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¿Podrá un ciego guiar a otro ciego?

¡Qué difícil es para las personas reconocer sus propios defectos! Es general, a los seres humanos les cuesta conocerse a sí mismos. Normalmente tienen una autoestima alta que les lleva a considerarse superiores a los demás. No debe ser así entre los cristianos.

Jesús pronunció muchas parábolas que invitaban a la humildad. Él, como hijo de Dios y conocedor profundo de la naturaleza humana, sabía muy bien que para llegar a ser verdaderos hijos de Dios era importante que reconociéramos nuestra pequeñez, nuestra debilidad. Solo así se puede amar como Dios ama. Solo así se puede, como dice el himno a la Kenosis, “considerar a los otros como superiores a ti”.

Seamos hombres y mujeres que partiendo de la experiencia del perdón divino saben ayudar a los demás a encontrar con la misericordia de Dios. Si sabemos quienes somos podemos corregir mejor a nuestro prójimo. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 6,39-42): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo por encima del maestro. Todo discípulo que esté bien formado, será como su maestro. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: ‘Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo’, no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano».

No juzguéis, para que no seáis juzgados

A propósito de hoy, día en que celebramos la festividad de Santo Tomás Moro, debemos reflexionar sobre nuestro rol como laicos que estamos llamados a ser sal, luz y fermento de la tierra. ¿De qué manera podemos, los cristianos, cumplir la misión que el Señor nos ha encomendado? No juzgando a nadie.

En las próximas semanas veremos como el ambiente político se caldea. Lloverán ríos de difamaciones y calumnias por las redes sociales y diferentes medios de comunicación digital y tradicional. Los cristianos no podemos ser parte de ese circo. Santo Tomás Moro, un laico declarado patrono de los políticos y gobernantes por San Juan Pablo II y que llegó a ser en su tiempo canciller de Inglaterra, nunca juzgó a nadie. En cambio, siempre habló bien del Rey Enrique VIII, aún cuando éste le apresó y le mandó a decapitar por oponerse a su separación de la reina Catalina de Aragón y unión irregular con Ana Bolena. Tomás Moro denunciaba el pecado pero nunca odiaba al pecador. ¿Cómo podemos despreciar y juzgar a nuestro prójimo si Dios nos ha amado cuando hemos sido unos malvados y pecadores?

No juzgar, en este tiempo, sería la manera más hermosa y valiente de manifestar el amor de Dios en medio de una generación que daña y acusa antes que sanar y perdonar. ¡Ánimo! Mostremos la misericordia de Dios con hechos. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 7,1-5): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: ‘Deja que te saque la brizna del ojo’, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano».

Sácate primero la viga de tu ojo

Estamos siempre mirando los defectos de los demás. Somos rápidos al señalar las cosas mal que hacen los demás, ¿y tú? ¿Alguna vez te has dado cuenta de tus errores?

La raíz de todos los problemas en las relaciones humanas está en que pensamos que tenemos razón, que los demás están equivocados, en fin, que somos mejores que los demás.

Si quieres paz con los demás considera a los otros superiores a ti. Haz como ha hecho Jesús, que siendo hijo de Dios, desde la cruz perdono a todos y pidió a Dios que tuviera paciencia con todos. Primero fíjate en tus defectos antes de mirar los de tu prójimo. Eso es principio de amor y paz.

Leer:

En aquel tiempo, ponía Jesús a sus discípulos esta comparación:

–¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?

Un discípulo no es más que su maestro, si bien cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «hermano, déjame que te saque la mota del ojo, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.

Brizna y Viga: ¿cómo nos ama Dios?

Si buscamos en el diccionario el significado de la palabra “brizna” nos damos cuenta que dentro de sus definiciones aparece que es un filamento o hebra vegetal. En general hace referencia a “porción insignificante de algo”. En un español coloquial diríamos que brizna es sinónimo de “paja o zurrapa”.

En cambio, cuando investigamos sobre la palabra “viga”, la misma nos conduce a la definición de “madero largo y grueso que sirve para formar los techos en los edificios y asegurar las construcciones”.

Para buen entendedor pocas palabras bastan. La diferencia de tamaño entra una brizna y una viga son grandes. Por eso, Jesús como maestro lleno de sabiduría, hace uso de esta figura para dar una enseñanza sobre como debemos contemplar los pecados de los demás.

Los pecados de tu esposo o esposa, de tu hijo o hija, de tu compañero de trabajo o estudio, de tu madre y padre; de el “otro” que no eres “tú” son inmensamente pequeños comparados con los tuyos! Si aplicamos esto a la vida, podríamos decir: “si los demás son más santos que tú, ¿por qué les juzgas? ¿Con qué autoridad moral señalas los pecados y defectos de los demás?

Si viéramos a los demás como superiores a nosotros, nadie odiaría, rechazaría o pelearía con el prójimo! La base del AMOR es considerar a los otros como superiores.

Texto del Evangelio (Mt 7,1-5): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: ‘Deja que te saque la brizna del ojo’, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano».