Proclama mi alma la grandeza del Señor

Jesús vino al mundo a manifestar el amor de Dios. El Señor nace de una persona muy especial. María, siendo virgen, da a luz por obra y gracia del Espíritu Santo, al salvador del mundo entero. Esto es de por sí un momento de gozo y alegría.

María es modelo de todo cristiano. En ella podemos aprender muchas cosas. La primera cosa que podemos imitar es su acción de gracias. María, madre de Jesús y madre nuestra, entonó un himno de alabanza al Señor. Es una proclamación llena de gozo donde canta a las maravillas que Dios ha hecho en su vida. ¿Tú haces los mismo?

Ciertamente tenemos la costumbre de ver siempre el vaso medio vacío. Estamos siempre contemplando lo que no tenemos. ¡Ánimo! El Señor te invita hoy a contemplar con alegría las maravillas que Dios ha hecho en tu vida. Solo así podemos ser felices como Dios quieres.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,39-56): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
Y dijo María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.

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