¡Ánimo! Felices seremos si podemos ver con claridad las acciones de Dios en nuestras vidas. Si, gracias al Espíritu Santo, podemos entender el misterio de salvación que el Señor obra día a día en nuestros corazones.
Hoy es un buen día para fijarse en los detalles divinos. Un buen momento para superar cualquier obstáculo que podamos encontrar. Con la ayuda de Dios todo es posible. Si nos apoyamos en Él encontraremos paz a nuestra alma.
Este tiempo es tiempo de alegría y espera. Es un tiempo litúrgico de escatología y mirada al cielo. Momento en el que somos invitados a poner nuestros ojos en las cosas de arriba no en las de la tierra. Tiempo de conversión y amor. Vivamos el adviento en paz y tranquilidad con una fe firme y sabiendo que Dios todo lo ha hecho muy bien.
Leer:
Lc 10,21-24): En aquel momento, Jesús se llenó de gozo en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».