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Bienaventurados los pobres de espíritu

En el origen de todas las filosofías e ideologías está la búsqueda permanentes del ser humano de sentido en su vida, de felicidad.

Todo lo que hacemos tiende a esa aspiración. Todos queremos ser felices y trabajamos, estudiamls y nos relacionamos para alcanzar la felicidad. ¿Cuál es la propuesta de Jesús?

Lo primero es reconocer que la felicidad no la dan las cosas o la ausencia de sufrimiento. Esto es aspirar a un ideal irrealizable. Si algo es propio de la naturaleza humana es el sufrir y lo perecedero de los bienes materiales y afectivos. Todo pasa. Todo se muda. Nada es eterno. Entonces, ¿como podemos ser dichosos?

Si, luego de reconocer que somos pobres y necesitamos de ayuda, buscarla donde se encuentra. Jesús ofrece una dicha o felicidad fruto de aquellos que reconocen en Dios la fuente de todo bien. Tener una experiencia personal con el Señor y recibir de Él la gracia de contemplar la historia personal como una bendición… ahí radica la felicidad plena. Debes repetir hoy, en tu corazón, la siguiente afirmación: Dios lo ha hecho todo bien en mi vida. Si lo dices creyéndolo de verdad te invadirá la felicidad más grande que se pueda experimentar. ¡Ánimo! ¡Dios te ama y lo ha hecho todo bien!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,1-12a): En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos».

Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas

Los cristianos, por el bautismo, somos llamados a ser profetas, sacerdotes y reyes. Esta triple condición tiene un significado profundo. Por ejemplo, en lo que tiene que ver con el profetismo cristiano estamos llamados a anunciar el mensaje del evangelio con palabras y obras. Es decir, los cristianos estamos o deberíamos estar siempre en actitud de enviados. CRISTO nos envía todos los días a hacer presente en esta generación las maravillas de Dios.

¿Tú estás dispuesto a ser enviado a donde quiera que Dios nos necesite? Siempre estamos ocupados y cansados. Múltiples cosas llenan nuestra agenda diaria. Padecemos la enfermedad de la era moderna: el stress. Dios nos llama a estar siempre disponible. A poner siempre primero que todas las cosas nuestra misión de profetas. Hacer la voluntad de Dios es la fuente de la felicidad y esta pasa por estar siempre en total y radical disposición. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,35-38): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!».

Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen

Dice un refrán popular que es mejor mirar el vaso medio lleno a mirarlo medio vacío. Con esta expresión se pretende enfatizar que según sea nuestra actitud hacia las cosas que nos pasan o contemplamos, así podemos ver lo positivo o negativo de esa realidad.

Jesús en muchas ocasiones nos invita a la dicha que quiere decir a la felicidad. Nuestro Señor quiere que seamos dichosos, que vivamos en el gozo, que tengamos alegría. ¿En qué consiste esta felicidad que nos promete Jesús?

Son dichosos aquellos que quieren ver y oír. Son felices los que ven el vaso “medio lleno”. ¡Cuántas maravillas ha hecho el Señor en tu vida! Te ha dado el vivir, una familia, la oportunidad de estar en la Iglesia o de escuchar esta palabra, hijos, padres, conocer a tus amigos y amigas; en fin, una serie de dones y milagros que representan este vaso “medio lleno”.

Podemos pensar que nos faltan muchas cosas para ser dichosos. Piensa mas bien, mi querido hermano, en lo mucho que tienes…no en lo mucho que te hace falta.

Que tus ojos VEAN el amor de Dios manifestado todos los días en tu vida. Estar atentos HOY a la manifestación gloriosa de su amor.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 13,10-17): En aquel tiempo, acercándose los discípulos dijeron a Jesús: «¿Por qué les hablas en parábolas?». Él les respondió: «Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: ‘Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane’.

»¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».