande es amar a Cristo y todo lo demás es vanidad de vanidades. Vivimos en tiempos donde esto tiene especial significación.

La cuarentena del mundo nos hace vivir con mayor plenitud la salud que nos viene de estar más cerca de Dios. El Señor nos da una nueva luz para valorar las “normalidades” de la vida que tantas veces no apreciamos como corresponde. En estos días, ¡estemos cerca espiritualmente cuando las distancias físicas nos alejen! Cerca de Dios y amando a nuestro prójimo. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,17-19): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos».

El que practicó la misericordia con él

La ley divina más importante es el amor al prójimo. Es la base de todo el cristianismo. Solo aquel que ama puede experimentar vida eterna.

¿Cómo podemos saber quién es el prójimo? Es sencillo. Todos son nuestro prójimo, incluyendo a nuestros enemigos. Dios es misericordia y nos invita a ejercer misericordia con todos los que nos rodean. ¿Quieres ser feliz? Ama a todos y todas. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,25-37): En aquel tiempo, se levantó un maestro de la Ley, y dijo para poner a prueba a Jesús: «Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?». Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás».

Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?». Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva. ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo».