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La mies es mucha, y los obreros pocos

En nuestra Iglesia se da una especie de cristianismo de consumo. Esto quiere decir, que muchos que asisten de manera regular a los servicios litúrgicos, no ponen su tiempo a disposición de la misión. Cuando alguien les llama a cooperar con algo, dedicar tiempo y dinero a alguna obra evangelizadora o de misericordia, responden con excusas y nunca disponen su vida al servicio de Dios.

El cristianismo no es de burgueses que se sientan a consumir ritos y nunca sirven a los demás. La fe cristiana se centra en el dar la vida por los demás, a través de diversos ministerios y carismas que Dios inspira en la Iglesia para el bien de las almas.

Seamos generosos con Dios. Pongamos nuestros talentos y tiempo al servicio de la misión. Acérquenos al párroco, misionero o catequistas y digámosle: “aquí estoy, para hacer la voluntad de Dios”. Adelante. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,1-9): En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.

»En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’».

El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará

Hemos sido elegidos para dar la vida por los demás. Somos enviados a la misión evangelizadora para que el mundo pueda experimentar el amor de Dios. ¿Estamos dispuesto a cumplir la voluntad de Dios?

Nos resistimos. Estamos abogados con fuerza a nuestros proyectos personales. Tenemos un amor desordenado a los bienes materiales y afectos humanos. El Señor nos libera de todo eso y nos prepara para una misión muchos más importante que nuestros temas y preocupaciones mundanas.

Así como Jesús envió a los apóstoles, así nosotros somos enviados para que demos la vida en la evangelización. Seamos profetas de Dios que en total disponibilidad encendemos la luz de Cristo en todos los corazones. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,34–11,1): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él.

El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa».

Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca

El mundo necesita de más obreros que trabajen en la mies de Dios. Son muchas las personas que andan como ovejas sin pastor. Es por eso que nuestro Señor elige personas comunes para llevar acabo la más grande de las misiones: anunciar que el reino de los cielos ha llegado ya.

Las personas enviadas por Jesús son sencillos, trabajadores y sin ninguna ascendencia. No son elegidos por alguna condición extraordinaria. No son escogidos por alguna capacidad especial. Son elegidos porque Dios les ama y perdona primero. Les transforma mediante su perdón y misericordia. Y luego les envía como testigos de la acción maravillosa del poder del Espíritu Santo en sus corazones.

Seamos dóciles a la llamada de Dios. Digamos si al envío de Jesús. Seamos verdaderos testigos, en medio de esta generación, de la acción salvífica del Señor en la vida de todos aquellos que acogen en su corazón el anuncio de amor. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,1-7): En aquel tiempo, llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le entregó. A éstos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca».

Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos

El Señor nos ha dado la gracia de hacer su voluntad. Nos dado la misión más importante de todas. Hacer presente en generación, mediante su palabra de vida, el amor de Dios.

Al elegirnos no nos ha querido egoístas. Nos invita a donarnos por el otro. Nos invita a ponernos al servicio de los demás. Nos da la misión de anunciar la buena noticia. El deber más sagrado que podamos tener.

Nuestro Dios nos da la gracia de hacer su voluntad. Nos muestra el mejor camino hacia la vida eterna que es desgastarnos en esta vida para que otros puedan tener vida eterna. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 6,7-13): En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino: «Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas». Y les dijo: «Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí. Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos». Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres

¿Qué da sentido a nuestra vida? La misión a la que nos llama el Señor. Él quiere que seamos pescadores de hombres. Desea que los cristianos podamos evangelizar con nuestras buenas obras.

Lo más importante de nuestra vida no son los pequeños proyectos que armamos cada día. Lo más importante es hacer la voluntad de Dios ahí donde Él nos ponga.

Seamos fieles a la llamada de Dios. Digamos siempre que si a su invitación de trabajar en su reino. Seamos partícipes de la gloria divina mediante una evangelización viva que haga presente el misterio pascual: la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucrito.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 4,18-22): En aquel tiempo, caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres». Y ellos al instante, dejando las redes, Le siguieron. Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, Le siguieron.

En el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre

¡Cuidemos nuestras acciones! En el momento que menos nos esperemos nuestro Señor buscará los frutos de vida eterna que estamos destinados a dar. Hemos sido elegidos para poner en práctica en plan de Dios: el amor.

