Los tiempos de crisis hacen ver lo mejor de la naturaleza humana pero también lo peor. Muchos están pendientes de todo lo que circula por las redes sociales y servicios de mensajería instantánea. ¡Cuánta desinformación y noticias falsas! Y lo peor, hay muchos que lo único que hacen es quejarse de todo, creando así un ambiente tóxico que mete en tristeza y desesperanza al mundo entero. Así no debe comportarse un cristiano.
Los hombres y mujeres que siguen a Cristo perdonan siempre, excusan siempre, son pacientes siempre. ¿Y por qué son así? Porque el amor de Dios les ha hecho ver que no son mejores que nadie y que han sido perdonados de sus muchos pecados! ¿Cómo podemos juzgar a los demás si nosotros hemos hecho lo mismo? ¡Ánimo! Ayudemos a construir un mundo mejor. Empecemos por no difundir calamidades y calumnias. Seamos instrumentos de paz en las manos de Dios.
Leer:
Texto del Evangelio (Jn 8,1-11): En aquel tiempo, Jesús se fue al monte de los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a Él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles.
Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?». Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.
Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?». Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más».