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Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor

La verdad es el amor. No hay otro camino para la felicidad plena. ¿Cómo podemos poner en práctica el amor? Precisamente en estos momentos de pandemia, el amor debe prevalecer ante el temor. Los cristianos siempre estamos del lado de los más débiles y necesitados. Nos cuidamos y cuidamos a los nuestros.

No perdamos la Fe. Nunca dudemos del amor de Dios. Mantenerse firme ante los diversos desafíos que tenemos. Ese es el camino que Dios quiere que sigamos. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 12,28b-34): En aquel tiempo, uno de los maestros de la Ley se acercó a Jesús y le hizo esta pregunta: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». Jesús le contestó: «El primero es: ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No existe otro mandamiento mayor que éstos».

Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.

¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?

Si somos sinceros con nosotros mismos tenemos que reconocer que amamos muy poco o mejor dicho, amamos a nuestra manera o de forma muy precaria.

El amor de Dios supera todo tipo de amor humano. Las personas aman siempre y cuando el objeto o sujeto de nuestro amor nos edifique o construya. Amamos a nuestra pareja, hijos, amigos, padres y demás personas siempre y cuando sean buenos con nosotros y nos correspondan el amor que le tenemos. La gran paradoja es que nadie puede amarnos en plenitud o de manera perfecta. Esto solo puede hacerlo Dios.

Es por eso que el centro o piedra angular de nuestra felicidad es amar a Dios con todos lo que tengamos y sabien que Él nos ama, dar a los demás de ese amor que Dios nos da. Esa es la perfecta felicidad. Lo demás es vanidad de vanidades.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 12,28b-34): En aquel tiempo, uno de los maestros de la Ley se acercó a Jesús y le hizo esta pregunta: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». Jesús le contestó: «El primero es: ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No existe otro mandamiento mayor que éstos». 
Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.