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Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía

Parecería que es una norma la falsedad y la mentira en la relaciones humana. Todos sonríen como si realmente estuvieran felices pero en el fondo viven amargados. Nos decimos mutuamente: “tú eres mi hermano”. Sin embargo, vivimos criticándonos unos a otros. ¿Cuando dejaremos de ser hipócritas?

Hipócrita es aquel que “Que finge una cualidad, sentimiento, virtud u opinión que no tiene”. Es un simulador que constantemente muestra una cara que no representa la verdad de sus sentimientos. Por fuera es de una manera pero por dentro, que es lo verdadero, niega todo lo que dice y hace. Si somos humildes debemos reconocer que muchas veces hemos actuado de esa manera. El pecado que más denunció Jesús fue precisamente el de la hipocresía.

Dios es verdad. El diablo es padre de la mentira. Si queremos ser hijos de Dios seamos sinceros, transparentes y coherentes. Seamos personas de la Luz. No de la oscuridad. La falsedad nunca debe ser parte de nuestra vida. ¡Amén!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,1-7): En aquel tiempo, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros, Jesús se puso a decir primeramente a sus discípulos: «Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse. Porque cuanto dijisteis en la oscuridad, será oído a la luz, y lo que hablasteis al oído en las habitaciones privadas, será proclamado desde los terrados. Os digo a vosotros, amigos míos: no temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. Os mostraré a quién debéis temer: temed a aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése. ¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de ellos está olvidado ante Dios. Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; valéis más que muchos pajarillos».

Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas

El Señor siempre tenía palabras muy duras para los escribas y fariseos. ¿Por qué tanta corrección a un grupo de personas religiosas que cumplía la ley al pie de la letra? Debemos recordar que el fariseo hacía un esfuerzo consciente para cumplir los mandamientos divinos. ¿Que maldad hay en ello?

El problema es que estos hombres religiosos caían en él mismos error que muchas veces hemos caído nosotros. Reducimos la fe a un conjunto de normas por cumplir. Pensamos que hacer la voluntad de Dios es hacer unos ritos externos, olvidándonos de lo más importante: el amor.

El amor es una experiencia divina. Es decir, primero experimentamos el perdón y la misericordia de Dios y luego, desde esa experiencia, amamos a nuestro prójimo incluyendo a nuestros enemigos. Ese es el centro de nuestra fe. Amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas. Lo demás es añadidura. ¡Adelante!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 23,23-26): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña y codicia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!».

Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros

Purifiquemos nuestros corazones. Seamos coherentes por dentro y por fuera. !Que fácil es vivir una vida en doblez!

Ciertamente, tendemos a vivir nuestra fe como un conjunto de prácticas externas. Las mismas no son malas pero pueden tornarse falsas si no hacemos lo más importante: amar.

El Amor es la ley entera. Amar a Dios por encima de todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos es cumplirla plenamente. Esa es la verdadera senda del cristianismo. El pilar de toda existencia feliz. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,37-41): En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entrando, pues, se puso a la mesa. Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Pero el Señor le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros».

Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos

Dios nos llama a conversión. Permite que nos prediquen, nos corrijan, nos anuncien el reino de Dios. En otras palabras, have todo para que podamos entender que nuestra vida muchas veces no va bien.

Hoy, viernes de cuaresma, estamos llamados a un cambio radical. Con la ayuda de Dios, empuñando las armas de la oración, ayuno y limosna, podemos seguir el camino de la vida que nos ofrece Dios es Jesucristo.

¡Ánimo! La felicidad se realiza mediante la confianza total en Jesús. Nunca dudes de su amor.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 21,33-43.45-46): En aquel tiempo, Jesús dijo a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo: «Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó. Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos. Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon. De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la misma manera. Finalmente les envió a su hijo, diciendo: ‘A mi hijo le respetarán’. Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: ‘Este es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia’. Y agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron. Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?».

Dícenle: «A esos miserables les dará una muerte miserable y arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo». Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos? Por eso os digo: se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos».

Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que estaba refiriéndose a ellos. Y trataban de detenerle, pero tuvieron miedo a la gente porque le tenían por profeta.

¡Ay de vosotros!

En el evangelio aparece un texto que hace referencia a los “Ay”. Jesús, en un momento en donde parecería que está lamentándose, señala las faltas graves en que incurren los que supuestamente eran perfectos. Les habló duro, porque buscaba los mejor para ellos y para nosotros.

Los fariseos, legistas y demás hombres de leyes eran símbolo de perfección… pero externa. Vivían para interpretar e imponer leyes a los demás mientras faltaban a la más importante, la ley del amor. Se creían mejores que los demás. Miraban a los otros con desprecio.

Jesús enseña otro camino. Nos invita a una dinámica distinta. Nos hace ver que el cristianismo no es un moralismo o ideología que seguimos porque somos buenos. La experiencia cristiana es la del encuentro con un Dios que nos ama a pesar de nuestros pecados y debilidades. Nos señala fariseos. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,42-46): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello. ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!». Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a nosotros!». Pero Él dijo: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!».

¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda?

¡Por favor! No podemos reducir el cristianismo a una serie de normas morales que debemos cumplir. El cristianismo es otra cosa. Es la experiencia de un Dios que nos ama y se manifiesta en nuestros corazones a través del Espíritu Santo.

En todas las generaciones hay fariseos y escribas. Personas que convierten la religión en un instrumento de beneficio personal. Instrumentalizamos la palabra de Dios para someter a los demás a proyectos e iniciativas que no tienen nada que ver con la voluntad de Dios.

La buena noticia que hoy podemos renovar es que Dios es misericordia y que la gran ley divina es el amor. ¡Ama y haz lo que quieras!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 23,13-22): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: ‘Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro del Santuario, queda obligado!’ ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que hace sagrado el oro? Y también: ‘Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado’. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él».

¿Qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?

El que ama cumple la ley entera. Es la enseñanza de nuestro Señor y se cumple plenamente en nuestra vida. Amar es el principal de todos los mandamientos. El único problemita es que esa palabra está muy desprestigiada por su uso y abuso. ¿Qué es amar según Dios?

El evangelio está lleno de referencias al verdadero amor. El más grande de todos es el de Jesús. El Señor ha amado como ama Dios. En un amor de entrega total, de perdón total, de dar la vida por lo demás. Dios es aquel que hace “salir su sol sobre buenos y malos”. En Jesús hemos conocido el verdadero amor: uno que ama hasta el extremo de entregar su vida por los pecadores.

Podemos cumplir ciertas normas y preceptos pero si no amamos como Dios ama, de nada nos sirve. Amar es entregarse, perdonarlo todo, excusarlo todo, considerar a los otros superiores a nosotros. Abre tu corazón al Señor que quiere darte la gracia de realizar este amor aquí en la tierra.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,25-37): En aquel tiempo, se levantó un maestro de la Ley, y dijo para poner a prueba a Jesús: «Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?». Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás».

Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?». Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva. ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo».

Dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios

Cuando Jesús vino al mundo se encontró con una realidad cultural y religiosa muy particular.  Ciertamente el Señor vino a traer una buena noticia que implicaba un cambio de enfoque de la religión. Se había reducido, para bien o para mal, la Fe a una mera práctica y cumplimiento de leyes extrernas sin que necesariamente esto represente una verdadera conversión del corazón.

También nosotros hemos cometido este error. Hemos pensando que ser cristiano es hacer “cosas”. Las prácticas piadosas, que son buenos, no son la base fundamental de la buena noticia que hizo presente Jesús en la tierra. No son las devociones externas que muchas veces las podemos utilizar para vender una imagen de gente buena y santa el centro del cristianismo. La Fe es tener un encuentro personal con Jesús en lo profundo de nuestro corazón y cambiar profundamente nuestra vida a partir de dicho acontecimiento.

Hoy el Señor nos invita a ser cristianos de corazón. Saber que el Amor está por encima de todo. Dios nos ama y quiere que seamos reflejemos de su amor. ¿Estás dispuesto?

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,42-46): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello. ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!». Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a nosotros!». Pero Él dijo: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!».

El mayor entre vosotros será vuestro servidor

El tiempo de Cuaresma es tiempo de hacerse pequeño. Es vital para resucitar pasar primero por la muerte del hombre viejo que muchas veces gobierna nuestra conducta. ¿Qué mal hace este tipo de ser esclavo del pecado?

Los fariseos y escribas eran personas a los que Jesús acusó de hipócritas. La actitud farisea consiste en hablar y no hacer. El hombre nuevo que propone Jesús hace referencia a personas que son humildes, se consideran pecadores, y por tanto consideran a los demás mejores que ellos. El fariseo es todo lo contrario. Se apoya en un supuesto cumplimiento de normas para colocarse así mismo por encima de los demás.

Estamos hoy compelidos por Dios a ser los últimos. Servidores de todos. Ocupar siempre el lugar del pobre y humilde, sabiendo que solo Dios es bueno y santo.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 23,1-12): En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame “Rabbí”.
»Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “Rabbí”, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie “Padre” vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar “Doctores”, porque uno solo es vuestro Doctor: Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».

Así todas las cosas serán puras para vosotros

Hay un gran enfoque al cumplimiento de normas y procedimientos. Hacemos de nuestra vida una rutina inagotable deberes y tareas predefinidas. En algún momento, ¿no te cansas de tanto afán?

Jesús es tan libre y feliz que vive su vida según la voluntad de Dios sin poner tanto énfasis en lo exterior. Sabe que es bueno cumplir con las normas y protocolos pero nunca sacrifica la realidad de que es mucho más importante hacer lo correcto que lo aparentemente correcto.

En el día de hoy Jesús nos invita a la felicidad plena. ¡Se libre! Libre ya ha creado Dios para amar sin medida.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,37-41): En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entrando, pues, se puso a la mesa. Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Pero el Señor le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros».