Tiene Fe quien la tiene. Algunos piensa que por estar en la Iglesia tenemos garantizado el cielo. Nada que ver.
El mismo Jesús atacaba a los miembros distinguidos de su pueblo cuando pretendían asegurarse su prestigio religioso mediante prácticas externas de Fe.
Tener Fe es reconocer que Jesús es el mesías y Salvador. Es saber que Él tiene poder para sanar todas las dolencias. Es tomar conciencia de que somos unos pecadores y no merecemos las gracias y dones recibidas. En definitiva, tener siempre una actitud humilde y abierta al amor de Dios.
¡Ánimo! En Jesús podemos llegar a ser hijos de Dios.
Leer:
Texto del Evangelio (Lc 7,1-10): En aquel tiempo, cuando Jesús hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm. Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste. Habiendo oído hablar de Jesús, envió donde Él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera y salvara a su siervo. Éstos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: «Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga».
Jesús iba con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace».
Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: «Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande». Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano.