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Vende todo lo que tiene y compra el campo

Miles de libros, conferencias y charlas dicen una sola cosa: el hombre exitoso tiene mucho dinero. El dinero es, en la sociedad en la que vivimos, símbolo de poder y éxito. Se nos invita continuamente a buscarlo y acumularlo. Parece que el camino de la felicidad está definido por la cantidad de bienes materiales que se pueda poseer. ¿Es así en el cristianismo?

El Señor nos enseña que lo que él nos da supera todo logro material. Su amor y gracia realiza plenamente a la persona que le acoge en plenitud. Estar en su reino es tan importante que somos capaces de venderlo todo para poder entrar y permanecer en él.

Pidamos al Señor la gracia de hacer su voluntad. Supliquemos a Dios que nos conceda renunciar a todo impedimento material. Seamos cristianos verdaderos, hombres y mujeres radicales, que descubren día a día la belleza de estar siempre en la presencia amorosa de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Mt 13,44-46: Vende todo lo que tiene y compra el campo.

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

-«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»

Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa

Zaqueo era un gran pecador. Es imagen de todos mis funcionarios corruptos. Despreciado por todos. Un hombre repudiado por la sociedad y, seamos sinceros, con toda la razón. ¿Cómo es posible que Jesús visite a semejante lacra?

Jesús no vino por los sanos. El dio la vida por los enfermos. Vino a buscar lo que estaba perdido. Se encarnó en la tierra para perdonar todos los pecados.

El Señor miró a Zaqueo con ojos de misericordia. Lo amó y ese amor lo transformó al punto que vendió sus bienes y pagó sus deudas. Ese es el gran milagro. El milagro que produce Jesús en la vida de todos aquellos que abren su corazón.

Reconozcamos que muchas veces hemos sido como Zaqueo. Grandes pecadores que podemos acoger el perdón de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 19,1-10): En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa». Se apresuró a bajar y le recibió con alegría.

Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador». Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo». Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido».

¿Qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?

La fuente del amor es Dios. No existe la posibilidad de amar verdaderamte si no amamos a Dios con todo el corazón, con toda el almas y con todas las fuerzas. Es por eso que el camino de la vida plena pasa por renunciar a los ídolos de este mundo y acogernos al Señor.

La búsqueda de la felicidad es lo más importante. Nadie quiere vivir es un sin sentido y tristeza constante. Es correcto preguntarle al que todo lo puede que nos muestra el camino de la verdadera felicidad. Dicho camino se fundamenta en tener a Dios como nuestro único amor.

¡Ánimo! Pidamos al Señor la gracia de amarle profundamente. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 19,16-22): En aquel tiempo, un joven se acercó a Jesús y le dijo: «Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?». Él le dijo: «¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». «¿Cuáles?» —le dice él—. Y Jesús dijo: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo». Dícele el joven: «Todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?». Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme». Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.

Vende todo lo que tiene y compra el campo aquel

El encuentro personal con Jesús, vivo y presente en nuestras vidas, es lo más importante que le puede pasar a un ser humano. Al punto que para aquellos que lo experimentan cambian radicalmente la vida.

En el evangelio leemos en diversos pasajes como las personas están dispuestas a venderlo todo por amor a Cristo. Esto significa la trascendencia de conocer a Dios y experimentar su amor. No hay nada que supere esa realidad.

Pidamos al Señor que podamos participar de su Reino. Que podamos vivir, desde ya, la vida eterna aquí en la tierra.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 13,44-46): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.

»También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra».

Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios

Estamos apegados a los bienes. Esa es la verdad. Si reconocemos nuestros pecados, debemos asegurar que uno de los principales es la idolatría. Lo único que conocemos es lo material. Por eso, es natural que nos pasemos la vida queriendo acumular riquezas. El dinero nos da estatus social y nos hace importantes ante los ojos de los demás. Queremos ser amados mediante la posesión de bienes que nos aseguren la felicidad aquí en la tierra.

Ante esta realidad Jesús da una palabra. Sabe muy bien que esto no es duradero. No es algo que podamos decir que es seguro. Todo pasa. Todo es precario. Todo es perecedero. El Señor nos invita a buscar la felicidad y la vida donde está.

A nosotros nos resulta difícil creer esto. Constantemente nos hacemos ídolos. Pero Dios hace posible lo que es imposible para nosotros.

¡Vendamos los bienes! Vivamos desprendidos de este mundo qué pasa. Nuestro destino final es el cielo. ¿Te has preparado para pasar de este mundo a la casa del Padre? ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 10,17-27): Un día que Jesús se ponía ya en camino, uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante Él, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?». Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre». Él, entonces, le dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud». Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme». Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.

Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!». Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: «¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios». Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: «Y ¿quién se podrá salvar?». Jesús, mirándolos fijamente, dice: «Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios».

Vende lo que tienes y dáselo a los pobres

¿En qué consiste el cristianismo? O mejor dicho, ¿qué es ser cristiano? Si estamos llamados a ser hijos de Dios, discípulos de Cristo, perfectos como nuestro Padre Dios es perfecto, sería interesante preguntarse seriamente en qué consiste dicho llamado.

Jesús explica muy bien ese llamado. El cristiano es aquel que ama a Dios por encima de todo. ¿En qué consiste ese todo? Pues en los bienes materiales y afectivos. Tenemos una tendencia a hacernos ídolos. Buscar la felicidad en las cosas materiales. Nos afanamos constantemente por ser alguien mediante el dinero, la fama, prestigio, y los afectos. Pero todas esas cosas no sirven para la felicidad verdadera. 

El Señor Jesús nos invita a ser felices despreciando los bienes de este mundo y poniendo nuestra confianza solo en Dios. Si amamos a Dios por encima de todo, las cosas nos vendrán por añadidura. ¡Ánimo! ¿Estás dispuesto a renunciar a los bienes de este mundo? Si así lo hicieras, entonces empezarás a ser cristiano.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 19,16-22): En aquel tiempo, un joven se acercó a Jesús y le dijo: «Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?». Él le dijo: «¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». «¿Cuáles?» —le dice él—. Y Jesús dijo: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo». Dícele el joven: «Todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?». Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme». Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.

¿Qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?

La búsqueda incesante de felicidad siempre ha dominado el corazón de los seres humanos. Las filosofías, ideologías y religiones existen precisamente por esta búsqueda. Todas estas realidades son intentos de respuesta a la pregunta existencial más importante de todas: ¿cómo puedo ser feliz?

Un joven se hace esta pregunta seriamente. Él es un joven rico. Se parece a cualquier joven de nuestro tiempo. Vive una vida de lujo y no le falta nada pero a pesar de eso, parece que hay algo en su corazón que no “cuadra”. No es feliz. Esta ahí la razón de pregunta. Lo tiene todo pero le falta lo mas importante. Por eso le pregunta a quien puede responderle.

El Señor parece que ya le conoce. Lo remite al cumplimiento de la ley. La observancia externa de la norma es un comienzo pero no es la plenitud. Este joven dice que eso lo hace y es ahí donde Jesús aprovecha para dar la mas importante catequesis. Para ser feliz (tener vida eterna) se tiene que amar a Dios con todo el corazón, con todo el alma y con todas las fuerzas.

Vender los bienes significa amar a un solo Dios. La idolatría no puede existir en el corazón de alguien que quiere ser feliz. Ni el dinero, los afectos, el trabajo, ni nada puede ocupar el lugar de Dios en nuestro corazón. ¿Estás dispuesto a vender tus bienes? Esto significa renunciar a tus ídolos y amar solo a Dios. El Señor quiere que tengas vida eterna. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 10,17-27): Un día que Jesús se ponía ya en camino, uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante Él, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?». Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre». Él, entonces, le dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud». Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme». Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. 
Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!». Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: «¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios». Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: «Y ¿quién se podrá salvar?». Jesús, mirándolos fijamente, dice: «Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios».

¿Qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?

Los hombres y mujeres de todos los tiempos han intentando responder a la misma pregunta: ¿cómo puedo ser feliz?

Nuestras acciones diarias son consecuencia, muchas veces sin darnos cuenta, de esta importante pregunta.

Si conociéramos a un hombre muy sabio y prudente, nos gustaría hacerle preguntas existenciales para asegurarnos de que podemos vivir la vida como Dios manda. Jesús es más que un sabio, muchas veces es calificado como “maestro bueno”.

Las personas se acercan a Él por su fama. Es un hombre que conoce los misterios de la vida. Es fuente de sabiduría, gran consejero, príncipe de paz. Le importante como a nadie el bien de los hombres y mujeres. Camina por la vida haciendo el bien. ¿Quién como Él para dar respuesta a una de las preguntas más importantes de nuestra existencia?

Su respuesta es sencilla y clara. En nuestra vida, jamás seremos felices, si vivimos apegados a las cosas materiales. Construir sobre arena la propia vida significa poner nuestra seguridad y esperanza de felicidad en cosas pasajeras, que hoy son y mañana no lo son. Todo pasa en este mundo, lo único verdaderamente eterno, estable y seguro es el amor de Dios, es Dios mismo.

Amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas es el verdadero camino de la felicidad. ¿Estás dispuesto a poner en práctica está palabras? Hoy puedes comenzar. ¡ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 19,16-22): En aquel tiempo, un joven se acercó a Jesús y le dijo: «Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?». Él le dijo: «¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». «¿Cuáles?» —le dice él—. Y Jesús dijo: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo». Dícele el joven: «Todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?». Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme». Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.