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Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos

¡Despierta! Esa es la llamada potente que hoy le hace el Señor. Muchas veces nos dormimos en nuestro pecados, en nuestras debilidades, en nuestras angustias y problemas. Cerramos nuestros ojos al amor de Dios y al amor de los demás. Nos desconectamos de la misericordia de Dios y empezamos a ver maldad en todos lados. ¡Despierta!

Nuestro Señor nos invita a estar despiertos. Nos invita a prácticar constantemente la caridad. Nos invita a estar activos en el amor de Dios. Esa es la vía cristiana, el único camino de la felicidad auténtica.

Estemos despiertos para Dios, despiertos para hacer siempre su voluntad. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,35-38): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!».

Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos

Estar despierto es símbolo de estar en la luz. Es saberse consciente de lo que acontece a nuestro alrededor. Es vivir la vida en una actitud vigilante. ¿Qué significa esto es nuestra vida cristiana?

Muchos de nosotros estamos “dormidos en los laureles”. Es decir, estamos pendientes de muchas cosas. Nos afanamos por buscar dinero. Nos abrumamos con los problemas del día a día. No tenemos tiempo ni para admirar la vida que Dios nos ha dado. Estamos como “dormidos” sin saber que pasa a nuestro alrededor.

El Señor nos invita a vivir “despiertos”. Conscientes de lo hermoso que es vivir. Pendientes de lo único realmente importante y eso es Dios. Hacer la voluntad de nuestro Señor es el camino de la felicidad. Vivir para amar a nuestro prójimo es estar “despierto”.

En esta mañana nuestro Señor no invita a despertar al amor. Gritar y proclamar las maravillas de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,35-38): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!».