Archivo por meses: octubre 2014

Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello

Leer algunos fragmentos del evangelio a veces nos resulta un tanto complicado. Parece que Jesús da “palo si boga” y “palo si no boga”. Para nuestra mentalidad occidental muchas cosas nos parecen confusas y difíciles de entender.

Por ejemplo, la parte en la que se dice que cuando en el Juicio Final se nos interrogue, nada de lo que hicimos vale para nuestra salvación porque es gratuita pero en otros pasajes nos llaman a realizar una serie de actos de misericordia y obras de evangelización como requisito para entrar en el Reino de los Cielos. ¿Qué significa todo esto?

Simple. Jesús no ha venido a “abolir la ley”, mas bien a darle un cumplimiento pleno. Las leyes y obras son buenas, válidas y necesarias. Lo que nos invita el Señor es a que no la cumplamos externamente. Más importante que la “letra” es el espíritu de ella.

Amar es cumplir la ley. Si por amor, dejamos de cumplir algún artículo… estamos cumpliéndola como quiera. Por amor damos limosna, oramos, vamos a las celebraciones litúrgicas, nos reunimos en comunidad, hacemos peregrinación, visitamos enfermos y ayudamos con nuestros bienes al necesitado. AMAR es el cumplimiento pleno del espíritu de la ley. ¿Estás dispuesto a amar HOY? ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,42-46): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello. ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!». Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a nosotros!». Pero Él dijo: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!».

Dad más bien en limosna lo que tenéis

Existe una tendencia muy marcada en nuestra naturaleza y sobre todo en la mentalidad occidental que es la de cumplir leyes y normas. Es cierto que la constitución y las leyes tienen importancia capital, pero ¿qué es más importante? ¿Cumplir la ley o el espíritu de la ley? Veamos.

En tiempos de Jesús se llevó el cumplimiento de la Ley a un nivel exagerado. Era más importante lavarse las manos que atender a las viudas y a los huérfanos. Se estaba pendiente de los ritos y no se daba importancia a la caridad.

El amor es la medida de todas las leyes. Amar es cumplir la ley entera y es la gran enseñanza que quiere darnos el Señor en el día de hoy.

Dar limosna, si se hace con el corazón y dándolo TODO es la más grande demostración de amor. En un tiempo donde el amor al dinero domina el corazón de todos los hombres dar dinero a cambio de nada es símbolo de que realmente es más importante amar que acumular.

¿Cómo puedes ir a la iglesia, orar y participar en las diversas liturgias y no puedes perdonar o pedir perdón? Hoy la palabra de Dios nos invita a realizar esta experiencia. Dios nos ama y nos invita a dar de este amor recibido gratuitamente a todos los que nos rodean. Mis hermanos y hermanas, AMAR ES CUMPLIR LA LEY ENTERA.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,37-41): En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entrando, pues, se puso a la mesa. Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Pero el Señor le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros».

No se le dará otra señal que la señal de Jonás

En algún momento de nuestra vida hemos pedido algún milagro. Le rogamos al Señor que nos demuestre mediante una señal que Él está con nosotros y nos protege. Esto sucede con frecuencia cuando estamos pasando por alguna prueba o acontecimiento fuerte.

Jesús nos dice que sólo necesitamos de una “señal”. Nos insiste que no debemos pedir demostraciones o “señales” externas de su poder. Él nos da una única y necesaria señal y esta es su muerte y resurrección.

Necesitamos experimentar cada día que Dios envió a su hijo para dar la vida en rescate de todos nosotros. La gran “señal” de Dios es la manifestación de su amor en la cruz de Jesucristo.

Pasamos por muchas pruebas y angustias. A veces pensamos que Dios se ha olvidado de nosotros. En medio del combate o la tentación experimentamos la duda o nos metemos en una crisis de Fe.

¡No dudes nunca del amor de Dios! La señal de Jonás es que podemos resucitar en Jesús a una vida nueva. Que Dios siempre cambia la tristeza en gozo, la oscuridad en luz, la muerte en vida. ¡Ánimo! Espera siempre esta señal. El Señor nunca te defraudará.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,29-32): En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente alrededor de Jesús, Él comenzó a decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás».

Por el dedo de Dios expulso yo los demonios

Ayer la lectura nos invitaba a pedir una sola cosa importante: el Espíritu Santo. Jesús nos enseña que en la oración se nos da lo que pedimos e insiste en que pidamos lo que más puede hacernos bien y esto es el Espíritu de Dios.

El Espíritu Santo o “dedo de Dios” es la naturaleza misma del Señor. Se nos da gratuitamente mediante el bautismo y se nos renueva cada vez que lo pedimos y estamos preparados para recibirlo en nuestro corazón. ¿Alguna vez has experimentado su acción?

