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Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha

Hoy es día de conversión. Dios nos está llamando al cambio radical. El camino del Señor implica una transformación total de la vida. Y para eso tenemos todas las ayudas y armas espirituales que el Señor ha puesto en nuestras manos.

Muchos milagros ha hecho el Señor en muestra Vida. Quizás el tener presente esa realidad nos invita a mantenernos en la gracia de Dios. Nuestra felicidad consiste en recordar continuamente el inmenso amor que Dios nos tiene.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,13-16): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».

Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha

Muchos en el mundo pensamos que Dios existe y que ha creado todo lo que existe, incluyéndonos a nosotros. Es decir, somos criaturas de Dios. De hecho, en el libro del Génesis se habla que nos has creado a imagen y semejanza suya. Es podría hacernos pensar que le debemos toda nuestra existencia a Dios y que deberíamos estar agradecidos siempre. Lamentablente, esto no opera así.

San Agustín dijo que “Dios que te creó sin tí, no puede salvarte sin tí”. Con esta expresión se patentiza de manera admirable la liberta del ser humano. Dios nos ha dejado libres, y en esta libertad podemos incluso rechazarle.

Es que sin libertad no se puede dar el verdadero amor. Dios quiere amarnos y que le amemos en total libertad. Es decir, que abrir nuestro corazón a Dios depende de nosotros, de nuestra disposición, de nuestra aceptación.

Hoy somos invitados a amarle en total libertad. Dios nos invita, en Jesús, ha decirle que si a su acción en nuestra vida. ¿Realmente lo quieres?

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,13-16): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».

La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido

Debemos reconocer que es muy difícil para nosotros reconocer que hemos, al igual que hace dos mil años, dado muerte a Jesús con nuestros pecados. Con nuestra mentalidad racional y pragmática nos cuesta trabajo conectar nuestras acciones con semejante acontecimiento. 

Este tiempo de Cuaresma es precisamente momento oportuno para reconvierte nuestros pecados y sus funestas consecuencias. Es obvio que no se pretende que nos quedemos solo en esto.

Somos invitados a cambiar de vida. A no “rechazar o dar muerte” a Jesús. Se nos invita al cambio de vida y amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y fuerzas.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 21,33-43.45-46): En aquel tiempo, Jesús dijo a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo: «Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó. Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos. Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon. De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la misma manera. Finalmente les envió a su hijo, diciendo: ‘A mi hijo le respetarán’. Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: ‘Este es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia’. Y agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron. Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?». 
Dícenle: «A esos miserables les dará una muerte miserable y arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo». Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos? Por eso os digo: se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos». 
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que estaba refiriéndose a ellos. Y trataban de detenerle, pero tuvieron miedo a la gente porque le tenían por profeta.