Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos

Todos los cristianos tenemos la misión de salir a evangelizar a todas partes. Algunos lo hacen de manera explícita. Es decir, salen en misión evangelizando de dos en dos o de otras maneras que el Señor ha ido inspirando a través de los siglos.

Sin embargo, existe otras formas de evangelización. San Juan Pablo II nos llamó a una nueva evangelización en sus métodos, formas y acciones. Los hay que evangelizan a través de la palabra escrita, otros mediante los medios de comunicación social y las llamadas “nuevas” tecnologías de la información y comunicación. También están los que hacen algún tipo de pastoral. Pero lo más importante es evangelizar con los hechos.

Nuestro mundo necesita ver que somos “corderos en medio de lobos”. Nuestro prójimo necesita experimentar el amor de Dios a través de nuestro perdón, servicio y capacidad de aceptarlos en cualquier condición. Somos evangelizadores de paz. Nuestra misión es manifestar el amor de Dios de todas las formas posibles en todos los rincones de la tierra. Digamos si al llamado de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,1-12): En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.

»En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’.

»En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: ‘Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca’. Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad».

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