Dios tiene poder para curar todas nuestras enfermedades físicas y espirituales. No solo puede, también quiere. Es su voluntad que estemos sanos y libres de todo mal. ¿Cómo se puede realizar su voluntad en nosotros? Pidiéndole con fe que la realice.
Muchas veces oramos sin fe. Creemos que es un acto individual de diálogo con Dios. En cierta medida es cierto, pero no debemos olvidar que también nuestro Señor quiere escuchar nuestras necesidades y problemas. Nuestros gritos de súplica siempre son escuchadas.
Redoblemos nuestras oraciones. Pidamos con fe a Dios. Él escucha y siempre está atento a sus hijos. ¡Ánimo!
Leer:
Texto del Evangelio (Mc 1,40-45): En aquel tiempo, vino a Jesús un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio».
Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a Él de todas partes.