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Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre me tendréis

La pobreza espiritual es la peor de todas. Alguno puede escandalizarse con esta sentencia pero es verdad. ¿De qué nos vale tener todo el dinero del mundo si al final estamos vacíos espiritualmente y como muertos en vida? La abundancia de bienes no asegura la vida plena. Es por eso que conocemos cientos de celebridades ricas que han cometido suicidio. Son ellos una prueba que confirma que los bienes materiales, por sí solos, no dan la vida.

Nuestra vida debe ser entregada a Dios. La Semana Santa es tiempo donde aprendemos aún más a morir al pecado y vivir para Dios. La pasión, muerte y resurrección de Jesús es un camino maravilloso al cual estamos invitados. La Pascua nos ofrece la oportunidad de recorrer con nuestro Señor el camino que lleva a Jerusalén a morir y resucitar con él.

Pidamos al Señor que nos conceda un buen triduo pascual. Seamos hombres y mujeres pascuales. Vivos para Dios y muertos al pecado. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 12,1-11): Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con Él a la mesa.

Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume. Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?». Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella. Jesús dijo: «Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura. Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre me tendréis».

Gran número de judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos judíos se les iban y creían en Jesús.

Bienaventurados los pobres de espíritu

Bienvenaventurados signfica feliz aquel.
Es decir, que aquellos que tengan ciertas condiciones o vivan de cierta manera son felices como Dios quiere. ¿Quienes son los dichosos o bienaventurados según Dios?

Los que reconocen humildemente su necesidad de Dios, los que asumen la cruz de cada día con apertura y con la seguridad de que en ella pueden encontrar la santidad, los que siente necesidad del amor de Dios todos los días; en fin, todos aquellos que con un espíritu pobre gritan a todo pulmón por el amor de Dios.

Mostrar el amor de Dios con nuestras vidas es el camino de la bienaventuranza. Es el camino que conduce a la vida eterna. Es el Amor al enemigo manifestado en Cristo Jesús.

¡Ánimo! Somos dichosos en el Amor de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,1-12): En aquel tiempo, viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros».

Bienaventurados los pobres de espíritu

La madre de todas ciencias es la filosofía. Lo primero que hizo el hombre de la antigüedad fue filosofar. Su pensamiento reflexivo le llevo a tomarse en serio su vida y el propósito de la misma. Filosofía significa amor por la sabiduría y ser sabio es lo mismo que ser feliz. Desde siempre la humanidad ha buscado la felicidad. ¿Cuál es la respuesta que da el cristianismo a esta realidad?

Jesús se lleva a parte a sus discípulos y les enseña en que consiste la felicidad cristiana. La clave para entenderla es que el Señor ha venido por aquellos que son “pobres de espíritu”. Lo que lloran, lo que sufren, los que tienen “sed y hambre” de justicia, los perseguidos y los que su vida no tiene sentido pueden ahora en Jesús ser felices. Ser dichoso es abrir el corazón a la salvación que ofrece Jesús. Se puede ser feliz porque Dios ofrece a todos la dicha y la salvación.

¿Te encuentras hoy en tristeza? ¿Sientes que eres pobre de espíritu? ¡Alégrate! Porque de personas como tú es el Reino de Los Cielos. 

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,1-12): En aquel tiempo, viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros».