En el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre

¡Cuidemos nuestras acciones! En el momento que menos nos esperemos nuestro Señor buscará los frutos de vida eterna que estamos destinados a dar. Hemos sido elegidos para poner en práctica en plan de Dios: el amor.

Pasamos los días en nuestras ocupaciones. Nuestra mente y nuestro corazón están enfocados en tantas cosas. Una sola es necesario: hacer la voluntad de Dios. Es por eso que en cualquier momento nuestro Señor puede permitir algún acontecimiento con el propósito que podamos responder al mismo de la forma en que un cristiano lo haría. Se es hijo de Dios todos los días. No podemos claudicar a nuestra misión.

Demos amor a todos los que nos rodean empezando por nuestros enemigos. Seamos siervos fieles que demuestran con hechos su disposición de hacer siempre lo que Dios le ha dicho. Amar es la misión cristiana más importante. ¿La cumplimos? ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,39-48): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre».

Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?». Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda en venir’, y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles.

»Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más».

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