Vengo de Él y Él es el que me ha enviado

El Señor Jesús vino a la tierra para cumplir una misión. Dios envían al Señor a mostrar algo nuevo. El mesías anuncia una gran noticia. Este mensaje de trascendencia es la victoria sobre la muerte y que en cada uno de nosotros se puede realizar de manera concreta el misterio de nuestra salvación.

La resurrección propuesta por el Señor no es solo física al final de los tiempos. La victoria sobre la muerte se realiza aquí todos los días en el corazón de los hombres y mujeres que se abren al amor de Dios.

Jesús enseña en el templo. Las autoridades de este centro de poder religoso y político quieren matarle. ¿El Señor se llena de miedo y calla? NO. ¿Por qué? Porque tiene la seguridad de la resurrección. Sabe que la vida eterna se realiza a través del sufrimiento. Un proceso de purificación siempre culmina en algo mucho mejor a lo anterior.

Les invito a todos en este viernes de cuaresma a ver la experiencia de Jesús y llenarse de valor. ¡No tengan miedo! Tu futuro es de Dios. Vivir el presente como Jesús que anuncia el Reino de Dios con su vida y no tiene miedo a nada ni a nadie porque sabe que Dios le salvará de todos los peligros. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 7,1-2.10.14.25-30): En aquel tiempo, Jesús estaba en Galilea, y no podía andar por Judea, porque los judíos buscaban matarle. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Después que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces Él también subió no manifiestamente, sino de incógnito.


Mediada ya la fiesta, subió Jesús al Templo y se puso a enseñar. Decían algunos de los de Jerusalén: «¿No es a ése a quien quieren matar? Mirad cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido de veras las autoridades que éste es el Cristo? Pero éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es». Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: «Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que me envió el que es veraz; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de Él y Él es el que me ha enviado». Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.

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