La muchedumbre le oía con agrado

Escuchar a un buen conferencista o charlista es un placer. El hombre o la mujer que habla tiene el poder de inspirar, convencer y alentar a la audiencia que le escucha. Es un don muy especial que alguien con el solo uso de la palabra pueda transformar la vida de las personas.

Jesús, nuestro Señor, hablaba como “quien tiene autoridad”. Su doctrina encantaba a la gente. Les hablaba en un lenguaje directo, sencillo, y sobretodo con mucho amor. Eso último es la clave del éxito de Jesús en su labor misionera. 

Jesucristo ama a quien predica. Sus palabras son confirmadas por sus obras. Manifiesta en todo momento que verdaderamente es hijo de Dios enviada para salvarnos, para ¡Salvarte! Confía en Jesús, que el siempre te amará.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 12,35-37): En aquel tiempo, Jesús, tomando la palabra, decía mientras enseñaba en el Templo: «¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? David mismo dijo, movido por el Espíritu Santo: ‘Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies’. El mismo David le llama Señor; ¿cómo entonces puede ser hijo suyo?». La muchedumbre le oía con agrado.

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