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¿Quieres curarte?

Jesús lo cura todo. Es verdadera medicina de Dios. Sus milagros le hicieron famoso en muy poco tiempo. Por eso la gente le seguía. Buscaban la ayuda de Cristo para sus problemas concretos.

En este sentido también nosotros hoy podemos pedirle al Señor curación. El tema es que lo más importante es pedirle conversión. Dejar de pecar es el milagro más grande que Dios puede hacer en nosotros.

La cuaresma es tiempo de conversión, tiempo de curación. Es momento propicio para cambiar radicalmente de vida. Tenemos la oportunidad de abrir nuestro corazón al Señor. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 5,1-3.5-16): Era el día de fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la Probática, una piscina que se llama en hebreo Betsaida, que tiene cinco pórticos. En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua. Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: «¿Quieres curarte?». Le respondió el enfermo: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo». Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y anda». Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.

Pero era sábado aquel día. Por eso los judíos decían al que había sido curado: «Es sábado y no te está permitido llevar la camilla». Él le respondió: «El que me ha curado me ha dicho: ‘Toma tu camilla y anda’». Ellos le preguntaron: «¿Quién es el hombre que te ha dicho: ‘Tómala y anda?’». Pero el curado no sabía quién era, pues Jesús había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar. Más tarde Jesús le encuentra en el Templo y le dice: «Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor». El hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.

El día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti

Los que dicen profesar la Fe cristiana, creen que les tocará, luego de su muerte, comparecer ante un tribunal celeste y vivir un juicio en función de los hechos cometidos en la tierra. En otras palabras, creemos que luego de esta vida habrá un Juicio Universal para todos.

Es por eso que Dios se manifiesta a nosotros de diversas maneras. Él es un Dios de misericordia y quiere que experimentemos su amor y perdón. Los milagros que realiza, la palabra que nos da y sus momentos de encuentro nosotros son un intento de que podamos vivir el cielo aquí en la tierra y así prepararnos para la gloria futura. ¡Ánimo! el temor al juicio es en el fondo una llamada a la conversión. Nunca lo dudes.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 11,20-24): En aquel tiempo, Jesús se puso a maldecir a las ciudades en las que se habían realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que en sayal y ceniza se habrían convertido. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, aún subsistiría el día de hoy. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti».

Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha

Muchos en el mundo pensamos que Dios existe y que ha creado todo lo que existe, incluyéndonos a nosotros. Es decir, somos criaturas de Dios. De hecho, en el libro del Génesis se habla que nos has creado a imagen y semejanza suya. Es podría hacernos pensar que le debemos toda nuestra existencia a Dios y que deberíamos estar agradecidos siempre. Lamentablente, esto no opera así.

San Agustín dijo que “Dios que te creó sin tí, no puede salvarte sin tí”. Con esta expresión se patentiza de manera admirable la liberta del ser humano. Dios nos ha dejado libres, y en esta libertad podemos incluso rechazarle.

Es que sin libertad no se puede dar el verdadero amor. Dios quiere amarnos y que le amemos en total libertad. Es decir, que abrir nuestro corazón a Dios depende de nosotros, de nuestra disposición, de nuestra aceptación.

Hoy somos invitados a amarle en total libertad. Dios nos invita, en Jesús, ha decirle que si a su acción en nuestra vida. ¿Realmente lo quieres?

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,13-16): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».

Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, aún subsistiría el día de hoy

El Señor es todo misericordia. Dice el salmo 118 que “eterna es su misericordia”. Por eso nos resultado extraño que en algunos pasajes de la Biblia se vea a un Jesús disgustado por los pecados de algunos pueblo y que inclusive amenace fuertemente a sus habitantes del peligro de la condenación eterna. ¿Por qué hace eso Jesús?

El Señor quiero lo mejor para nosotros. Por eso ha hecho señales y prodigios en el mundo y en nuestra vida. Nos ha llenado de bendiciones como por ejemplo la familia, los bienes materiales y espirituales; en fin, ha hecho en nosotros maravillas como dice el cántico de la virgen María. Todo este bien tiene un objetivo: darnos vida eterna.

Es decir, Dios, como un padre que ama y quiere lo mejor para sus hijos, nos corrige y nos llama a conversión. La palabra de Dios busca despertarnos del pecado y llevarnos a la vida. Así que ánimo! Déjate corregir por Dios. Cambia de vida y vive! Esa es la voluntad de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 11,20-24): En aquel tiempo, Jesús se puso a maldecir a las ciudades en las que se habían realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que en sayal y ceniza se habrían convertido. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, aún subsistiría el día de hoy. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti».

En el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras

Uno de los principios de la Fe Cristiana es que luego de nuestra muerte seremos sometidos a un Juicio. Nuestras obras serán nuestras evidencias ante Dios. ¿Debemos tener miedo?

En diferentes citas de la Biblia se habla de que el juicio de Dios es “misericordioso”. Las escrituras nos hablan de que el Señor en lento a la cólera y rico en piedad. Esto es cierto porque yo mismo lo he vivido en mi vida. Soy siempre indigno ante Dios.

¿A qué nos llama el Señor? A vivir nuestra vida sabiendo que lo mejor que nos puede pasar es ajustar nuestra vida a la voluntad de Dios. El Señor nos regala muchas oportunidades para nuestra conversión. Él quiere que vivamos y seamos felices. Por eso, a veces, nos llama a conversión fuertemente para que reaccionemos y nos demos cuenta de su amor misericordioso.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,13-16): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».