Pasamos los días en nuestras ocupaciones. Nuestra mente y nuestro corazón están enfocados en tantas cosas. Una sola es necesario: hacer la voluntad de Dios. Es por eso que en cualquier momento nuestro Señor puede permitir algún acontecimiento con el propósito que podamos responder al mismo de la forma en que un cristiano lo haría. Se es hijo de Dios todos los días. No podemos claudicar a nuestra misión.

Demos amor a todos los que nos rodean empezando por nuestros enemigos. Seamos siervos fieles que demuestran con hechos su disposición de hacer siempre lo que Dios le ha dicho. Amar es la misión cristiana más importante. ¿La cumplimos? ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,39-48): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre».

Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?». Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda en venir’, y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles.

»Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más».

Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos

Todos los cristianos tenemos la misión de salir a evangelizar a todas partes. Algunos lo hacen de manera explícita. Es decir, salen en misión evangelizando de dos en dos o de otras maneras que el Señor ha ido inspirando a través de los siglos.

Sin embargo, existe otras formas de evangelización. San Juan Pablo II nos llamó a una nueva evangelización en sus métodos, formas y acciones. Los hay que evangelizan a través de la palabra escrita, otros mediante los medios de comunicación social y las llamadas “nuevas” tecnologías de la información y comunicación. También están los que hacen algún tipo de pastoral. Pero lo más importante es evangelizar con los hechos.

Nuestro mundo necesita ver que somos “corderos en medio de lobos”. Nuestro prójimo necesita experimentar el amor de Dios a través de nuestro perdón, servicio y capacidad de aceptarlos en cualquier condición. Somos evangelizadores de paz. Nuestra misión es manifestar el amor de Dios de todas las formas posibles en todos los rincones de la tierra. Digamos si al llamado de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,1-12): En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.

»En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’.

»En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: ‘Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca’. Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad».

Recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes

¡Oh maravillosa noticia! Jesús iba recorriendo todos los caminos anunciando la buena noticia de que el reino de los Cielos ha llevado ya. Esa proclama se hace hoy también concreta u eficaz. ¿Lo has experimentado?

El Señor elige a sus apóstoles y les da una misión: anunciar, en su nombre y autoridad, la salvación al mundo entero. Igual, el Señor a nosotros, nos da la gracia de cumplir en el tiempo su misión, ¿estás dispuesto?

¡Ánimo! Dios cuenta con nosotros. Si, hombres y mujeres pecadores, son elegidos por Dios para una misión maravillosa que redundan en nuestro propio beneficio. Nuestra paga es tener al mismo Señor en nuestros corazón. Bendiciones.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 9,1-6): En aquel tiempo, convocando Jesús a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: «No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos». Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.

Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca

Hemos sido elegidos por Dios. La misión que nos encarga es de dar testimonio en el mundo de la obra del Señor. Somos testigos del amor de Dios que se manifiesta a través del perdón y la sanación de alma y cuerpo.

Así como los doce apóstoles fueron elegidos por Dios y enviados con poder para manifestar en el mundo que el reino de Dios había llegado, de esa misma forma nosotros hemos sido enviados al mundo para que con nuestra experiencia de vida podamos alegrar la vida de tantas personas que se sienten solas y desamparadas.

El mundo necesita nuestro testimonio valiente y sincero. ¡No nos quedemos callados! Gritemos a todos pulmón que el Señor es El Salvador del mundo entero. ¡Ánimo!

Leer:
Texto del Evangelio (Mt 10,1-7): En aquel tiempo, llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le entregó. A éstos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca».

Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale

Una de las misiones más importantes de un cristiano es velar por el hermano. Tenemos el deber de corregirnos mutuamente. Vivir la fe en comunidad implica que nos ayudemos mutuamente a través de la corrección fraternal. Solo así podemos actuar como verdaderos hermanos en la fe.

En el mundo tenemos muchos falsos respetos. Es decir, en un supuesto respeto al otro y miedo a perder la estima de los demás, no nos metemos con nadie. En la comunidad cristiana es diferente. No podemos hacernos los ciegos. Tenemos la misión de hacer un santo servicio al hermano que escandaliza mediante la corrección en el Señor. ¿Estás dispuesto a ejercer con misericordia y diligencia este santo servicio?

¡Adelante! ¡Dios nos ayuda!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 17,1-6): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. Cuidaos de vosotros mismos.

»Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, le perdonarás».

Dijeron los apóstoles al Señor; «Auméntanos la fe». El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y os habría obedecido».