Se sabe si tenemos el Espíritu de Dios por sus frutos. Estos dones son diversos, algunos extraordinarios. Tenemos el don de sabiduría e inteligencia, el de ciencia y fortaleza, de piedad y de temor del Señor. Podemos, gracias a Él, hablar en lenguas e interpretarlas, curar en el nombre de Jesús y hasta expulsar demonios. ¿Cuál es el más importante de todos ellos?

Ciertamente Jesús nos ha mostrado cual es el don por excelencia que recibimos a través del Espíritu Santo: el amor. Dios nos da su misma naturaleza y esta es AMAR. Ese es el “ADN” divino. Amar hasta el extremo dando la vida por los demás y hasta por nuestros enemigos. Si tenemos el Espíritu de Dios perdonamos a los que nos hacen mal, amamos a nuestros familiares, amigos y compañeros de trabajo o estudio.

Si no tenemos el Espíritu de Dios en nuestro corazón, ese espacio “vacío” se llena de otras cosas. Vicios y “demonios” habitarán nuestro corazón si contristamos el Espíritu. Por eso es que debemos pedirlo todos los días. NECESITAMOS pedir a Dios que nos de todos los días su ESPÍRITU. Sólo así podemos mantener alejado el mal de nuestras vida mediante la preservación del bien máximo: EL ESPÍRITU SANTO.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,15-26): En aquel tiempo, después de que Jesús hubo expulsado un demonio, algunos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios». Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo.

Pero Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?, porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios.

»Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos. El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo, dice: ‘Me volveré a mi casa, de donde salí’. Y al llegar la encuentra barrida y en orden. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio».

Pedid y se os dará;

La oración tiene poder. Es lo propio del cristiano. La actividad más espiritual de la vida humana. Mas que un deber, es una necesidad. ¿Cómo podemos hacer verdadera oración?

La forma de oración que más conocemos y que más uso damos es a la oración de petición. Como niños pequeños pedimos constantemente a nuestro Padre del cielo muchas cosas que consideramos importantes y estratégicas. Nos parece tener a Santa Claus a nuestro servicio.

Lo único que vale la pena pedir perdón en el Espíritu Santo. Es el único don, regalo o realidad que necesitamos. Todo lo demás, Dios lo proveerá.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,5-13): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle’, y aquél, desde dentro, le responde: ‘No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos’, os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite.

»Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!».

Señor, enséñanos a orar

Orar es abrir el corazón a Dios. Orar es lo más importante de la vida cristiana. Sin oración no hay Vida Eterna dentro de nosotros, ¿cómo se ora en el cristianismo?

Todas las religiones tienen diversas experiencia de oración. En el caso de las religiones asiáticas se acentúa el aspecto meditativo de la misma. En Medio Oriente, se ve más como un cumplimiento de formas y fórmulas. En el cristianismo es un tanto diferente.

Jesús nos invita hacer oración poniendo nuestra vida a disposición del Señor. Es verdad que la oración es un acto de “comunicación” con Dios pero más importante es vivir la oración como un momento donde se contempla las maravillas de Dios y nos sometemos a su voluntad. Que venga su reino, que se haga su voluntad en la tierra y en el cielo, que nos libre de los males; son sólo peticiones que tienen un único centro: hacer la voluntad de Dios.

En la oración verdaderamente cristiana se entra en la historia que Dios a dispuesto para nosotros día a día. Estamos expresando en la oración nuestra disponibilidad de comer el “pan” de los acontecimientos diarios .

¡Ánimo! Pídele a Dios que te permita amar a ese compañero de trabajo, amigo de la universidad o la escuela, familiar cercano que a veces de molesta. Orar es Amar. Orar es bendecir a Dios por todo lo que nos ha dado. Termino con un pensamiento…

“Reza diariamente durante 30 minutos, excepto cuando estés muy ocupado; entonces reza una hora.” San Francisco of Sales.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,1-4): Sucedió que, estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos». Él les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación».

Hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola

Estamos siempre metidos en muchos afanes. La cantidad de cosas que tenemos pendientes en un día muchas veces sobrepasan nuestras posibilidades de cumplirlas. La vida es un solo “corre corre”.

Los seres humanos necesitamos priorizar nuestro tiempo. Es importante saber que es lo más importante en el día para dedicarle a eso la mayor de las atenciones. ¿Cómo podemos definir esta importante decisión?

Marta y María nos invitan hoy a poner toda nuestra vida en el Señor. ¿Cuál es la “mejor parte” que eligió María? Poner toda nuestra vida en manos de Dios. La palabra y la oración son caminos que conducen a la Vida. Sólo una cosa es necesaria: amar a Dios con todo el corazón, el alma y las fuerzas y al prójimo como a nosotros mismo.

Queridos hermanos y hermanas. Seamos fieles a la llamada de Dios. El quiere lo mejor para nosotros. Dejemos nuestro enfoque en las preocupaciones de este mundo. Dios provee y dará a cada uno lo oportuno. Tú en cambio pon todo tu corazón en Él.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada».

Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?

Tenemos tantos estereotipos en la vida. Pensamos que ser un buen cristiano es cumplir una serie de reglas y compromisos. Vivimos la “religión” de una forma muy superficial y externa. Nunca ha sido así la enseñanza de Jesús.

Siempre vemos personas que reducen la experiencia cristiana a una serie de ritos y “cumplimientos”. Van a misa los domingos (mientras más corta, mejor). Hacen el rezo del Rosario los viernes por la tarde. Vamos a la funeraria a dar el pésame puntualmente y nunca hacemos algo “malo” a nadie. Pensamos que si no hemos matado o robado a nadie cumplimos plenamente con nuestro deber cristiano. Eso no es cristianismo… por favor. ¿Qué es por tanto ser cristiano?

Ser cristiano es tener dentro VIDA ETERNA. ¿Y cómo se logra eso? Ya el Señor respondió en la Cruz. Se tiene VIDA ETERNA cuando se ama hasta el extremo. Amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas y al prójimo como ti mismo.

¿Tienes a Dios como centro de tu vida? ¿Respiras, comes y caminas con Dios y en Dios? ¿Has puesto a Dios por encima de tu familia, de tus amigos, de tu trabajo, de tu dinero? ¿Estás dispuesto a amar a los enemigos? Esto es ser cristiano: RADICALIDAD EVANGÉLICA.

Dios nos quiere dar su vida. Nos ha creado para que seamos felices y ese camino sólo es posible cuando, como dice San Agustín, “descansamos en Dios”.

Jesús invitó en su momento al “maestro de la Ley” a vivir la ley… No ha cumplirla. ¡Ánimo! En poner en práctica esta palabra está la clave de tu felicidad.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,25-37): En aquel tiempo, se levantó un maestro de la Ley, y dijo para poner a prueba a Jesús: «Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?». Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás».

Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?». Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva. ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo».

Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha

Escuchar la palabra de Dios y ponerla en práctica es la clave de la felicidad y una vida plena en este mundo. ¿Podemos escuchar la voz del Señor como si nos hablara un amigo o conocido? ¿Dios interviene de manera milagrosa o extraordinaria y se nos aparece para escribirnos en una libreta lo que tenemos que hacer?

Ciertamente Dios utiliza medios para ayudarnos y llamarnos a conversión. Un instrumento fundamental para Dios son los misioneros. Los apóstoles son los que llevan el anuncio de que el Reino ha llegado ya y hacen el correspondiente llamado a conversión. Son ellos los ángeles (mensajeros) de parte de Dios para llevarnos a su camino y darnos su mensaje de amor.

¿Cuáles son hoy estos ángeles o apóstoles de parte de Dios en tu vida? Presbíteros, pastores, catequistas y misioneros nos han hablado de parte de Dios, ¿le has escuchado? Amigos, esposos y conocidos también pueden ser en un momento particular idóneos instrumentos de Dios.

¡Ánimo! Es importante estar pendiente de que medio hoy utilizará el Señor para hablarnos y llamarnos a conversión. Dios está presente en todo y todos. Debemos escuchar su voz.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,13-16): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».

El Reino de Dios está cerca de vosotros

Lo mismo de ayer. La misión que tiene todo cristiano es hacer presente aquí en la tierra el mensaje del Reino de Dios. ¿Cómo se hace eso?

Jesús, al momento de enviar a sus discípulos de dos en dos, les envía fundamentalmente en la precariedad. Muestran con sus gestos, acciones y forma de vida lo que predican.

Como testimonio puedo decirles lo siguiente. Hace 14 años también fui enviado en una experiencia de misión que pone en práctica la palabra de hoy. Me tocó llevar de parroquia en parroquia la buena noticia del reino en la diócesis de Boston, en Estados Unidos. Fue una experiencia radical que marcó mi vida para siempre. Íbamos de dos en dos sin dinero, caminando sólo con las escrituras y durmiendo donde nos acogían, si esto último pasaba. Dormimos en parques, pasamos días sin comer, caminamos muchos kilómetros, pero lo más importante fue la inmensa alegría que esto produjo en nuestros corazones.

Entre otras cosas, lo que más me ayudó en mi Fe fue constatar en carne propia el poder de la precariedad. Nosotros éramos el mensaje. Nos veían sacerdotes y laicos y todos reconocían que si dos personas eran capaces de dejarlo todo e ir sin dinero por las calles de Boston confiando plenamente en la providencia de Dios, era porque el Reino de Dios ha llegado ya. Las personas sólo hacen eso cuando hay algo superior a todo lo que este mundo puede ofrecer.

Hermanos y hermanas. ¡El Reino de Dios ha llegado! Vive la vida con alegría. La muerte ha sido destruida en la Cruz de Jesús y nos da acceso a una vida nueva que no conoce el ocaso.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,1-12): En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.

»En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’.

»En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: ‘Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca’. Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad».